CAPITULO 24

171 13 7
                                    

———★★★———


No hay mal que dure cien años.

—¿Margot? —Aun no puedo creerlo, ha sido tanta mi mala suerte que llevo mis esperanzas a ser tan nulas, llegue a pensar que no encontraría a Margot en tan poco tiempo.

—Si, Ana —me repite ella sonriente —Soy yo, Margot.

—¡Hey! —Un nazi se acerca hasta nosotras porque estamos puestas de pie — ¡Al suelo! ¡Ya!

Me tiro rápido al suelo pero Margot se queda parada. El nazi se va hasta ella para golpearla con un palo pero ella toma el atrevimiento de enfrentarlo decentemente con palabras.

— ¡Soy enfermera! —el general se detiene enseguida —solo iba a curar a esta chica.

El soldado se detiene a no golpearla, ella señala la cruz roja en su brazo y el se retira sin decir nada... Suelto un respiro por no haber recibido ningún golpe, tuve mucha suerte.

—¡Ana! — Margot se viene a mi, la abrazo como nunca antes.

—Te ví cuando te eligieron en Birkirnau —me dice Margot mientras me abraza con fuerza —Pude haber escapado pero seguí detrás de ti y me encontraron las nazis.

—¡Debiste haber escapado Margot!— le regaño—Estuvieras ahora con Mamá y la Señora van pels.

—No iba a dejar que te llevaran a otro campo sola— me aclara.

— Pensé que no te encontraría Margot —le digo mientras lloro un poco en su hombro. Lo hago de alegría y rabia — Te busque como loca durante la caminata.

—Intente perseguirte, pero te perdí de vista . luego me encontraron y me subieron a un camión de privilegiadas, para esto!—Señala la cruz roja en su brazo— Para ser enfermera.

—Al menos pudiste cumplir uno de tus sueños Hermana —tomo sus manos —de una o otra forma debías ser enfermera, soñabas con eso desde niña.

—Así es, Estoy muy feliz de encontrarte de nuevo ¿te duele algo? Tengo un poco de medicinas en esta caja.

Señala con el dedo un pequeño cajón de la cruz roja.

—Mis pies están muy débiles por la caminata hasta aquí —le muestro mis heridas y cortadas— ¿Puedes hacer que sane más rápido?

—Creo que sí —mueve los objetos en la caja buscando algo. —Tengo una crema que hace que cicatricen las heridas más rápido.

Al conseguir tal crema me agrega un poco en los pies, no me molesta pero las heridas me arden al sentir cómo se compacta con las cicatrices abiertas, es un ardor desagradable.

—tengo muy claro qué estás medicinas son para todas las chicas posibles—le susurro al oído —pero deberías guardar algunas a escondidas y cambiarlas por comida si llega a ser necesario.

—Lo haré —asiente con la cabeza —lo mantendré muy en cuenta Ana, pero si descubren eso me mataran.

—¿¡DESCUBRIR QUE!? —Grita una nazi que llega hasta dónde estamos sentadas. Carga un látigo y una pistola colgando de su cinturón.

ANA FRANK EN LOS CAMPOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora