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Estábamos de camino casa de Carmen cuando nos encontramos con el grupito de populares del instituto. Pero lo que me sorprendió fue ver a dos chicos nuevos, uno de ellos Pedri.

-Levana- chilló Marta- ¿Quién te ha dado esa rosa?-preguntó con burla.

-De seguro que se la ha comprado ella para llamar la atención- siguió alguien- ¿Qué creéis chicos?

-Dejadla en paz- irrumpió mi amiga defendiéndome.

-¿Es que tiene que tener siempre a alguien para defenderla?- se acercó Marta- ¿no sabes defenderte? Pelirroja asquerosa.

-Ese vestido te queda fatal, el color no queda bien con tu pelo, mejor dicho: nada queda bien con ese estropajo rojo que tienes puesto en la cabeza- comentó otra chica.

-Ya basta por favor- dije para que pararan, pero sonó más como un aullido de dolor.

Cada vez que se acercaban notaba mi pulso acelerarse, mis ojos estaban llenos de lágrimas que no dejaría caer. Divisé a Pedri mirando todo lo que pasaba como un espectador en una sala de cine comiendo palomitas. ¿Por qué al principio fue tan bueno y ahora no hace nada? Me pregunté para mi misma, pero tampoco era nadie para defenderme, y eso debía hacerlo yo.

-¿Es lo único que sabes decir pichoncita?-dijo Pau -ya basta por favor- rio intentando imitar mi voz.

-Chicos, mejor vamos a dar una vuelta por allí- los llamó un chico muy parecido a Pedri.

-Si vamos- apoyó Pedri.

Cuando él dijo eso su mirada se posó en mí, a lo que respondí tirando la rosa que me regaló al suelo y la pisé con fuerza estampándola contra el asfalto, podría llegar a ser un poco infantil, pero en ese momento fue lo único que me vino a la mente. Él simplemente giró su cara y se fue con el grupo mientras carcajeaban.

-Oye tía ya está, se han ido, vamos a mi casa y te desahogas.

-Está bien, vámonos- dije con dificultad.

-Tienes que ser más fuerte, no dejes que nadie te pisoteé.

-Eso es lo que intento, pero no puedo, siempre han sido así conmigo, desde que vamos al colegio.

-Pues con más razón aún. Demuéstrales que has cambiado, que ya no te hacen daño sus palabras aunque por dentro te estén clavando cuchillos.

Después de caminar por unos cuantos minutos por fin llegamos a casa. Solo eran las seis de la tarde, y yo podía quedarme hasta las nueve, así que decidimos seguir con el plan de la película, no quería hablar de lo que había pasado en la calle, y Carmen lo entendía perfectamente.

-¿Palomitas dulces o saladas?-le pregunté desde la cocina.

-Saladas- contestó desde el salón.

Puse una sartén con unos cuantos granos de maíz con un poco de sal para mi amiga, y para mí puse otra sartén con azúcar.

-La peli ya está puesta.

-Vale, ya voy espera que pongo las palomitas en los cuencos.

-No entiendo como prefieres las palomitas dulces antes que las saladas- comentó mientras se metía un puñado en la boca.

-Calla y pon ya la peli- contesté.

La película era realmente triste, no entendía como una persona tan buena como Zach podía tener un final así. Esa enfermedad era injusta, pero por suerte disfrutó al máximo de sus últimos días, incluso la canción que compuso con su amiga se volvió una de mis preferidas. Pero lo que nos hizo llorar a ambas fue que la historia que se narra estaba basada en hechos reales.

-No merecía ese final- dijo mi amiga con un pañuelo en mano- es injusto.

-ES MUY INJUSTO- dije volviendo a estallar en llanto.

Oímos la puerta abrirse y nos miramos sorprendidas.

-¿Pero no era que tus padres no volvían hasta mañana? - interrogué

-Sí, eso pensaba yo.

-Ya estoy aquí- chilló su hermano desde el umbral de la puerta.

-Gilipollas, creí que eras papá y mamá.

-Soy mucho mejor que eso. Oh, Hola Levana.

-Hola Samu- le saludé.

Su hermano era dos años mayor que nosotras, él estaba en primero de universidad estudiando un doble grado de derecho y periodismo. Era alto y rubio con ojos verdes, al contrario que su hermana, que era de una estatura media, morena y con ojos marrones.

-¿Qué estáis haciendo?- pregunto mientras se tumbaba encima de nosotras.

-SAMUUU QUE ME ESTÁS CLAVANDO EL CODO EN MI RODILLA- se quejó Carmen.

Miré la hora del reloj de la pared y ya eran las nueve menos cuarto.

-Oye par de idiotas, me voy que en mi casa ya me están reclamando.

-¿Y si la secuestramos?- le preguntó Samuel a su hermana.

-Por mi perfecto- contesto ella.

-Mejor otro día ¿si?- respondí mientras intentaba levantarme, pues ahora los tenía a los dos encima.

-Chicos por favor, que mi padre se enfada si no llego a la hora acordada- volví a hablar y esta ve me dejaron camino libre.

-Hasta otra Levana.- se despidió el mayor de los hermanos.

-Adiós- dije desde el umbral.

-¿Mañana quedamos a las cinco en la plaza?- preguntó mi amiga.

-Vale mañana nos vemos- confirmé.

Llegué a casa cinco minutos tarde y eso no le agradó a mi padre.

-Te dije que llegaras a las nueve y mira que hora es- chilló molesto

-Javier deja a la niña, solo ha llegado cinco minutos tarde- defendió mi madre.

-Tú te callas, y vete a hacerme la cena que para eso eres mi mujer.

-Papá por favor, no le hables así a mamá- supliqué

-Tú que coño vas a decirme a mí como le tengo que hablar a mi mujer. Si me sale de los cojones pues hago esto -se levantó y se dirigió hacia mi madre cogiéndola del pelo y dándole una bofetada- ¿quieres que también te pegue a ti?

-No papá por favor, no lo hagas más- volví a suplicar.

-Eso lo decidiré yo niñata.

-Javier, tranquilízate cariño, deja a la niña en paz que ya se va a su habitación.- mi madre tranquilizó a papá y me hizo señales para que me fuera a mi cuarto.

Y otra noche más, como tantas otras sin cenar por culpa de mi padre. Estaba deseando salir ya de esa vivienda con mamá. Para que mi padre no nos torturara más a las dos. Recuerdo desde que tengo uso de razón que mi padre es un alcohólico maltratador, desde siempre ha estado así con mi madre, pero solo hace un par de años que las cosas empezaron conmigo. Escuché como alguien tocaba mi puerta para después entrar. Era mi madre.

-Cariño, lo siento mucho- beso mi mejilla y retiró algunas lágrimas.

-Mamá tú no tienes la culpa, al contrario, la tengo yo por llegar tarde. Lo siento de veras que lo siento.- me disculpe como pude.

-No, cariño, no te culpes- retiró más lágrimas- te prometo que en cuanto consigamos todo el dinero nos vamos las dos de aquí.

-Llevas diciendo eso desde que tengo tres años, y nunca nos vamos, ¿Cuándo será verdad?

-Pronto hija, lo prometo.

-Lo mejor que podemos hacer por ahora sería pedir una orden de alejamiento para papá. O al menos denunciarlo a la comisaría.

-Cariño ya sabes como es tu padre. Mejor no hagamos nada que le pueda enfadar.

-Pero no es normal que pague su mal humor contra ti. Y mucho menos que luego culpe al alcohol por hacer todas esas cosas.

-Lo sé hija.

-Y no creas que me voy a quedar de brazos cruzados como antes hacía, en cuanto te vuelva a poner una sola mano encima voy a ponerle una denuncia.

-Buenas noches cariño. Te quiero- beso mi mejilla y se levantó de la cama para irse.

-Hasta mañana, yo también te quiero.


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Holaaa, ¿que tal vuestro día? Espero que bien. Si tenéis algun problema o estáis pasando por una situación parecida no dudéis en hablar con alguien, y si queréis podéis hacerlo conmigo. Os dejo mi insta por si quereis hablar o algo.  _carleta_33

Espero que os haya gustado este capítulo. <3 <3 <3


Una rosa para el recuerdo/ Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora