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-Venga Levi, espabila que el avión se va. -Dijo Pedri con prisas mientras yo estaba abrazando a mi familia para despedirme. 

-Cállate enano, déjala que ya va, y ven tu también aquí anda -Le ordenó su tío para que se uniera al abrazo y ya poder irnos

-Tened cuidado, y portaos bien.- Nos dijo mi madre. 

-Qué si mamá. 

-Yo solo os aviso por si acaso. -Se excusó. 

-Venga, a pasarlo bien, dentro de tres días nos vemos. -Se despidió David. 

-¿Llevas chaqueta por si acaso? -Preguntó mi madre con gran preocupación. 

-Pilar cariño, es junio, no creo que haga mucho frío. -Habló David en forma de burla. 

-Va, nos vamos ya que si no nos quedamos en tierra. -Dije agarrando la mano de Pedri para ir ya a la zona de embarque. -Adiós, os echaré de menos, os quiero.- Hablé ya desde lejos mandándoles besos al aire. 

-Un poco más y tenemos que coger otro avión. -Se quejó Pedri cuando vio que después de que nosotros entráramos estaban cerrando la entrada a la zona de embarque. 

-Mi madre, que se piensa que nos vamos un año entero. -Le contesté mientras soltaba nuestras manos que aún seguían unidas, pero él la apretó aún más para que no le soltara la mano. 

-Me dan miedo los aviones. -Dijo un poco aterrorizado, a lo que yo solo le pude responder con una leve risita. 

-Pedri, te suda la mano, cuando vayamos a despegar la vuelves a agarrar, pero deja que respire un poco. -Hablé una vez que ya estuvimos sentados en nuestros respectivos asientos. -Además, ya has viajado más veces en avión, tanto miedo no tendrás ¿no?- inquirí recordando que la vez que él estuvo en Girona tuvo que ir en avión. 

-Sí, pero iba con mis padres.

-Y esta vez vas conmigo. 

-Bueno, te la suelto solo si cuando despeguemos y aterricemos me la das, que es la parte que más miedo me da. 

-Trato hecho. ¿Quieres poner alguna peli? 

-Prefiero mirarte a ti. -Dijo para después guiñarme un ojo mientras reía y mis mejillas una vez más se volvían rojas. 

-Va, déjate de piropos. Vamos a ponernos serios. ¿Cuál quieres ver?

-No nos dará tiempo, entre que la ponemos o no ya hemos llegado. 

-Que soso eres. 

-Anda que tú, petarda. 

-Petardo tú. 

Pocos minutos después la azafata nos indicó como teníamos que actuar en caso de accidente y poco después el avión despegó, y cuando lo hizo Pedri me agarró fuertemente la mano, tanto que luego me tuvo que pedir perdón por el daño que me hizo. Se le veía aterrorizado, como un niño pequeño, se le veía frágil y se me hizo tierno y gracioso verle en esa situación. 

-Yo me he subido a un avión por ti, ¿tu que has hecho por mi? -Preguntó una vez llegamos al aeropuerto de Gerona. 

-Y yo te doy las gracias por eso. -Le contesté mientras le daba un beso en la mejilla en modo de agradecimiento. 

-¿Alguna vez te han dicho lo bonitos que son tus ojos? -Inquirió mirándome con detenimiento a los ojos. 

-Pedri, ya basta, cualquier día de estos mis mejillas explotan. -Él simplemente se limitó a soltar una sonora carcajada, pero yo lo creía realmente, él hacía que en mi barriga brotaran mil mariposas cuando me miraba y me decía esas cosas. 

Una rosa para el recuerdo/ Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora