5. De nuevo en altamar

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(T/N)

Los días siguientes fueron tranquilos. El viento nos hacía navegar al este. A veces ayudaba en la cocina, pero la mayor parte del tiempo estaba con Lucy y Edmund, mientras él limpiaba esa antigua espada. Lucy y yo tomamos algunas prendas de ropa y las ajustamos para que nos quedarán bien. Caspian también estaba con nosotros cuando no estaba revisando los mapas y echando un vistazo a su catalejo.

La tranquila rutina fue interrumpida cuando Eustace salió corriendo de la parte de abajo y armando un poco de desastre. Reepechip lo acorraló, por decirlo de alguna manera. Al parecer, Eustace huía de él.

-Esto es por robar-dijo Reep haciendo un corte a la camisa de Eustace -, esto por mentir-sacó una naranja que Eustace había escondido y lo golpeó con ésta-y esto para que aprendas la lección.

Movido por el enojo, Eustace empezó a dar estocadas torpes y Reepechip le decía cómo hacerlo. Al ver lo que sucedía, todos dejamos nuestras tareas para ver. De repente, Reepechip pareció caer por la borda, pero se movió ingeniosamente para aparecer detrás de Eustace sin que éste lo notara. Eustace volteó, Reepechip aprovechó y lo empujó haciendo que cayera de bruces y tirara un cesto. Del cesto salió una niña.

-¿Gael? ¿Qué haces aquí? -preguntó Rhince, su padre, el hombre que se nos había unido en Doorn. Rhince abrazó a su hija. Drinian se acercó a ellos.

-Creo que la tripulación tiene un nuevo miembro.

Drinian le dió a Gael la naranja que momentos antes había caído en sus manos. Lucy se acercó a ella y el resto de la tripulación volvió a sus tareas. Me acerqué a Eustace.

-Estuvo bien para ser tu primer duelo. También fue divertido.

-Gracias-dijo cohibido-. Oye, lamento lo que te dije cuando entré en la habitación.

-Descuida. Pero fue algo descortés.

-Mis primos son raros así que supuse que tú eras igual como para juntarte con ellos.

-No deberías juzgar tan rápido. Solo somos diferentes y eso no es malo.

-No me digas que crees en la magia y esas tonterías.

-¿Cómo explicas entonces que nos encontremos en este lugar, en otro mundo y, por lo tanto, lejos de casa?

Eustace guardó silencio. Para tratar de romperlo, volví a hablar.

-Además de molestar a tus primos, ¿qué te gusta hacer?

-Leo sobre ciencia, higiene y escuelas de otros lugares;también colecciono insectos. Suelo hablar con mis primos y trato de no molestarlos;aunque Edmund sale casi todos los días.

-¿Ah, sí?

-Intenta enlistarse al ejército, pero nunca lo logra.

¿Enlistarse? ¿Por qué no me lo dijo? A falta de temas de conversación y por la sorpresa que me tomó, me cayé.

-Bueno, me voy a buscar algo de comer. -dijo Eustace.

-No lo robes esta vez. -dije y él se rió.

Eustace se fue y yo dirigí una mirada a Edmund que estaba del otro lado del barco limpiando su espada.

En listarse al ejército. No es como que crea que no podría estar en una batalla, pero una guerra es igual de horrible aquí y en Inglaterra.

Metí mi ropa, el hilo y la aguja a mi camarote. Lentamente me acerqué a Edmund.

-Estoy empezando a sentirme celosa de esa espada.-dije.

-¿Por qué?

-Pasas más tiempo con ella que conmigo.

Edmund rió negando con la cabeza. Hizo a un lado la espada y lo que usaba para limpiarla, sacudió sus manos en su pantalón y me extendió sus brazos. Me senté en sus piernas y pasé mi brazo alrededor de sus hombros.

-Si te hace sentir mejor, estuve pensando en ti.

-¿En serio?

Me rodeó con sus brazos y escondió su cara en la curvatura de mi cuello y hombro. Empecé a acariciar su cabello. ¿Debería preguntarle? No es la gran cosa, ¿o sí? Claro, sólo intenta ir a la guerra. ¿Y si regresamos y vuelve a intentarlo? Pero él sabe a lo que se está enfrentando.

-Necesito hablar contigo. -hablé casi rápido.

-¿De qué? -dijo Edmund mirándome. Ah, sus ojos son tan lindos. Tomé un respiro mientras ordenaba mis ideas.

-La guerra. Sé que tratas de enlistarte.

El semblante de Edmund cambió y bajó la mirada.

-¿Quién te lo dijo?

-Eustace-Edmund miró a otro lado y, molesto, soltó un suspiro -. No te enfades con él. Seguro que no lo hizo con mala intención.

Edmund iba a decir algo, pero acabó sin decir palabra.

-¿Por qué no me lo dijiste?

-No quería preocuparte.

-¿Así que me lo dirías estando en combate?

-No... por eso no quería decirte.

-¿Qué quieres decir?

-Si te lo hubiera dicho, hubiéramos discutido, probablemente te enojarías y te preocuparías...

-No tendría que preocuparme si no fueras mi novio-hablé exaltada y poniéndome de pie -. Sabes lo peligroso y horrible que son esas cosas.

-Sí, pero no quiero estar como si nada mientras mi país es atacado -dijo poniéndose de pie-. Tengo experiencia en batallas, he dirigido tropas...

-Pero no en Inglaterra. Tú experiencia sería como nada porque allá no eres un rey ni un héroe. Allá no peleas con espadas, no hay criaturas mágicas ni pociones que pudieran ayudarte. ¿Y si no regresas?

Sentí un nudo en mi garganta mientras decía lo último. La mirada de Edmund cambió, aunque no se suavizó.

-Habré cumplido mi deber. Sé que no soy un héroe y no creo querer ser reconocido como uno, pero quiero detener esa tonta guerra. Estoy harto de que los adultos crean tener la razón en todo, pero tienen una mente cuadrada y no ven lo que provocan. Estoy harto de ser visto como un niño.

No alzó la voz, pero de notaba su impotencia e ira. Edmund suspiró.

-No te lo dije porque no hubiera soportado ver ru reacción. Tu dolor, enojo o impotencia, no lo soportaría. No querría ver lo mismo en mi madre o en mis hermanas.

Segundos después sin decir nada, Edmund se fue. Tenía un motivo para enlistarse, pero no dejaba de ser preocupante.

Our lifetime || Edmund Pevensie x Reader Donde viven las historias. Descúbrelo ahora