Martes, segundo día en mi nuevo instituto. Por suerte ya tenía una compañera en clase, y una mesa donde sentarme en la hora del almuerzo. A primera hora me tocaban dos horas de Biología, a segunda una hora de educación física. Luego el recreo, Bendito recreo. Y después dos horas de puras matemáticas, y una última de filosofía. Uno de los peores días de la semana. En mi antiguo instituto, no teníamos dos horas de cada asignatura pero al parecer en este sí.
-Llegarás tarde otra vez- me recordó mi madre.
-Ayer no llegué tarde, es más, llegué antes que los otros- y era verdad, estaba en clase antes que el resto del grupo, ellos estaban en el laboratorio.
-Bueno, como sea, espabila ya o Valentino te deja en tierra y te vas por tus propios pies.
-Adiós- dije resaltando la última silaba y tirándole un beso en el aire.
-Ten buen día- dijo David entrando a la cocina.
-Igualmente.- besó mi frente y fue a desayunar con mamá.
Bajé al garaje y como el día anterior, Valentino estaba apoyado en el Mercedes con un traje negro y unas gafas de sol igual de negras.
-Buenos días Levana.-acto seguido, me ayudó a subir al coche.
-Buenos días a los dos.- les sonreí.
-¿Otra vez te has quedado dormida?- cuestionó Asclepio.
-No, es que el café quemaba mucho. Y... pues he tenido que esperar a que se enfriara.
-Pues haberle puesto hielo, papá siempre bebe el café con hielo.-me recomendó.
-Suerte que te tengo para que me des consejos cuando me olvide de pensar-reímos los dos.
-¿Es guay ir al instituto con los grandes?- preguntó.
-Ya lo descubrirás, pero creo que el cole es más divertido, no te ponen tantos deberes.
-Eso es verdad, porque ayer estuviste casi todo el rato en la biblioteca haciendo deberes, y yo vi una peli con Pilar y papá.
-Pero eso es porque me tenía que poner al día, hoy ya no tendré tantos y podremos ver una peli juntos.
-Vale- dijo con entusiasmo.
-Levana, ya hemos llegado. Dile a Pedri que hoy viene a casa contigo.-Ordenó Valentino.
-Está bien, tendré que volver a hablar con un estúpido crío de cinco años- bufé y me bajé del coche no sin antes despedirme de los dos.
-Buenos días- vino hacia mi Elisabeth.
-Hola, ¿por qué tan contenta?- pregunté por su sonrisa.
-Me acabo de enterar de que el profesor de Biología no vendrá hoy, así que tenemos dos horas libres.
-¿Y qué piensas hacer?
-Pues es obvio ¿no? Ir a ver a los de letras en sus dos horas de latín mientras nosotras nos reímos de ellos.
-¿De segundo o primero?
-De primero, a Álex, Mateo y Joel.
-Pues mira que los veía más en el social que no en el humanístico.
-Joel estaba en el social, pero se cambió a letras porque no le gustaba lo que hacían.
-¿Vamos?- inquirí.
-Vamos- afirmó.
Durante esas dos horas, todo fueron carcajadas, la verdad, latín se veía algo complicado, era eso o que la profesora era malísima explicando. Las caras que ponían los alumnos eran de caricatura, pero las muecas que más nos hacían reír eran las de Mateo, fruncía el ceño, se le caía la bandana en los ojos, nos miraba desde dentro de clase y se mofaba, hacía dibujitos de la profesora y nos los enseñaba por la ventana. Pero demasiado duraba la maestra en no darse cuenta de lo que hacía. Le pilló mientras nos enseñaba uno de sus dibujos. Era la profesora con moscas a su alrededor, con los ojos saltones y despeinada, con una vena en la frente por el esfuerzo, pues estaba chillando alog que no pude llegar a leer, ya qye la maestra lo cogió. Desde donde estábamos mi amiga y yo se podían apreciar los chillidos de la profesora hacia Mateo.
-¡¿TÚ TE CREES QUE ESTO ES NORMAL?!, ¿A ESTO TE DEDICAS EN MI CLASE? PARA ESO TE VAS AL BACHILLERATO DE ARTES, O MEJOR DICHO, NO HACES BACHILLER Y TE VAS A TRABAJAR COMO UNA PERSONA NORMAL.- Se escucharon carcajadas de los alumnos que pronto se desvanecieron por otro bramido de esta. -A DIRECCIÓN AHORA MISMO, Y TE QUEDAS SIN RECREO, ¿ALGUIEN MÁS LE QUIERE ACOMPAÑAR?- preguntó al resto de la sala, como condenados, todos negaron con la cabeza.
Después de eso, nosotras fuimos a clase de educación física, el gimnasio no era gran cosa, era como un mini pabellón, pero en el patio había dos pistas, una de baloncesto y otra de fútbol sala. Hoy nos tocaba ir a la de fútbol, a lo largo de esa hora, me llevé bastantes patadas en las espinillas por mis compañeros, no conseguía encajar ningún gol, era pésima en los deportes, por eso no solía ser de las primeras en ser escogidas por los grupos. Pero esta gente no lo sabía hasta día de hoy. Todos querían a la nueva en su equipo, pero al rato acabaron arrepentidos, hice perder a mi equipo marcado un gol en propia puerta, y lo mejor fue que lo celebré pensado que era la portería del equipo contrincante.
Llegó la hora del almuerzo, este sería el momento para avisar a Pedri de que iba a ir conmigo y Asclepio a casa. Informé a mis nuevos amigos de que iría más tarde con ellos. Divisé a Pedri en una mesa, estaba con Marina, dos chicas que aún no conocía, Eric, Unai y otro chico más. Me acerqué a ellos y le di unos suaves golpes al hombro de Pedri, él enseguida se giró.
-Hombre primita, por fin aceptas venir con los "Crons" y dejar de lado a esos "Monts" asquerosos.
-Error,-su expresión se tornó seria- venía para avisarte de que hoy en la salida vienes con Asclepio y conmigo a casa.
-Perfecto, deja que al menos te presente a mis amigos.
-Está bien, pero que sea rápido, no tengo todo el día.
-Encima tiene exigencia la niñita esta- se quejó Marina, pasé olímpicamente de ella.
-Estas son Maddie y Mía,-apuntó a dos chicas teñidas de rubio y con un bote de maquillaje esparcido por la cara, no sabía si las caras que ponían eran muecas hacia mí o intentos de rituales de apareamiento hacia los chicos- a ellos ya los conoces- señaló a Eric y Unai- les saludé con una sonrisa y ellos contestaron igual- y él es Darío.-fue el único que extendió su mano educadamente para saludarme.
-Encantada de conoceros, si me disculpáis mis amigos me esperan, nos vemos por ahí- me despedí.
-Sus amigos... los playeros que se creen surfistas- se volvió a mofar Marina.
-Ni que tú fueras gran cosa, que te crees mierda y no llegas ni a pedo.- No podía evitar defender a mis nuevos amigos, se podrían meter conmigo, pero con las personas que quería no.
-¿Sabes con quién te estás metiendo niñata?- esta vez habló Maddie.
-¿Y tú sabes quién soy yo?- Le pregunté a esta. Siendo sincera, no sabía ni yo quien era, pero en mi mente sonaba divertido decir eso. Era la primera vez que no dejaba que me pisotearan, y me sentía realmente bien. -Y te daré un consejo, no le lamas el culo a nadie, que te canta el aliento desde aquí.- le avisé y seguidamente solté una carcajada.
-Levana, será mejor que te vayas con tus amigos, o esto acabará mal- avisó Pedri cogiendo mi brazo y viendo como se estaba formando una piña de alumnos expectantes a lo que ocurría.
-¿Pero a ti que coño te pasa?- le pregunté mientras intentaba zafarme de su agarre.
-¿Qué te pasa a ti?- me chilló, me dio miedo en la manera que me habló, y lo notó por mi cara de pánico. -Lo siento no quería...- soltó su agarre, pero no le dejé terminar, pues mi mano impactó en su mejilla enrojeciendo la zona.
Fui directa a la mesa de los "Monts" apartando a quien se entrometiera en mi camino.
-Wow, eso ha sido alucinante.- dijo Elisabeth.
-Ya te digo- le siguió Álex.
-Una mujer con un par de ovarios bien puestos- habló Joel.
-¿Alguno de vosotros quiere mi bocadillo? Me he quedado sin apetito- dije con la mirada puesta en Pedri, que él también me miraba.
-Oye, que no somos tan pobres como para querer tu almuerzo- se rio Joel.
-Era para no desperdiciarlo, pero ya me lo comeré para merendar- les dije, y ellos me miraron sorprendidos- ¿Qué? Ya os he dicho que no soy una "Crons" aparte, no pienso tirar este bocadillo.- me encogí de hombros y lo volví a guardar en la mochila.----------------------------------------------------------
Holaa personitas guapaas, ahí va otro capítulo. Espero que este os haya gustado.
Gracias por los 80 votos y las 630 lecturas.
Os deseo buenas noches, buenos días o buenas tardes, depende de la hora que lo leáis jeje.
<3 <3 <3
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Una rosa para el recuerdo/ Pedri González
Fanfic¿Qué pasaría si viene un completo desconocido a darte una rosa?, ¿Qué pasa si todo resulta ser un reto que le hacen sus amigos? Esta es la historia de Pedro González y Levana López. Este libro no es un cuento de hadas, se convertirá en una historia...