3. Narnia ya no es la misma

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(T/N)

El enano, cuyo nombre era Trumpkin, era uno de los narnianos sobrevivientes. Vivía junto con otro enano, Nikabrik, y un tejón llamado Buscatrufas. Trumpkin había sido capturado cuando el príncipe Caspian, telmarino, huyó del castillo al dar a luz su tía a un niño. Caspian era el heredero, pero su tío, Miraz, había usurpado el trono. Nikabrik y Buscatrufas se habían hecho cargo de Caspian en ausencia de Trumpkin pues había resultado herido.

Caspian había escuchado de Narnia por su profesor. Antes de huir, el profesor le dió el cuerno de Susan, pues sabía que recibiría ayuda si lo soplaba. Con el paso de los años, los narnianos creían que podían traernos de vuelta con ese cuerno.

Caspian convenció a los narnianos y éstos se pusieron de su lado. Los narnianos se refugiaban en el altozano de Aslan, en la Mesa de Piedra. Hacía allá teníamos que ir.

Edmund sugirió remar hasta el cabo del Mar de Cristal y llegar a tierra, pues aquello nos dejaría atrás de la colina de la Mesa de Piedra. Nos turnamos para remar, excepto Trumpkin y Lucy.

Al estar cerca de donde queríamos llegar, observé los árboles. Ver el bosque tan callado me provocó tristeza y creo que no fui la única que tuvo esa sensación.

-Están muy quietos. -comenté de repente.

-Son árboles. ¿Qué esperabas? -dijo Trumpkin.

-Solían danzar.

-Poco después de que se fueron, los telamrinos nos invadieron-explicó el enano-. Los sobrevivientes se escondieron en los bosques y los árboles se sumieron en un sueño del que no han vuelto a despertar.

Dirijí mi vista al agua, ya que no estaba remando, y sentí un nudo en mi garganta. Al notarlo, Edmund, que estaba atrás de mí, puso su mano en mi hombro.

-No lo entiendo. ¿Aslan dejó que ésto pasara? -se cuestionó Lucy.

-¿Aslan? Nos abandonó al mismo tiempo que ustedes. -respondió Trumpkin.

-No quisimos abandonarlos. -habló Peter.

-Pero eso no cambia las cosas, ¿o sí?

-Llévanos con los narnianos. Eso sí.

Llégamos a tierra y pusimos el bote en la arena. Escuchamos a Lucy-quien se había alejado un poco de nosotros -hablar con un oso. La única respuesta que Lucy obtuvo del animal fue que éste se parara sobre sus patas traseras y olfateara.

-¡No se mueva, Majestad! -le advirtió Trumpkin.

Todos lo miramos confundidos hasta que el oso empezó a correr hacia Lucy. Ella huyó mientras nosotros tomábamos nuestras armas. Susan ya estaba apuntando al oso, pero no disparó. Lucy tropezó y el oso estaba cada vez más cerca.

-¡Susan, dispara ya! -grité mientras apuntaba al oso y disparaba una flecha que dio en el pecho del oso.

Otra flecha había disparado, pero no fue la de Susan, sino la de Trumpkin.

-¿Por qué el oso no se detuvo?-preguntó Susan.

-Creo que el hambre no lo dejó.-respondió Trumpkin mientras él y los chicos se acercaban a Lucy.

-¿No crees que haya sido un oso parlante? -me preguntó Susan con temor en su voz.

-Lo hubierámos sabido.

Nos acercamos hacia dónde estaban los demás, alrededor del oso muerto. Con una mano, Edmund sostenía su espada y con la otra me impedía el paso. Me llené de temor al pensar en lo que había sucedido, en lo que había hecho.

Our lifetime || Edmund Pevensie x Reader Donde viven las historias. Descúbrelo ahora