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A la mañana siguiente, desperté a las diez, me duché y fui a desayunar. Era sábado y por suerte la casa estaba vacía, puesto que mis padres trabajaban. Puse mi playlist de música que retumbaba por toda la casa mientras me hacía el desayuno, fresas y plátano con chocolate.

Después vi un rato la televisión, pero como no había nada, empecé a leer Crepúsculo. Sobre las dos de la tarde llegó mi madre de trabajar e hicimos la comida juntas mientras hablábamos de cosas sin sentido. Mi padre como era normal, los sábados por fortuna no llegaba a casa hasta la noche, por lo tanto, no teníamos de que preocuparnos durante el resto del día.

-Tía por fin llegas- me dijo Carmen desde la fuente de la plaza.

-Lo siento, he perdido la noción del tiempo mientras leía.- me disculpé.

-¿Qué te dijo tu padre ayer?- Carmen sabía todo lo que ocurría en mi casa, era como mi hermana y se lo contaba todo. Incluso cuando éramos más pequeñas lo pudo ver con sus propios ojos. Una vez se quedó a dormir en casa, desde ese entonces, solo quedamos en la suya para evitar malos tragos provocados por mi progenitor.

-Ya sabes, se enfadó, como siempre...-contesté no muy animada.

-Tía ya se está pasando de la raya, si queréis tú y tu madre podéis venir a mi casa. O como mínimo poner una denuncia.

-Si ya se lo digo a mi madre, pero ella no quiere. Creo que ella aún sigue creyendo que va a cambiar.

-Pues que se vaya olvidando, porque ese animal lleva dieciséis años maltratándola...

-Puede que la culpa la tenga yo. Todo empezó cuando él se enteró de que iba a ser padre. Él siempre decía que nunca tendría hijos. Y "pum", su novia se queda embarazada, ¿tiene lógica verdad?- pregunté con ironía mientras soltaba una risa amarga.

-Tú no tienes la culpa. Porque podría haber dejado sola a tu madre y hacer oídos sordos de que era padre.

-No sé, parece que todo encaja cuando te pones a pensar, tengo dieciséis años, y la lleva pegando desde ese entonces.

-Bueno mejor dejemos ese tema para otro momento- dijo cuando no me vio muy animada.

-Cuéntame quién te dio la rosa ayer, que al final me dejaste con intriga. Y no me digas que un desconocido, porque cuando el grupo ese gilipollas te dijo lo de la flor tú la tiraste, y no creas que lo dejé pasar por alto- finalizó con una sonrisa pícara.

-Vamos a ver. Sí fue un desconocido- dije remarcando la última palabra.

-¿Y entonces porque la tiraste y rompiste?

-Porque ese niñato estaba ayer con el grupo, y no hizo nada más que quedarse callado y mirando como un espectador en una plaza de toros. El animal muerto de miedo- dije apuntándome- y los toreros, banderilleros... asustándole más mientras le clavan espadas y puñales para que sangre. Y lo peor es que parecía disfrutar lo que veía- finalicé con rabia.

-Joder tía, ¿de verdad que era él?- afirmé con la cabeza- espera, ¿Cuál de los dos? Porque si no recuerdo mal, había dos nuevos.

-Sí, había dos nuevos... él y su hermano, bueno, creo que era su hermano. El caso, él era el más alto de los dos.

-Vaya... si te digo la verdad, no sé qué decirte.

-Mejor no digas nada- me reí por la situación y Carmen también.

-Mi hermano va hoy a unas carreras de motos que hacen por aquí cerca, ¿te apuntas? Ayer me dijo que tenía ganas de verte de nuevo.

-¿Tu hermano?, ¿En una moto? No me lo pierdo ni de coña- dije para después llamar a mi madre y preguntar si podía quedarme a dormir en casa de Carmen.

Al cabo de un rato, Samu pasó por nosotras en su nuevo coche para llevarnos a ver la competición.

-¿Y tú desde cuando conduces una moto?- pregunté mientras intentaba aguantar la risa- ¿no era que te daban miedo?- esa vez estallé en una carcajada que retumbó por todo el coche.

-Tú misma lo has dicho pequeño escarabajo. Antes- remarcó la palabra.

-¿Y desde cuándo conduces una moto?- preguntó su hermana siguiéndome la corriente.

-Desde que empecé la universidad, más o menos dos años.- dijo con orgullo.

-Mejor pregunto, ¿Cuántas veces has conducido una?- pregunté con una sonrisa burlona.

-Pues contando esta vez...- pareció que contaba con los dedos sobre el volante- unas ocho veces.

-¿SOLO?- preguntó Carmen elevando la voz.

-Pero vamos a ver, ¿vosotras sois mis padres para controlar lo que hago o dejo de hacer con mi vida?- preguntó esta vez un poco enfadado.

-No, pero mirándolo mejor, papá y mamá casi nunca están en casa, por lo tanto...

-por lo tanto... nada, aquí el mayor soy yo- dijo interrumpiendo a su hermana.

-Serás el mayor de edad porque de mente...- dijo Carmen para después dejar la frase en el aire.

-Bueno, ¿ponemos algo de música?- pregunté rompiendo el hielo que se acababa de crear.

-One direction- sugirió mi amiga.

-Otra vez esos plastas americanos no por favor.- se quejó Samuel.

-No son unos plastas, y para tu información, son cuatro ingleses y uno irlandés- dije defendiendo al grupo.

-Lo que digas, voy a poner la radio porque el coche es mío y yo decido- puntualizó

Pero para nuestra suerte, en la cadena de los cuarenta principales estaba sonando Better Than Words de One direction. Carmen y yo solo pudimos responder cantando a todo pulmón mientras reíamos por la cara que ponía Samu.

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Holaa personitas guapas, espero que os haya gustado este capítulo, es un poco corto porque hoy no me encuentro muy bien, me han puesto la segunda dosis de la pfizer. 

¿Que tal estáis? os recuerdo que si tenéis problemas podéis hablarme por intagram para desahogaros si lo necesitáis. "_carleta_33"

Me vendría bien si comentáis que os parece de momento la historia o si tenéis dudas, o sujerencias ponerlas por los comentarios, estaré respondiendolas. 

<3 <3 <3


Una rosa para el recuerdo/ Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora