EPÍLOGO

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Abril de 1945|Amsterdam Holanda

Otto Frank. (Padre de Ana)

Los trenes llegan.

Tan llenos de vida que no se puede imaginar tanta alegría en las personas que hemos sobrevivido. A esta horrible guerra que a llegado a su fin.

Los Alemanes derrotados se marchan a su pequeña tierra que hasta ahora a perdido muchos kilómetros de territorio con la frontera.

Bajo del tren que me a traído desde Birkirnau a Holanda. Por obvias razones venimos en tren de pasajeros normales. No en uno de ganado.

Luego somos llevados en camiones grandes y cómodos a un hospital sanatorio

Al entrar me dan una taza de café caliente con azúcar y tres galletas. Enseguida las meto en mi boca, Están deliciosas.

Me siento en la sala de espera, Donde otros cien judíos que vienen de diferentes campos de concentración también esperan a ser atendidos por un doctor.

Vengo desde ravenbuchLe dice la paciente que es llamada por la enfermera, ambas entran al consultorio. Según mis cálculos, esta mujer debe tener veinte kilos de peso.

De tal manera llego a perder la paciencia por tener que entrar al doctor, aunque ya me acostumbro a la cantidad exagerada de personas. Hacen cambio de doctor dos veces para darse descanso uno a otro.

ANA FRANK EN LOS CAMPOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora