3 - 27 de enero de 1567

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Ha pasado ya una semana desde que llegamos a Portobelo. El barco en que viajábamos naufragó, y mi madre y mis dos hermanas murieron ahogadas. Mi padre me rescató de las aguas tempestuosas, y aferrados con fuerza a un tablón de madera que flotaba en el agua logramos sobrevivir y llegar a tierra firme. Allí nos encontró, inconscientes, Miguel Méndez Ferrer, un pescador de treinta y seis años, quien nos llevó hasta su casa y cuidó de nosotros hasta que nos recuperamos. Nos dijo que podíamos quedarnos allí si queríamos, por lo menos hasta que consiguiéramos un lugar donde vivir. Él sale todas las mañanas en su pequeño bote y regresa hacia el ocaso, cargado de pescados de distintos tamaños y apariencias. Lo conocí dos días después de que nos encontrara en la playa y nos llevara a su hogar. Me desperté en la madrugada y no pude volver a dormirme, así que decidí salir a caminar por la playa. Caminé unos veinte metros por la arena y me senté a observar el amanecer. Entonces, sin que me percatara de su presencia, él se acercó a mí por detrás y me dijo:

_Deberías estar durmiendo. Una dama no debe quedarse sola por estos lados, hay mucho forajido suelto.

Me volteé rápidamente y descubrí a un hombre alto, robusto, de amplia espalda, la piel tostada y curtida por el sol y la sal, de cabellos negros y rizados, una barba de algunas semanas, ojos marrones, sus brazos descubiertos mostraban cicatrices de varios tamaños, ocasionadas probablemente por antiguas riñas y peleas.

_Tu nombre, si mal no recuerdo, es Josefina, ¿verdad?

_Así es_ respondí algo nerviosa.

_Es un bello nombre. El mío es Miguel Méndez Ferrer, pero puedes llamarme sólo Miguel.

_Es un placer. Creo… que debo agradecerte por habernos salvado la vida a mi padre y a mí. Y no deberías preocuparte por mí, sé cuidarme sola.

_ ¿Eso es lo que crees? Yo no estoy muy seguro de ello. El Nuevo Mundo es un lugar salvaje, muy distinto a la España que conoces. Aquí hay criaturas monstruosas y hambrientas dispuestas a engullirse todo lo que se les cruce en el camino. Y no olvidemos a los indios, los nativos de aquí son salvajes y muy peligrosos. Además de ellos también hay bandidos, y los piratas, los ladrones más sanguinarios de los siete mares. ¿Realmente crees que es una buena idea quedarse sola por estos lados?

Diciendo esto, Miguel se alejó caminando tranquilamente por la playa hasta su bote, donde comenzó a preparar sus cosas para salir a pescar, al igual que todas las mañanas.

La primera impresión que tuve de aquél hombre no fue muy buena, me pareció arrogante y descortés, pero en algo tenía razón, ahora estábamos en el Nuevo Mundo, una tierra salvaje llena de peligros desconocidos que acechaban desde la tierra y el mar.

Miguel nos permitió quedarnos en su casa a vivir, ya que no teníamos dinero para comprar un terreno. Mi padre comenzó a acompañarlo a pescar. Salen todos los días en la madrugada en el bote, y regresan en la tarde. A mí no me gusta para nada aquella idea, ya que tengo que quedarme sola en la casa durante todo el día, esperando con impaciencia a que regresaran. A veces vamos hasta la ciudad fortificada de Portobelo, que no queda muy lejos de la casa de Miguel. Recorremos la ciudad observando las cosas que ofrecen los mercaderes en sus pregones. Mi padre, en uno de nuestros viajes a la ciudad, consiguió una vieja espada, y me la dio para que pudiera defenderme de cualquier cosa en su ausencia. Es que las palabras de Miguel surtieron efecto, y ahora me da algo de miedo estar sola en la playa. El único inconveniente era que jamás en mi vida había sostenido una espada.

_No hay problema_ me dijo una tarde en que estábamos conversando_. Yo te enseñaré a usarla.

Desde ese día, todas las tardes mi padre y yo permanecemos varias horas en la playa, practicando el uso de la espada. No he avanzado mucho, pero según mi padre voy mejorando bastante, y ya casi he perdido el miedo de salir a la playa sola, mientras mi padre y Miguel están pescando. Llevo la espada conmigo todo el tiempo, aunque no sea una experta usándola, me infunde seguridad y confianza en mí misma.

Piratas, fantasmas y sirenas. (Josefina Moliner #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora