6. My beloved

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(C/O):color de ojos.
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Edmund

No eres un héroe.

Nunca traté de serlo, solo hice lo que tenía que hacer y no quiero ignorar eso ahora. Tal vez no pueda pelear en las tropas inglesas, ¿pero qué más me queda? Podría ayudarles si tan solo me escucharan. ¿Es que nunca seré suficiente ni siquiera para mi novia?

No presté atención a la espada hasta que sentí que la navaja me cortaba. Tomé el pedazo de suciedad recién cortada y la lancé al mar. Sentí un dolor punzante en la mano, miré y tenía grande herida que empezaba a sangrar.

-¡Majestad! Déjeme ayudarle.

Las palabras se atoraron en mi garganta al ver a Rynelf sacar un pañuelo y convertirlo en una venda para mi mano. Lo amarró como pudo y ejercí un poco de preción con mi otra mano.

-Gracias, Rynelf.

-No hay de qué. Ha terminado de limpiarla-dijo Rynelf fijándose en la espada -, ha hecho un buen trabajo. Se ve magnífica.

Miré la espada; en efecto, se veía magnífica. Rynelf se había dado la vuelta para irse cuando lo llamé.

-Rynelf, ¿tienes familia?

Rynelf sacó de su chaleco una hoja de papel, la desdobló y me la mostró. Era un dibujo en donde estaba él, su esposa, un niño y una niña. Los cuatro tenían rostros sonrientes.

-Ella es mi esposa, Amoret, y mis dos hijos:Ilaria y Gerd. El dibujo nos lo hicieron en un festival de otoño.

Rynelf me contó cómo conoció a su esposa:él era un joven comerciante y en uno de sus viajes, al detenerse en una posada de Galma, la hija del dueño llamó su atención, era Amoret. Se vieron cuando podían mientras él estaba en Galma, pero tuvieron que separarse. Él hacía paradas en Galma cuando le era posible solo para verla. Hasta que decidieron casarse. Al principio, ella no estaba de acuerdo con que Rynelf siguiera viajando, pues estaba fuera de casa, pero se quedó tranquila cuando él le dijo:siempre volveré a ti.

-¿Cómo supiste que era la indicada?-pregunté.

-No podía ver el futuro sin ella conmigo. Sabía que, si me casaba, mis viajes serían limitados y a mí me gustaba mi trabajo, pero logramos acomodarnos de tal manera que no pasara tanto tiempo fuera de casa. Hubo cosas que ambos tuvimos que sacrificar, pero lo hicimos sabiendo lo que recibiríamos.

En Inglaterra, (T/N) y yo somos jóvenes, por lo tanto no hemos tenido que hacer sacrificios significativos, aunque hemos tenido que recorrer grandes distancias para vernos, hubo noches en las que uno no durmió para ayudar con sus deberes al otro o uno de los dos necesitaba ser escuchado. Hemos tenido nuestros altibajos, pero lo haría todo otra vez solo por ella.

-Por lo que sé-habló Rynelf-, su majestad tiene más experiencia que yo, pero ¿me permite darle un consejo? -asentí en respuesta -. No deje que los problemas ni las diferencias interfieran con su relación, son sólo baches en el camino. El tiempo que lleva con la reina (T/N) demuestra que son tal para cuál y que no se encuentra dos veces a una chica como ella ni a un joven como usted.

Sonreí por todo lo que me dijo.

-Gracias, Rynelf.

-No hay de qué, majestad. -hizo una leve reverencia y se fue.

(T/N) y yo hemos durado tanto tiempo que aunque las circunstancias estén en nuestra contra mis sentimientos siguen siendo los mismos y supongo que los de ella también, de lo contrario no seguiríamos juntos.

Tal vez fui egoísta al pensar en no decirle que me enlistaría. No pensé en qué pasaría si no regreso. La lastimaría y la dejaría sola, a ella y a mi familia.

Tomé una decisión. Me levanté y fui a buscarla. Tal vez iba muy rápido o aún estaba absorto en mis pensamientos, pero no me di cuenta de que ella venía hacia mí hasta que chocamos. Después de disculparme, abrí mi boca para hablar al mismo tiempo que ella habló.

-Habla tú primero. -dije. Ella iba a hablar hasta que...

-Edmund, ¿qué te pasó en la mano?

-Estaba limpiando la espada y me corté, pero estoy bien.

-¿Seguro? ¿Quieres que llame a Lucy para que te dé de su poción?

Por un momento me perdí en sus bonitos ojos. Esos ojos color (C/O) son mi debilidad. Cedería hasta la mitad de Narnia si ella me lo pidiera mirándome suplicante, aunque eso me metiera en problemas con Caspian y Peter.

-Esrit bien. ¿Qué querías decirme?

-Estuve pensando y... creo que fui egoísta. Aún cuando una guerra es peligrosa, sé que tienes experiencia y serías muy bueno si tan solo te escucharan. Si me preocupo por ti es porque te amo, pero he escuchado tus razones y no quiero obligarte a hacer algo que no quieres. Aparte,entiendo tu frustración;yo haría lo mismo en tu lugar.

–¿En serio?

–¿Por qué crees que me metí a la W.A.F.?

Aquello me tomó por sorpresa.

–Si quieres seguir intentándolo, hazlo. Soy tu novia no tu jefa.

-De hecho eres una reina y mi casi prometida-sonrió al escucharme decir eso-, pero entiendo tu punto. No pensé en que esto te llegaría a afectar tanto como a mí. Bueno,a todos nos afecta diferente –suspiré–. Creo que será mejor no volver a intentarlo.

-¿Qué?

-Seguramente ya todas las zonas de reclutamiento están advertidas sobre un tal Alberta Scrubb que no alcanza la mayoría de edad.

-¿Alberta Scrubb? -preguntó (T/N) riéndose.

-Tomé la identificación de mi tía.

-¿Por qué?

-No tengo idea-ambos reímos-. Como sea. Espero que cuando cumpla dieciocho la guerra haya terminado, pero mientras no quiero dejarte sola-puse mi mano en su mejilla y la acaricié-. Perdón por no decirte.

-Descuida. Solo recuerda que puedes decirme todo.

Nos abrazamos y me sentí aliviado.

***

Al atardecer, estábamos cerca de una isla.

-Se ve deshabitada-dijo Caspian-, pero si los nobles siguieron la bruma tuvieron que parar aquí.

-Tal vez sea una trampa. -dijo Drinian.

-O tal vez hallemos respuestas. -opinó (T/N).

Drinian parecía estar en desacuerdo, como siempre que alguien que no es él o Caspian dice algo.

-Caspian. -lo llamé.

-Pasaremos la noche en la orilla. Quiero recorrerla en la mañana.

Nos preparamos para zarpar y llegamos a tierra cuando empezó a oscurecer. Parecía haber un bosque atrás de la playa y el clima era agradable. Cenamos algo y nos fuimos a dormir. (T/N) se acostó en mi pecho, empecé a acariciar el borde de su ceja y luego su mejilla haciéndola sonreír.

-Te amo, mi rey.

-Y yo a ti, mi querida reina. Mucho.

Besé sus labios y luego la punta de su nariz (T/N) se acurrucó en mi pecho y ambos nos sumimos en un sueño tranquilo.

Our lifetime || Edmund Pevensie x Reader Donde viven las historias. Descúbrelo ahora