11. La isla oscura

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(T/N)

El cielo estaba pálidamente claro, aunque era opacado ante la oscuridad de la isla;era como entrar a un túnel. Nos preparamos, nos pusimos nuestras armaduras, cargué mi ballesta y Lucy se ciñó una espada.

–Cuando sea grande quiero ser como ustedes. –nos dijo Gael.

–Cuando seas grande, sé como eres.–dijo

–Y ya. –concluí.

Una de las cosas aprendidas en este viaje es que no es bueno compararse y que es preferible ser uno mismo. Lucy en especial aprendió ésto.

Cuando estuvimos más cerca de la Isla Oscura, toda la tripulación estaba en la cubierta. Caspian estaba al frente, queriendo darnos apoyo antes de entrar por completo a la isla.

–No importa lo que pase hoy, cada hombre ante mí se ha ganado su lugar en el Viajero del alba. Juntos hemos viajado lejos, hemos afrenta do la adversidad y juntos lo haremos de nuevo. Hoy no sucumbiremos a la tentación del miedo. ¡Valor, jamás se rindan! Nuestro mundo, nuestra vida en Narnia depende de eso. Piensen en las almas que salvaremos, piensen en Aslan... piensen en Narnia.

Alentados por el discurso de Caspian, la tripulación gritó: "¡por Narnia!". Nosotros, obviamente, nos unimos a ellos.

Al entrar en la isla, la bruma verde nos rodeó y todos empezamos a luchar con nuestros pensamientos. Creí escuchar las detonaciones de las armas de fuego, así como aviones. De repente, creí ver a papá, su rostro demostraba consternación.

–¿Papá...?

–Cariño, sé fuerte... te quiero...

Papá volteó y parecía que iba a ser atacado.

–¡Papá!

–Chicos–la voz de Lucy me hizo volver a la realidad, lo mismo para Edmund–, ¿están bien?

Edmund y yo nos miramos. Los dos estábamos siendo probados. Al notarlo, Edmund puso su mano en mi espalda.

–Sí.

De repente, oímos un grito moribundo, nos acercamos a la borda del barco, pero no lográbamos ver por la oscuridad.

–¿Quién eres? –habló Caspian –. No te tememos.

–¡Ni yo a ustedes!

Edmund alumbró con su linterna a una roca cercana en donde había un hombre con una larga y desordenada cabellera gris, vestido de harapos y sosteniendo una espada. Se trataba de lord Roop. Caspian dio la orden de subirlo a bordo, pero justo cuando la tripulación iba a hacerlo, Eustace tomó a lord Roop entré su patas y lo subió al barco. El pobre hombre estaba muy alarmado, casi enloquecido.

–No vamos a hacerle daño–dijo Caspian–. Soy su rey.

–¡Mi rey! Nunca debió venir. No hay saluda de este lugar. ¡Pronto, tienen que dar la vuelta al barco antes de que sea tarde!

–Tenemos la espada, hay que irnos.–dijo Edmund y Caspian ordenó a Drinian dar la vuelta.

–¡No piense, señor! –alertó lord Roop–. No deje que conozca sus miedos o se convertirá en ellos.

–Ay, no. –dijo Edmund como si hubiera hecho algo malo.

–Edmund, ¿en qué pensaste? –le pregunté.

Se acercó rápidamente a la borda, cosa que imité y vimos un enorme dorso en el agua. Tenía que ser una broma, una cruel y terrible broma. El barco sufrió una fuerte sacudida haciendo que todos cayéramos. Del agua emergió una enorme serpiente marina. Eustace, con Reepechip encima, se enfrentó a la serpiente, en uno de esos golpes, Reepechip salió volando y cayó en las cuerdas del barco.

Chocaron contra el barco un par de veces, la serpiente sumergió a Eustace y lo estrelló contra una roca. Eustace respondió escupiendo fuego en la cara de la serpiente, que por un momento quedó rendida.

No entendiendo que el dragón estaba de nuestro lado, lord Roop le lanzó la espada para herirlo e hizo que el dragón se fuera a causa del dolor. Enloquecido por el miedo, lord Roop tomó el timón para escapar, Rynelf lo calmó con un golpe.

–¡Todos a los remos, ahora! –ordenó Drinian.

Lo único en lo que pude pensar fue:"Aslan, si alguna vez nos haz amado, por favor, sálvanos". La serpiente no tardó en enrollar el barco con su cuerpo.

–¡Chicos! –nos habló Caspian tomando el timón –. Hay que envestirla. La aplastaré contra las rocas.

Edmund subió al castillo de proa para distraer a la serpiente y conducirla a las rocas. Después de un gran susto, Edmund logró el cometido y disparé una flecha que dio justo en el ojo de la serpiente. La fuerza del choque del barco hizo que Edmund saliera disparado desde donde estaba hasta la cubierta.

Ayudé a Edmund a incorporarse. De repente, la serpiente adquirió muchos brazos. Iba a atacarnos de no ser porque Rynelf nos empujó fuera de su alcance. Caspian tomó una espada y cortó uno de los muchos brazos de la serpiente la cual se desvaneció al momento de ser cortada.

–Dejen que se acerque. –dijo Edmund yendo hacia el mástil.

Caspian, yo y la tripulación empezamos a atacar a la serpiente para provocarla. Ya la teníamos, pero Edmund parecía perdido. Tal vez volvía a ser tentado.

–¡Ed, no cedas! –grité con todas mis fuerzas–. ¡Hazlo ahora!

Su espada brilló y la serpiente se acercó de nuevo a él. Edmund enterró la espada en la serpiente y la derrotó. La isla empezó a desvanecerse y la luz empezó a penetrar. El hechizo se había roto.

Edmund bajó del mástil, fui a su encuentro y nos abrazamos felices de que estábamos bien después de todo.

–La próxima vez, piensa en un unicornio. –dije haciendo que riera. Finalmente había vencido sus miedos y estaba feliz por eso.

A lo lejos, botes venían hacia nosotros. Los que habían sido vendidos como esclavos habían sido liberados. Gael se lanzó al agua, junto con su padre, cuando vio a su madre. Nos acercamos a Lucy y la abrazamos. Se había encariñado con la niña. Caspian se acercó y se unió al abrazo.

–Lo hicimos–dijo Lucy–. Nunca dudé.

–No fuimos solo nosotros. –agregó Edmund.

Sonreí entendiendo a qué se refería. Justo en ese momento, alguien llamó a Lucy. Fuimos a asomarnos al otro lado del barco y ahí estaba Eustace, nadando y volviendo a ser humano.

–¡Eustace, veo que te cortaron las alas! –exclamó Reepechip alegremente para luego zambullirse en el agua con él–. Cuando el cielo se una al mar, las olas han de endulzar...

Reepechip recordó esa canción y luego probó el agua. Sorprendentemente, era dulce. Más allá de donde estábamos, el horizonte ya no se veía azul, sino blanquisco.

–La nación de Aslan. Debemos estar cerca.

Our lifetime || Edmund Pevensie x Reader Donde viven las historias. Descúbrelo ahora