CAPITULO 26

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TE RECUERDO.

campo de concentración\Bergen belsen

-¡Ana!

-¿Hannali? -la miro a través del muro de paja que nos separa, por lo poco que veo de su cara. Ha cambiado mucho desde la ultima vez que compartí con ella. En el liceo judío, antes que nos escondieramos en el anexo. Exactamente algún día de junio de 1942.

-¿Ana? ¿En verdad eres tú? -las dos no lo podemos creer por la emoción, eramos mejores amigas en en liceo y volver a vernos aquí en estas condiciones no es muy bueno ni tampoco esperado -imaginé que estabas en Suiza con tu familia todos a salvo -le niego con la cabeza mientras vuelven a llenarse mis ojos de lágrimas -¿Qué a pasado?

-Nos escondimos detrás de las oficinas de papá. En un anexo detrás de Opekta. Estuvimos allí durante dos años -Comienzo a explicarle todo lo que vivimos o gran parte de las cosas para que ella comience a hacerse una idea mentalmente.

-¿Por qué estás de ese lado, y no de éste?-pregunta.

-Tengo varias semanas aquí, en este lado no hay nada de comida. Dormimos en el suelo con las pulgas y piojos que me pican todo el cuerpo Hannali. -e arrancó las costras del cuello que me pican demasiado. Tengo picazón en la piel desde hace unos días. Creo que es falta de higiene

-Esto es horrible-Dice- ¿No has comido nada?

-Margot tiene tres días sin venir-Respondo- trajo un trozo de pan la última vez que vino. Desde entonces no pruebo un bocado -ella se lleva la mano a la boca del asombro.

-Y yo pensé que pasaba necesidad -admite- Espera un momento Ana, voy a traerte algo.

-Por favor -Le digo- Estaré muy agradecida Hannali.

Ella desaparece por unos minutos. Yo me restregó la piel con las uñas por la picazón que me hace enloquecer, y hasta perder la paciencia. Es difícil saber que los piojos y pulgas pueden apoderarse de ti y llegar a matarte, sí, Es fácil entenderlo pero no admitirlo.

-¡Ana! ¿Estás ahí?- Estoy descansando mi espalda en la muralla de paja, Hannali regresó, tan solo tardo unos minutos.

-¡Aquí estoy! -le grité.

-Muy bien, te lanzaré unas galletas que tenía guardadas -solo de pensar lo deliciosas que son se me hace agua la boca, y mi estomago empieza a crujir.

-Esta bien, gracias de verdad Hannali -digo.

-La lanzaré, esta atenta.

Un pañuelo envuelto pasa por encima del enrejado que nos separa y cae casi a mis pies, lo agarro muy rápido y lo escondo entre mi ropa para evitar que el resto vea que tengo comida y quieran quitármela.

-Oh, Ya la tengo -le digo- Gracias Hanna, eres un ángel que me envió Dios para que no muriera de hambre aquí -sinceramente estoy agradecida con ella. Si no fuera así mi cuerpo no aguantaría ni una semana más.

-Te traeré lo que pueda todas las noches a partir de mañana amiga -dice.

-Esta bien, tengo muchas cosas que contarte que me han pasado.

ANA FRANK EN LOS CAMPOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora