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El crecimiento acelerado de las niñas había que dado más que claro pues ya aparentaban tener  unos tres o cuatro años, ambas corrían por la casa en compañía de un gato blanco, regalo de parte de Paul, este lobo les había tomado mucho cariño pues les recordaba a la pequeña sobrina de Emily,  ellas estaban tan sumergidas en su mundo que no se daban cuenta de que sus padres las miraban detenidamente, Bella camino junto a Alex, cuando estuvo a su lado le dijo que sería buena idea llevar a las niñas aún pequeño paseo por el bosque, para que pudieran correr libremente y jugar con la nieve.

–Oigan, pequeñas– les hablo la castaña– ¿Quieren ir al bosque? Podrían encontrar copos de nieve

Cuando las pequeña gritaron que si, sus madres las tomaron de la mano mientras Jacob y Leah las seguían cuando llegaron al límite del bosque Leah se escondió detrás de un árbol y después de un par de minutos apareció un lobo de color gris con algunos detalles en café, Jacob solo entro en fase sin importarle mucho su ropa, caminaron tranquilamente por el frondoso bosque, el frío invernal no les importaba mucho pues eran incapaces de sentirlo, cuando llegaron  a un pequeño claro cerca de un risco todos estuvieron jugando un rato hasta que las dos menores decidieron buscar copos de nieve ellas saltaban cuando encontraban uno para poder atraparlos, las dos jóvenes las miraban con detenimiento mientras los lobos estaban alertas por si ocurría algo.

–Edward cree que la respuesta está en Brasil– le hizo saber Bella a su mejor amiga.

–Brasil– dijo en voz baja– Ahí persisten muchas tribus puede ser que si podamos obtener información.

–Crecen demasiado rápido– mustio Bella– No quiero preocuparme pero lo hago de todas maneras.

–Yo también me preocupo– dijo mientras miraba a la cobriza– Son nuestras niñas.

Un ruido en la punta del risco las hizo ponerse tensas, el sonido de las pequeñas pisadas de sus hijas sobre la nieve las hicieron saber que estaba junto a ellas, Alex miraba atenta a esa figura rubia con un porte elegante, Bella dio un paso al frente.

–¿Quién es ella mami?– pregunto Callie.

– Creo que es nuestra prima de Denali.

–¡IRINA!– gritaron ambas castañas en dirección a la rubia, la cuál no dudo en correr, Bella era la más rápida de ambas así que ella salió corriendo en la misma dirección, pero cuando llegó no la encontró pero pudo ver el agua un poco agitada pues Irina había saltado al mar.

Ambas castañas caminaron hacia sus hijas a las cuales pusieron en el lomo de sus acompañantes, caminaron en silencio hasta la casa Cullen, querían preguntar si habían visto a Irina.

Su sorpresa fue aún mayor cuando les dijeron que no, Carlisle no perdió tiempo en llamar a Eleazar y preguntarle por la presencia de Irina en sus tierras, la respuesta fue corta y consciente «Fue a disculparse» tras esa pequeña aclaración todos se quedaron estáticos en sus lugares tratando de pensar en una razón lógica para su huída repentina, Edward vagaba por la cabeza de Alex pero no veía nada.

–¿Que vio Irina exactamente?

– Estábamos caminando– dijo rápidamente Bella.

Jacob medito un poco– Las niñas pescaban copos de nieve– dejo que Edward vagaba por su mente y pudo ver todo como el lo había dicho anterior mente, también pudo ver el rostro perturbado de Irina al ver a las niñas y solo en ese momento Edward lo entendió.

–Irina cree que son niñas inmortales

–¿Qué?– dijo alterado Magnus– Ellas no son así.

–¿Que es un niño inmortal?– preguntaron ambas castañas al mismo tiempo.

Carlisle es el que se tomó el tiempo de explicar todo el tema con calma a pesar de que el estaba igual de preocupado que todos.

–Los niños inmortales son como nosotros solo que en ellos el crecimiento se estanca en la edad en la que fueron convertidos, su mentalidad también, un solo berrinche destruía aldeas completas– lo que diría a continuación le dejaba un sabor amargo– mataban a michas personas, eran extremadamente hermosos y cualquiera se sentía cautivado por ellos, tenerlos es ilegal

–¿La madre de las Delani creo un niño inmortal?– pregunto Bella.

–Sí, y pago el precio.

–Por eso Irina se fue– Rosalie saco sus conclusiones– Ver a las niñas debió de ser un golpe fuerte para ella.

Todos quedaron preocupados pues había suficientes pruebas en su contra en la me te de Irina, tenía la información suficiente para acusarlos de un crimen, Alex sentía un dolor inmenso en la garganta como si quisiera gritar en ese momento le llegó un recuerdo «Recuerda que las Banshee son las mensajeras de la muerte, los gritos de una Banshee presagian la muerte de alguien cercano» Alex no mentiría ese recuerdo la susto, ella miro a todos en la habitación y sin perder tiempo camino en dirección a Jasper.

–Vamos a otro lado– le dijo lo suficientemente bajo como para que solo el la pudiera escuchar.

– Vamos.

Cuando ambos salieron de la casa, comenzaron a correr por el frondoso bosque cubierto de una fina capa de nieve, cuando corrieron lo suficientemente lejos ella por fin hablo.

– Necesitó que saques de aquí a las niñas, a Leah y a Jacob– hablo firme– Ellos sabrán cuidar de ellas.

–También presientes que no terminará bien,¿Verdad?– hablo con un poco de pesar el rubio.

–Sí– las quiero a salvo.

Cuando regresaron a la casa la joven camino en dirección a su habitación junto a sus esposos e hija, cuando llegó pudo verlos abrazando a la pequeña Callie, ella sabía que tenía otra misión que cumplir pero le aterraba pensar en ella y si todo salía mal en la posible guerra ella no saldría ilesa.

Dejo a su familia estar juntos, ella tendría tiempo para estar con ellos, Callie ya era muy madura y aparentaba tener mínimo unos cuatro o cinco años pero aún así no era normal, cuando se encontraba en la soledad de el balcón Magnus entro con ella y puso un hechizo silenciador para que pudieran hablar tranquilamente.

– Supongo que tú abuela te hablo del grito de las Banshee.

– Lo hizo– suspiro cansada– Lo que me preocupa es que solo tengo una oportunidad.

–Yo también estoy preocupado– tomo su mano entre las suyas– pase lo que pase no quiero que des ese grito.

–¿Y si es nuestra única opción?

–No seamos tan negativos.

–Tengo miedo– admitió la castaña.

–Yo también pero no podemos darnos por vencidos en algo que muy probablemente no pase.

La plática se dio por concluida y ambos caminaron al interior de la casa, la joven no dejaba de pensar en eso, pero trato de dejarlo de lado por un pequeño momento.







Solo era cuestión de esperar.












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