23 - Vientos del Sur

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La cueva se llenó de luz, y un grito desesperado que surgió de lo más profundo de Francis Drake resonó en las paredes de la caverna. Los piratas cerraron sus ojos para no quedar cegados por la brillante luz blanca que manaba del lago y del cuerpo de la sirena. Cada rincón oscuro de aquella húmeda y solitaria caverna se iluminó por unos minutos, hasta que la luz se esfumó y la cueva volvió a su estado sombrío. Todos abrieron sus ojos y miraron instintivamente hacia el lago. Josefina se hallaba parada en medio de él, junto a Lucía, quien ya no era una sirena, sino una mujer con un par de piernas. Ambas salieron del lago rápidamente. A Lucía le costaba demasiado caminar, ya había olvidado cómo hacerlo. Al salir del agua todos quedaron sorprendidos. Lucía era una hermosa y joven mujer. Estaba desnuda, pero parecía no importarle. Josefina pidió algo para que se tapara y se secara, pero Lucía no quiso nada. La luna llena ya casi no se reflejaba en el lago, seguía su curso atravesando el firmamento, indiferente de lo que acababa de ocurrir allá abajo, en el mundo de los hombres.

_No lo entiendo_ dijo entonces Josefina_. No pude pedir mi deseo.

_Sí, tuviste lo que deseabas.

_Pero no pedí nada.

_No, no lo hiciste. Por eso, cuando yo bebí de la copa, se cumplió lo que más deseaba tu corazón.

_ ¿Y qué era ese deseo?

_Descúbrelo tú misma.

A continuación, Lucía se paró derecha y extendió los brazos a los costados, su cuerpo era realmente hermoso. Los piratas la veían embelesados. Entonces un viento frío entró a la cueva por el túnel. Era un viento helado que calaba los huesos de todos los presentes. La ráfaga recorrió la caverna hasta llegar a Lucía, y comenzó a girar a su alrededor. Súbitamente, el aspecto de la mujer fue cambiando rápidamente, su piel dorada se empalidecía y se arrugaba, el cabello, antes negro como la noche, comenzó a aclararse hasta quedar blanco como la nieve, y sus ojos verdes se vidriaron y perdieron todo el vivo color que antes poseían. Lucía estaba recuperando todos los años a los que había permanecido inmune mientras tenía la maldición. La mujer estaba envejeciendo. El viento continuó girando alrededor de Lucía hasta que quedó escuálida, como una criatura desnutrida y moribunda. Nadie hubiera podido decir que unos minutos atrás aquella persona hubiera tenido una hermosa piel dorada, el cabello tan negro como la noche y unos penetrantes ojos verdes que mantenían viva la llama de la esperanza de libertad. Ahora ella era libre, pero debía pagarlo caro, con su vida.

La ráfaga de viento helado ascendió rápidamente y salió de la cueva por el agujero en el techo. Lucía, o lo que quedaba de ella, se bamboleó un poco y cayó de espaldas al lago, donde se hundió rápidamente. Todos los presentes estaban atónitos, se miraban incrédulos entre ellos sin poder explicarse lo que acababa de acontecer. Entonces, en la superficie del lago apareció una figura humana, que emanaba una tenue luz blanca de su cuerpo, un hermoso cuerpo de mujer joven y bella, con cabello negro como la noche y penetrantes ojos verdes. Era el espíritu de Lucía.

_Gracias por todo Josefina_ dijo ésta.

Entonces, otra figura apareció a su lado, era el fantasma de Bernardo Moliner.

_Al principio dudé de ti, pero realmente has demostrado que perteneces a mi familia, y te estaré eternamente agradecido. Ahora nos vamos, al otro mundo, juntos, como debió ser desde el principio.

_Aguarda_ dijo Josefina_. Aún no sé cuál fue mi deseo.

_Está detrás de ti_ dijo Lucía señalando con su brazo. Luego los fantasmas se miraron sonrientes, y con un último beso, sus luces se unieron y fueron apagándose, desvaneciéndose en la oscuridad de la caverna, hasta desaparecer para siempre.

Josefina miró hacia atrás. En el suelo, un cuerpo que hacía rato que estaba muerto comenzaba a moverse, y a respirar nuevamente. Cuando abrió por fin los ojos, Felipe fue sorprendido por el beso de Josefina, quien estaba arrodillada a su lado, llorando de alegría al ver vivo a su amado. Éste se incorporó, y abrazó fuertemente a la muchacha para que nunca más pudieran separarse nuevamente.

_Tú, me robaste mi deseo_ dijo furioso Drake_. Todo el trabajo que pasamos buscando la isla, todo por lo que luchamos estos años, todo ha sido en vano, todo por tu culpa.

_Es lo que te merecías, por haber asesinado a mi familia.

Drake rió a carcajadas.

_Ah, ¿sí? Pero dime, justiciera, ¿acaso tú no has asesinado a nadie en tu vida? ¿Jamás has decidido ponerle fin a la vida de otra persona, sólo porque se interponía entre tú y tus deseos?

Por la cabeza de Josefina pasaron rápidamente las caras de las personas que habían muerto bajo su espada. Los borrachos en la playa, los marinos de Drake durante el ataque a Portobelo, los piratas que atacaron el barco de Edmundo, y otra vez los corsarios de Drake en la cueva de la sirena, allí mismo donde se encontraban ahora. Incluso Felipe, había muerto bajo su espada. Drake tenía razón.

_Ah, veo que sí lo has hecho. Entonces, si no me equivoco, lo justo sería que las familias de todas las personas que asesinaste obtuvieran su venganza, tal como lo hiciste tú, ¿no es así?

Josefina no sabía qué decir, Drake tenía toda la razón, era una asesina, igual que él. Entonces comprendió. Los piratas asesinaban personas por todo y por nada. Ella ya no volvería a vivir en tierra firme, ese lugar había dejado de ser su hogar hacía ya mucho tiempo, pero no lo había notado. Ahora su lugar era el mar, a bordo de un galeón pirata. Ese era el único lugar donde deseaba estar. Ahora ella era una pirata.

_Tienes razón_ dijo indiferente_. Pero, así somos los piratas, algún día lo entenderás_ Y dirigiéndose a sus hombres_. Vámonos, ya nada tenemos que hacer aquí.

Francis Drake no podía creer lo que acababa de decir aquella mocosa insolente. Miraba incrédulo a aquella joven muchacha española de melena castaña, que pretendía enseñarle a él a ser un pirata.

Josefina y sus piratas, incluido Gabriel, se llevaron lo necesario de la cueva y salieron por el oscuro túnel, dejando solos, desarmados e incrédulos a Drake y sus corsarios. La tripulación del María Eugenia regresó a su barco. Josefina iba junto a Felipe en un bote, besándose y abrazándose felices. La muchacha sentía un poco de lástima, ya no volvería a ver a su familia con vida otra vez, pero en el fondo sabía que estar con Felipe era lo que realmente más deseaba su corazón.

El María Eugenia, o Indomable, como más tarde pasó a llamarse luego de que Josefina decidió cambiarle el nombre, zarpó y atravesó la entrada de la isla de la sirena. El viento del sur soplaba a favor, hinchando las blancas velas y haciendo avanzar al galeón hacia el horizonte, donde comenzaba a asomarse el sol en un cielo despejado. Los enamorados estaban en proa, abrazados y mirando el mar. Josefina dejaba que el viento revolviera sus cabellos castaños, que habían crecido un poco. Entonces, en medio de su felicidad, Josefina recordó un sueño que había tenido hacía ya mucho tiempo, un sueño de una joven muchacha española que danzaba con el viento y las olas en la cubierta de un barco llamado Aurora, que luego se hundía en el mar mientras ella caía al agua, sola y presa de una gran desesperación, bajo un tormentoso cielo de enero. Un antiguo sueño que tuvo antes de despertar en una habitación desconocida con una pequeña ventana por donde entraba el sonido de las olas, y que tenía un fuerte olor a pescado. Era un sueño que había tenido justo antes de despertarse en una vida totalmente distinta, en un mundo de fantasmas, sirenas y piratas; un sueño, que tuvo justo antes de amanecer, en el Nuevo Mundo.


Bueno... Otra historia que llega a su fin. Es triste decir adiós a los personajes que uno crea... Pero este no es el caso. Aún queda más de Josefina, Felipe y los piratas para contar. Pronto estaré publicando la segunda parte de la historia de Josefina Moliner, así que estaré esperando sus lecturas. Bueno, quiero dar las gracias a todos aquellos que se tomaron su tiempo para leerme, y que dejaron sus comentarios y apoyaron con sus votos. De verdad muchísimas gracias. Aprecio mucho todo eso. Para mí es un honor haber creado algo que le haya gustado a tantas personas, me hace sentir genial.

Creo que no queda nada más que decir... Nos despedimos por ahora, pero pronto espero volvamos a encontrarnos, cuando los vientos del Sur nos llamen nuevamente a zarpar en otra aventura.

De nuevo muchas gracias a todos, y nos vemos pronto! Cambio y fuera :)

Piratas, fantasmas y sirenas. (Josefina Moliner #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora