8 - En el claro de un bosque

169 15 3
                                    

Hola a todos. En un considerado gesto de bondad subo ahora los capítulos 8, 9 y 10 de esta historia. Sí, tres capítulos juntos, los cuales están dedicados pura y exclusivamente a @jesusm34 como regalo de cumpleaños. En muy poco tiempo te volviste súper importante para mí. Gracias por eso J Y… espero que los capítulos te gusten, y que no me mates si por alguna casualidad te dejo con la intriga de saber qué ocurre a continuación.

A los demás, de verdad muchas gracias por leer. Espero les guste y si así es, dejen sus comentarios y voten J

Gracias a todos, y ahora sí los dejo leer en paz.

 

Felipe y Josefina continuaron con sus encuentros a escondidas. Nadie notó nada extraño, a no ser por Miguel, que parecía darse cuenta de un pequeño cambio en el ánimo de su esposa. Parecía más alegre que antes, aunque no lo demostraba en la intimidad. Continuaba resistiéndose a disfrutar esos momentos. De todos modos, Miguel ya no se preocupaba tanto por ello. Ahora saciaba sus necesidades sexuales con prostitutas en los burdeles de la ciudad, que eran mucho mejores que su esposa, que parecía un cadáver en la cama. El hombre había cambiado. Ya no era el mismo desde que se casó con Josefina. La frialdad y amargura con que lo trataba su esposa lo habían convertido en alguien más reservado y agresivo, y a la vez en una persona temerosa, temerosa de que lo hirieran. Ya lo había hecho sufrir su esposa con su indiferencia y desinterés, así que temía ser herido una vez más. Pero él, igual la amaba.

Era sorprendente el cambio de Josefina, era una nueva persona. Estaba todo el día sonriendo, le gustaba caminar por la playa y dejar que las olas que llegaban a la orilla acariciasen sus pies, aunque ya no volvió a nadar en el mar. Todavía lo culpaba por la muerte de su familia, y ahora le temía. Había pasado de ser su mejor amigo, a algo despreciable y asesino, lleno de trampas y sediento de las almas de las personas. Era algo mortal. Su padre le había dicho una vez que el mar no tenía la culpa de la muerte de su madre y sus hermanas, pero si no la tenía él, ¿quién la tenía? Habían muerto ahogadas en el océano, eso era lo que le había dicho su padre cuando despertó en la casa de Miguel aquella lejana mañana.

Felipe, al igual que Josefina, no era el mismo de antes. Había llegado con sus padres a Portobelo con la esperanza de establecerse y lograr salir adelante, en aquél mundo lleno de peligros mortales y a la vez de oportunidades únicas de enriquecerse. En poco tiempo habían construido un pequeño rancho y poco después un galpón, a las afueras de la ciudad, cerca de la casa de Miguel y Josefina. El padre de Felipe, Joaquín, era carpintero, y enseguida comenzó a trabajar en el galpón con la ayuda de su hijo, para vender sus muebles y objetos de madera en la ciudad. Al principio, Felipe ponía mucho empeño en ayudar a su padre, pero luego de conocer a Josefina, parecía distraído, como si estuviera en otro lugar. Pasaba el tiempo sentado a la sombra de algún árbol, pensando en aquella bella muchacha, lamentándose de que fuera una mujer casada. Todo el tiempo estaba distraído pensando en ella y únicamente en eso. Pensaba en lo bello que era su cuerpo, su largo cabello castaño, sus ojos color café, sus labios, toda Josefina era una maravilla, como el tesoro de un pirata. Luego de aquél día en que se besaron por primera vez, Felipe pareció perder toda su distracción. Ayudaba con mucho más interés a su padre en el galpón, estaba alegre y sonriente todo el tiempo, parecía muy feliz. Aunque casi todos los días desaparecía en la mañana y regresaba al medio día, siempre sonriendo.

Las vidas de ambos parecían tener más sentido ahora que habían descubierto su amor. Eran más felices que nunca. Casi todas las mañanas, cuando Miguel salía a pescar, Josefina se escapaba y se internaba en el bosque, donde casi siempre estaba esperándola impaciente Felipe, quien la recibía alegremente con un largo beso y un fuerte abrazo, como si quisiera quedarse pegado a ella de por vida, unidos en un beso eterno que nadie pudiera separar.

Esa mañana, ambos enamorados estaban sentados bajo un árbol, como siempre, en el claro del bosque. Hablaban de la vida, del amor, de su amor. Entonces, como ambos sabían que sucedería tarde o temprano, la tan temida pregunta surgió:

_ ¿Qué haremos?_ preguntó Felipe.

_ ¿Con qué?_ dijo Josefina simulando no saber a qué se refería su amante.

_Lo sabes muy bien. Lo nuestro es una relación a escondidas, prohibida. Tú misma me dijiste que nos matarían si nos descubrieran.

_Si, pero nadie va a descubrirnos.

_Ya sé que hemos sido bastante precavidos hasta ahora, pero yo no quiero tener que estar separado de ti.

_Nunca estaremos separados, tenemos este lugar solo para nosotros, nadie viene aquí.

_Me refiero a que odio tener que compartirte con tu esposo.

Josefina se puso seria.

_Ya te lo dije, él no es nadie para mí, me casé por obligación, nunca sentí nada por él más que agradecimiento y rencor. Tú lo sabes, soy enteramente tuya.

_Lo sé, pero no es lo mismo. Nosotros podemos vernos únicamente aquí, mientras que con Miguel puedes hacer lo que te venga en gana.

_Pero yo nunca hago nada con él. No existen momentos íntimos entre él y yo. No lo amo_ dijo la joven poniendo énfasis en sus últimas palabras.

Felipe no quedó conforme, no le agradaba eso de tener que verse a escondidas de todo el mundo, quería algo formal, serio, mostrarle al mundo que una mujer tan hermosa como Josefina lo había elegido a él.

_ ¿Y si nos descubrieran? ¿Qué haríamos?

_No lo sé, ¿tal vez matar al testigo para que no cuente nada?_ bromeó Josefina.

_ ¿Y escaparnos? _hacía tiempo que a Felipe le rondaba esa idea por la cabeza, pero no sabía si Josefina estaría de acuerdo.

_ ¿Escaparnos? ¿A dónde iríamos? No creo que eso sea necesario.

_Pero si alguien llegara a descubrirnos, ¿huirías conmigo? ¿Te escaparías junto a mí para poder estar juntos para siempre?

Josefina vaciló antes de responder. Nunca había pensado en esa posibilidad.

_Debería pensarlo muy bien. Tendría que calcular qué ventajas obtendría una dama bella y elegante como yo al huir con un joven desvergonzado y oportunista como tú_ dijo Josefina coqueteando.

Ambos rieron en la profundidad del bosque. Comenzaron a besarse entre risas, abrazados, envueltos en la esperanza de un nuevo amanecer juntos, la frágil y prematura esperanza de estar juntos por toda la eternidad.

* * * * * * *

Lejos de allí, en medio del mar, un barco de velas negras surcaba las frías aguas del Atlántico. En la cubierta, un hombre, que al parecer era el capitán, daba instrucciones a los marineros. De pronto, uno de ellos se acercó y le dijo:

_Capitán, esto es serio, necesitamos más tripulación, no damos abasto nosotros solos.

_Lo sé muy bien, pero ¿qué quieres que haga? Todavía debemos reponernos de esa última batalla para poder seguir con nuestro plan. Estamos mal. Sé que necesitamos más tripulantes, pero es arriesgado acercarse a la costa, estos son todos puertos españoles, por si no lo sabías.

_Lo sé, capitán, pero pensaba...

_Sé lo que piensas_ Lo interrumpió el capitán_ Yo también he considerado esa opción. Creo que no nos queda otra alternativa, debemos arrasar un puerto español para abastecernos y conseguir tripulantes.

El capitán miró el sol que se asomaba por el este, y a pesar de que estaba de mal humor porque hacía semanas que el viejo Moliner no aparecía, sonrió, y dijo:

_La Reina me mataría si supiera lo que estoy haciendo. Pero todo va a cambiar, debemos tener esperanzas, John. Todo cambiará para nosotros cuando la hallemos, ¡y juro que si no la encuentro dejaré de llamarme Francis Drake!

Piratas, fantasmas y sirenas. (Josefina Moliner #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora