11 - Un giro inesperado.

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La vida de Josefina terminó la noche del ataque pirata a Portobelo, porque luego de eso su existencia cambió trascendentalmente, fue como si hubiera vuelto a nacer.

Había olor a sal, y se oía el sonido del agua chocando contra algo. Definitivamente ya no estaba en la ciudad. Pensó en Felipe, ¿habían podido embarcarse en el Gerónimo después de todo? No lo recordaba. Un montón de ruidos confusos llegaban a sus oídos, pero no era capaz de interpretarlos, estaba confundida y extraviada. Le dolía el cuerpo, y no podía moverse. Abrió los ojos. Al principio la luz del sol la cegó y le dolió, pero luego sintió un dolor mucho más grande en su cara. Entonces logró recordar vagamente lo sucedido en la ciudad, durante el ataque pirata. Sus ojos fueron acostumbrándose de a poco a la luz solar, haciendo aparecer figuras y siluetas indefinidas que se mezclaban con los sonidos que ahora lograba entender con más claridad. Las figuras frente a ella comenzaron a tomar forma lentamente, hasta que pudo distinguir bastante bien el lugar en el que se hallaba. Era la cubierta de un barco, y a su alrededor caminaban personas desconocidas que no le prestaban atención. Abrió la boca para hablar, pero no le salió la voz, tenía la garganta reseca. Luego de unos minutos que le parecieron eternos, consiguió humedecerse un poco la boca con saliva y entonces pudo emitir unos quejidos que fueron percibidos por una persona que estaba junto a ella. Era un hombre de unos cuarenta años de edad, alto, de barba y bigote cortos, cabello castaño. Se agachó junto a Josefina y le preguntó:

_ ¿Estás bien? ¿Puedes entenderme?

El hombre hablaba inglés, pero Josefina podía entenderlo, había aprendido aquella lengua, pero no sabía cuándo, no lo recordaba. Probablemente había sido cuando vivía en España. Josefina asintió con la cabeza, y el hombre volvió a hablar:

_ ¿Quieres agua?

Josefina volvió a asentir. El hombre se fue y enseguida reapareció con una especie de cantimplora en la mano. Josefina abrió la boca y el hombre le dio agua para que bebiera. Cuando estuvo satisfecha, la muchacha pareció haber vuelto a la vida, se sentía mucho mejor, parecía que sus sentidos estaban funcionando bien nuevamente, y se dio cuenta de muchas cosas. Que estaba sentada sobre la cubierta de un barco, que tenía las manos atadas, que Felipe no estaba allí con ella, y que aquél no era el barco en el que tenían planeado escaparse.

_ ¿Cuál es tu nombre?_ preguntó el hombre.

_Me llamo Jose... _entonces se dio cuenta de que continuaba vestida de hombre, y de que probablemente aún no habían descubierto que era mujer.

_ ¿Qué? ¿José? ¿Ese es tu nombre?

_Sí yo... yo soy... José.

_Muy bien, José. Te explicaré como son las cosas ahora. Mi nombre es Francis Drake, y soy el capitán de esta nave. Somos corsarios. Te secuestramos anoche, durante el ataque a Portobelo, los muchachos dicen que manejas muy bien la espada. En fin, no te secuestramos por eso, lo hicimos porque nos faltaba tripulación, y era la manera más fácil de abastecernos y conseguir nuevos marineros. Así que ahora estás bajo mis órdenes, ¿de acuerdo? Harás lo que se te ordene sin cuestionar nada, o morirás. Es muy fácil de entender, ¿no crees? Si haces lo que se te dice, en poco tiempo tal vez te dejemos ir, pero si intentas escaparte o hacer alguna tontería, te arrojamos al mar con una bala de cañón atada a tus pies.

Josefina no podía creer la mala suerte que tenía. Pero al ver la expresión amenazadora del tal Francis Drake, asintió con la cabeza, algo temerosa.

_Muy bien, te desataremos y comenzarás a trabajar, se te asignará una tarea.

El capitán se levantó y se alejó caminando por la cubierta. Entonces alguien detrás de ella desató la cuerda que sujetaba sus manos. Josefina lo miró. Era un hombre joven, de tez morena, alto, de rizos negros y ojos marrones. Su mirada era profunda, serena, lo último que Josefina esperaba ver en un pirata.

Piratas, fantasmas y sirenas. (Josefina Moliner #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora