14 - 11 de abril de 1569

112 12 5
                                    

Hace dos días que estoy a bordo del María Eugenia, la nave pirata de Edmundo Viñas, un amigo de mi padre que encontré en Tortuga, quien se ofreció a llevarme a Portobelo. El María Eugenia era un galeón español que fue robado por Edmundo y sus piratas hacía mucho tiempo. Edmundo me trata muy bien, es un hombre servicial, bondadoso, caballeresco, alegre y simpático, que siempre está haciendo bromas, e incluso muchas veces permite que los marinos jueguen a las cartas o a alguna otra cosa. Ambos dormimos en el camarote, yo en su catre y él en una hamaca. No demoré en darme cuenta de que era un pirata, pero no le dije nada, lo único que me llamó un poco la atención fue saber que mi padre tenía amigos piratas. La tripulación es, casi en su totalidad, de nacionalidad española, pero también hay un portugués. Los marinos también son muy alegres y simpáticos, muy diferentes a los del Golden Hind.

Ayer me asaltó una duda. Estoy convencida de que voy a ir a Portobelo para escaparme con Felipe. Pero no me había puesto a pensar en él. ¿Qué habrá sido de Felipe? ¿Habrá logrado escapar de los piratas de Drake o habrá caído a manos de uno de ellos? Y si había sobrevivido, ¿estaría aún esperándome en Portobelo? ¿O habría decidido salir en persecución mía? ¿O acaso tal vez haya creído que morí y que ya no regresaría con él? No podía contestar ninguna de estas interrogantes que me estaban enloqueciendo. Estaba muy nerviosa. Decidí acostarme en mi catre y despejarme un poco, olvidarme de todo y poder dormir tranquila.

Cuando desperté era de noche, toda la tripulación del barco dormía, se oían los sonoros ronquidos de Edmundo dentro del camarote, acostado en su litera. Como no pude volver a dormirme, decidí subir a cubierta. Afuera corría un viento frío proveniente del sur, y se sentía un penetrante olor a sal. Los marinos dormitaban serenos, mientras yo avanzaba lentamente por la cubierta del barco, dirigiéndome hacia la proa, desde donde se veía un tenue resplandor sobre el mar.

Nuevamente eran mi madre y mis hermanas. Me quedé hablando un rato con ellas, contándoles mi experiencia en Tortuga y la oportuna aparición de Edmundo. Pero en cierto momento de la conversación, una pregunta cruzó fugazmente mi cabeza, distrayéndome te todo lo demás:

_Mamá, ¿qué fue lo que ocurrió aquella noche, a bordo del Aurora?

_ ¿Acaso no es algo obvio?_ preguntó sarcástica mi madre.

_Si, ya sé lo que sucedió, pero es que, no logro recordar nada anterior a mi despertar en casa de Miguel.

_Te lo aseguro, no quieres recordarlo.

_Luego del naufragio mi memoria se dañó, y perdí casi todos mis recuerdos de nuestra vida en España.

Mi madre me miró pensativa, yo conocía esa mirada, estaba evaluando si debía decir lo que estaba pensando.

_Hija, debo decirte algo. No culpes a tu padre, él lo hizo para protegerte, quería que tuvieras una vida feliz, diferente a la que tenía él.

_No te entiendo_ dije extrañada.

_Aquella noche, el Aurora no naufragó, hija, el Aurora fue atacado por piratas.

_ ¿Qué? Pero papá dijo que...

_Tu padre te dijo que había sido un naufragio porque quería protegerte de los peligros de la piratería. Él estaba dispuesto a cambiar la vida de ambos, y creyó que lo mejor era borrar todo vestigio del pasado y que tuvieras otra imagen de los hechos de aquella noche.

_Pero, ¿por qué los atacaron?

_Esa es otra parte de la historia, probablemente la que te cause más dolor, pero creo que es hora de que lo sepas, hija. Tu padre, era un pirata.

_ ¿Esto es una broma? ¿Estás jugando conmigo? No puede ser así, mi padre era un pescador, él me lo dijo.

_Te dijo eso para ocultar la verdad, él era un pirata Josefina.

Me quedé muda, petrificada, perpleja, a cada momento era como si mi vida fuera atacada a cañonazos, haciéndome ver que todo en lo que yo creía, mi vida entera, los recuerdos que aún guardaba, todo era una mentira, un engaño. Por más que hubiera sido por mi bien, dolía mucho enterarse de algo así.

_Cuando me casé con Francisco yo sabía que era un pirata, pero no me importó, yo estaba enamorada, y mi familia no pudo impedir que me escapara con él. Estaba dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de estar junto a él, sin importar lo manchada que quedara mi honra. Luego nacieron ustedes, tus hermanas y tú, y tu padre decidió permanecer más tiempo en tierra firme para poder criarlas. Pero había cierto corsario inglés, que por razones sin importancia necesitaba la ayuda de tu padre para encontrar un mágico tesoro. Como Francisco se negó a ayudarlo, éste hombre lo secuestró, se lo llevó por la fuerza. A los pocos días tu padre reapareció en casa, había logrado escapar. Decidimos huir de España y venir a vivir a Portobelo, con la esperanza de comenzar una nueva vida. Pero el corsario nos interceptó en pleno Atlántico, y fuimos abordados. A tus hermanas y a mí nos ataron de pies y manos y nos arrojaron al mar, donde morimos ahogadas. Pero tu padre y tú lograron escapar y llegar sanos y salvos a Portobelo.

Mi cabeza daba vueltas y vueltas sin cesar. Estaba muy confundida. Todo mi mundo, mi vida, mis recuerdos, toda mi existencia estaba basada en mentiras, grandes pilares de mentiras que ahora, al revelarse la verdad, se derrumbaban y caían estrepitosamente sobre mí, levantando una gran nube de tierra que me dejaba ciega, aturdida, perdida entre los escombros de mi vida, sin rumbo. Ahora estaba impotente ante el mundo, me sentía pequeña, desnuda, indefensa, incapaz de continuar viviendo. A pesar de todo, pude recobrar mi fuerza y permanecer de pie, resistiendo ante aquella avalancha de verdades que querían tirarme abajo.

_ ¿Quién era el pirata que atacó el Aurora? ¿Quién fue el pirata que las asesinó?

El rostro de mi madre se tensó. Estaba nerviosa. Luego de vacilar un momento, dijo:

_No quise decírtelo antes por temor a que cometieras una estupidez. El pirata, o mejor dicho el corsario, que atacó el barco de tu padre aquella noche, fue Francis Drake, hija.

Sentí que me daban una fuerte patada en el estómago. Eran increíbles las coincidencias que ocurrían en la vida. El mismo canalla que había asesinado a mi madre y mis hermanas, era el mismo canalla que me había secuestrado y me había hecho trabajar en su barco.

_ ¿Por qué no me lo dijiste?

_Tenía miedo de que, teniéndolo tan cerca, quisieras vengarte de alguna manera. Por eso no te lo dije antes.

_No puedo creerlo. Ese maldito. Por su culpa tuvimos que huir de España, ustedes murieron, y papá se enfermó de disentería. Todo fue su culpa. Hiciste bien en no decírmelo, estoy segura de que no lo hubiera soportado y lo habría asesinado con mis propias manos. ¡Cuánto odio siento! Quisiera tenerlo aquí mismo para poder estrangularlo y ver cómo lentamente la vida se le escapa entre mis manos.

Mi madre me dijo que la venganza no era la mejor manera de arreglar las cosas, y que no debía rebajarme a su nivel, no debía convertirme en una vulgar asesina. Pero de algo estoy segura, ese maldito, me las va a pagar muy caro.

Piratas, fantasmas y sirenas. (Josefina Moliner #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora