13 - Encuentro en Tortuga

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Josefina, o José, como la conocían los piratas de Drake, no volvió a abordar el Golden Hind cuando zarparon luego de dos días atracados en Tortuga, el más famoso puerto pirata del Caribe. Habían decidido aprovisionarse en la isla y continuar viaje enseguida, retomando la secreta búsqueda de la isla de la sirena. La española le confió a Gabriel su plan de huir en cuanto tocaran puerto para regresar de alguna forma a Portobelo, segura de que el hombre no la delataría. Incluso lo invitó a que la acompañase, pero éste se negó, argumentando que hacía tiempo que la tierra firme había dejado de ser su hogar. Le deseó buena suerte, y la despidió asegurándole que algún día volverían a verse.

Tortuga era un lugar diferente a todo lo que conocía Josefina. Estaba lleno de marinos, quienes, por las noches, llenaban las tabernas y burdeles de la pequeña isla. Jamás había visto algo que pudiera compararse a una noche en Tortuga. En las tabernas se oía el incesante sonido de la música de los violines y acordeones en armonía con los gritos y las risas de los piratas ebrios. Las peleas eran auténticas batallas campales, algunas de las cuales terminaban con la muerte de uno o más hombres, hecho que resultaba prácticamente indiferente para el resto de las personas. Josefina veía bárbaros por todas partes. Pero luego de analizarlo un momento, llegó a la conclusión de que aquél espectáculo era sin duda alguna la verdadera esencia de la humanidad. Aquellas personas eran libres, vivían como querían, hacían lo que querían, y eran felices.  Cualquier persona puede aprender buenos modales y a respetar las reglas de una sociedad, pero en su interior albergará por siempre ese ancestral instinto de salvajismo, por así decirlo. Aquellas personas, en Tortuga, eran humanos reales, sin títulos de nobleza, sin leyes, eran todos iguales, y eran felices. Aunque Josefina, inteligentemente, no descartaba la posibilidad de que la felicidad de aquellas personas se debiera en parte al elevado grado de alcohol en su sangre.

La huida fue mucho más fácil de lo que se imaginaba. Simplemente no abordó el barco. Se quedó parada en el muelle, observando cómo aquél navío se alejaba lentamente hacia el horizonte, en busca de riquezas y, secretamente, en busca de la isla de una sirena.

Josefina entró en una taberna. Era de día, y de las pocas personas que se encontraban allí, la mitad estaban dormidas en el suelo o en alguna silla, borrachas. La muchacha debía encontrar a alguien que la pudiese llevar nuevamente a Portobelo. Recorrió con su vista el lugar. Había cuatro personas sobrias, una de las cuales, un hombre de tez morena, de barba y cabello negro que estaba sentado a una mesa junto a otro hombre bebiendo licor, la miraba curioso y con expresión pensativa. A la muchacha esto la puso nerviosa, y salió del lugar. En realidad había decidido salir porque había sólo cuatro personas en la taberna, y no tenían aspecto amigable. Resolvió ir al muelle a probar suerte. Pero no llegó a caminar diez pasos, cuando, a sus espaldas, una voz que le resultó remotamente familiar dijo:

_Eh, tú, muchacho.

Josefina volteó sorprendida, se trataba del hombre de la taberna, el que la observaba.

_Ven aquí_ ordenó el hombre. No era muy alto, su piel estaba tostada por el sol, tenía una barba negra de unas semanas, y tenía unos kilos de sobra. Sus ojos eran marrones, y su corto cabello, negro. Vestía una camisa verde bastante sucia bajo un viejo chaleco de cuero, pantalones marrones y grandes botas negras. Josefina notó que tenía una espada en el cinturón.

_He dicho que te acerques_ repitió.

La española avanzó lentamente hacia aquél hombre, las piernas le temblaban de los nervios. Cuando estuvo frente al hombre, a un metro de distancia de él, éste le dijo que se quitara el sombrero que llevaba puesto. Aquél sombrero se lo había dado Gabriel para cubrir su rostro, que según él era bastante delicado como para pertenecer a un pirata.

_ ¿Quién es usted?_ se atrevió a preguntar Josefina.

_Quítate el sombrero_ el hombre estaba serio, y Josefina se dio cuenta de que no era una broma, aquello la inquietaba cada vez más.

La muchacha obedeció, y se quitó el sombrero. Entonces sucedió algo inesperado e insólito, que dejó perpleja a Josefina. El hombre sonrió y la abrazó fuertemente.

_Ah, Josefina, tantos años han pasado ya.

Josefina quedó estupefacta, muda, sin creer lo que sucedía. Aquél misterioso hombre conocía su identidad.

_ ¿Qué dice? ¿Quién es Josefina? Mi nombre es José ¿Quién es usted?

_No me engañas muchacha, sé muy bien quién eres. ¿No me recuerdas?

_No sé quién sea usted, pero mi nombre no es Josefina, me llamo José.

_Por favor, te conozco desde que eras pequeñita, siempre fuiste muy traviesa, no como tus hermanas, ellas eran muy serias y recatadas. Hace tanto tiempo que no nos veíamos.

_ ¿Quién es usted?

_ ¿En serio no me recuerdas?_ preguntó el hombre, extrañado.

_Lo siento, pero es que hace un tiempo tuve un accidente, y perdí parte de mi memoria, hay muchas cosas que no recuerdo.

_Ah, ya veo. Bueno, pues, mi nombre es Edmundo Viñas, y soy amigo de tu padre, Francisco.

Josefina lo miraba incrédula, le parecía imposible encontrarse con un amigo de su padre (quien por el lugar en que estaban dedujo que sería un marino), justo cuando necesitaba que la llevaran hasta Portobelo.

_Lo siento, pero no lo recuerdo.

_Tu padre y yo hemos sido amigos toda la vida, nos criamos juntos e incluso trabajamos juntos_ cuando mencionó lo del trabajo le hizo sonriendo un guiño a Josefina, gesto que no comprendió sino hasta dos días después.

_Pues entonces, le dolerá saber que, falleció hace poco más de dos años.

La cara alegre de Edmundo se ensombreció, la sonrisa en sus labios se transformó en una mueca de tristeza, incredulidad e impotencia.

_ ¿Ha muerto? No puede ser, nunca imaginé que podría suceder algo así. Siempre apostábamos a quién viviría más, pero nunca creí que yo fuera a ganarle. ¿Cómo murió? Cuéntame todo.

_Bueno, es una larga historia. Mi familia y yo viajábamos a Portobelo, pero antes de poder llegar una gran tormenta hundió el barco en el que viajábamos, y mi madre y mis hermanas perecieron ahogadas. Mi padre y yo logramos escapar y llegamos a Portobelo, donde un pescador nos llevó a su casa y nos permitió quedarnos, entonces fue cuando perdí parte de mi memoria. Mi padre comenzó a ayudarlo con la pesca, y tiempo después enfermó de disentería.

_Oh, Francisco se merecía un final mucho más digno de él. No puedo creerlo. Pero dime, ¿qué haces tú en Tortuga, y por qué estas vestida así?

_Esa es otra larga historia. Antes de morir, mi padre me pidió que me casara con Miguel, el pescador que nos encontró en la playa. Cuando murió yo me casé con él, pero nunca lo amé. Tiempo después conocí a un muchacho llamado Felipe, del que me enamoré. Juntos planeamos escaparnos de Portobelo para poder estar juntos. Decidimos embarcarnos en un navío mercante que zarparía en poco tiempo. Yo debería ir vestida de hombre para que no me reconocieran en la ciudad. Pero la noche en que nos íbamos a escapar, los piratas atacaron Portobelo y me secuestraron porque necesitaban tripulación. Hace dos días llegamos aquí, y anoche zarparon nuevamente, pero sin mí. Quiero volver a Portobelo a buscar a Felipe. Es lo único que me importa ahora.

_Pues no se hable más mi niña. Yo tengo un barco y una tripulación, y estoy dispuesto a llevarte a donde tú desees, sólo fija el curso y allí irás. Se lo debo a tu padre. Fue como un hermano para mí.

_ ¿En serio? ¿Me llevará a Portobelo? Muchísimas gracias señor, no sabe cuánto se lo agradezco_ Josefina estaba radiante, feliz, por fin iba a poder encontrar a Felipe y se irían a vivir juntos. Nada ni nadie podría evitarlo.

_Pues claro que lo haré. Pero llámame Edmundo, por favor. Vamos, hace días que mi barco está listo para zarpar, cuanto antes salgamos más rápido llegarás con Felipe.

Los dos echaron a andar por las callecitas de tierra del puerto, bajo un sol radiante. A esa hora Tortuga estaba desierta, dormida. Las personas sufrían en sus casas, las consecuencias de la borrachera de la noche anterior.

Piratas, fantasmas y sirenas. (Josefina Moliner #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora