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Domingo, ayer llegué a casa roja como una gamba, mi madre y su pareja querían ir a pasar el domingo por la playa, pero por mis quemaduras de ayer, habíamos decidido ir a pasear por Tegueste, ya que no habíamos tenido la oportunidad de ver el municipio. Visitamos el centro y parte de la zona de los "Monts" no parecía la zona pobre del pueblo, las casas eran parecidas a las de mi barrio de Gerona, había pisos, algunos más antiguos que otros, pero a mi parecer no era la zona de los pobres, quizá fue porque me crie en una y nunca me di cuenta, pero cuando me dijeron que era la zona más pobre me imaginaba chabolas hechas por ellos mismos.

Nunca había ido en familia a pasear, o al menos una que era la mía, siempre iba a las excursiones de los Ortega, la familia de Carmen. Gracias a ellos, pude conocer algo más de la zona Catalana, me llevaron al parque de atracciones de Salou "Port aventura" y también me llevaron a conocer monumentos de Barcelona, como la "Sagrada Familia", el "Park Güell"... también fuimos a la costa brava, y conocí el "Museo Dalí" y su casa en Cadaqués. Si no fuera por la familia de mi mejor amiga, no habría salido de "Salt" el pueblo en el que vivía antes de mudarme a Tegueste.

-¿Queréis ir a comer al restaurante de mi familia?- nos preguntó David con intriga.

-Por mi perfecto- le sonrió mi madre, y yo asentí con la cabeza mientras le ataba los zapatos a Asclepio.

-No está muy lejos, vamos mejor andando y así no movemos el coche de lugar.

Hoy Valentino tenía fiesta, y habíamos cogido el coche de los domingos, era el más "normal" de los cinco coches que David guardaba en el garaje, un range rover velar de color blanco perla con el techo negro y los cristales también tintados, pero solamente los traseros. Como había dicho David, el restaurante no estaba muy lejos, la fachada era algo antigua, como si tuviera un pasado en la época medieval, en las paredes del interior había fotografías colgadas de la familia, pero la que más me llamó la atención fue una en la que salían los tres primos de pequeños, Pedri y Fer abrazados a un bebé, el cual reconocí a la perfección como Asclepio.

-Hola Levana, que alegría volver a verte- saludó la madre de David.

-Buenas tardes, abuela, ¿qué tal estás?- pregunté sonriente, se me hacía raro llamarla así y no por su nombre, pero ya me iría acostumbrando.

-Bien voy tirando, como siempre, ¿y tu pequeña?, ¿Qué tal el instituto?

-Bien, la verdad es que no me costó nada hacer amigos, pensaba que se me haría mucho más difícil.

-Supongo que Pedri te habrá presentado a sus amigos, ¿No es así?

-Sí, pero no son de mi agrado.-contesté con una mueca.

-Menos mal que tienes buen gusto con las amistades, siempre le dije que esas personas se movían solamente por intereses. -su respuesta me sorprendió bastante- ¿Quiénes son tus amigos?

-No sé si los conocerás, pero son unos "Monts", Elisabeth, Mateo, Joel y Álex.- sonreí al recordar el gran día de ayer.

-Esas si son buenas personas, conocí a algunos de sus abuelos, siempre viviendo la vida como si fuera a acabarse mañana, sin preocupaciones. Eso si es vivir una buena vida. Teniendo lo justo y necesario.

-Mamá, deja de explicarle chorradas a la niña- le riñó Fernando de broma- ¿Qué tal Levana?

-Bien ¿y tú?, ¿Dónde está María Rosario?

-Un poco cansado por el trabajo, pero eso lo estoy siempre, y mi mujer está en la cocina, con Pedri- señaló una puerta blanca- le está enseñando a cocinar, pero el muchacho no le encuentra ni pies ni cabeza- susurró.

-Voy a saludarles, y no me extraña, u hijo no le encuentra ni pies ni cabeza a nada que no sea la filosofía.- le sonreí dirigiéndome a la cocina.

-Hola María Rosario- le di un abrazo- Pedri- dije en forma de saludo dedicándole una sonrisa.

-Buenas pequeña, ¿habéis venido a comer?- asentí con la cabeza.

-Habéis venido en mal momento- susurró Pedri mientras intentaba despega la masa de un rodillo.

-No se hace así- le corregí- tienes que darle golpes suaves con las manos e ir añadiendo a poco a poco harina para que se vaya formando, y cuando ya no esté pegajosa, le empiezas a pasar el rodillo.-Su madre se quedó sorprendida por mi explicación.

-¿No quieres venir a trabajar conmigo? Me serías más útil que este engendro del demonio- dijo María Rosario revolviendo el pelo de su hijo.

-Mamá- se quejó el nombrado.

-Pues no sería una mala idea, pero ahora estoy centrada en los estudios.

-Si quieres puedes venir los fines de semana por las mañanas y los días entre semana por las tardes. Y si tienes algún examen o muchos deberes, podrías descansar ese día para estudiar.

-Eso es injusto, yo estoy aquí con vosotros trabajando de sol a sol sin cobrar a penas un duro y viene una chica hablando sobre como tiene que amasarse el pan y tú le ofreces mi puesto de trabajo.- tiró su gorro de cocinero resignado al suelo.

-Por mí estaría perfecto, pero tengo que hablar primero con mi madre y David.- le sonreí ignorando el comentario de su hijo.

-De que tenéis que hablar conmigo- entró mamá a la cocina, saludó a M. Rosario con dos besos y a Pedri igual.

-Le estaba ofreciendo un puesto de trabajo como ayudante de cocina.

-¿Y tú qué dices, quieres trabajar?- me preguntó mi madre, y yo asentí frenéticamente sacudiendo la cabeza de arriba hacia abajo.

-Pues no se hable más, trabajaras aquí conmigo- ofreció M. Rosario.

-¿Y yo?- preguntó el chico.

-Con tu padre de camarero o en la caja.

Después de comer todos juntos en familia como el pasado domingo, me despedí de ellos. Empezaría a trabajar el mismo lunes, es decir, mañana. Me sorprendió ver a Pedri tan callado durante la comida, pero lo dejé correr, seguramente que si le hablaba o le preguntaba algo, pasaría olímpicamente de mí por haberle quitado su puesto de trabajo.

Preparé las cosas para mañana y llamé a Carmen para contarle todo lo que había sucedido en estos días, llevaba por lo menos tres días sin hablar con ella, solamente a través de "WhatsApp", y necesitaba llamarla.

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Holaaa, muchísimas gracias por las 1k lecturas, estoy súper contenta. 

Este capítulo ha sido un poco aburrido, pero tranquis que el próximo viene fuerte...

<3 <3 <3

Una rosa para el recuerdo/ Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora