10. La era dorada (parte II)

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Edmund

La batalla de Calormen había sido consecuencia de un capricho. Al menos se logró detener al príncipe Rabadash y poner paz;Aslan nos ayudó.

A (T/N) la hirieron en el costado, Lucy la ayudó a salir de ahí y cuando la batalla acabó, el rey Lune nos hospedó en Archeland. Lucy se quedó con las enfermeras que se encargaron de (T/N) mientras yo me quedé en otra parte del castillo preocupado por ella.

El príncipe Cor me mostró el castillo tratando de distraerme y me asignó una habitación. Me dí un baño y curé mis heridas que no eran tan graves.

Después de lo que pareció una eternidad, vino a Lucy a decirme que (T/N) estaba bien. Pregunté al rey Lune si podía tomar un libro de la biblioteca y dijo que sí. Busqué el título del libro que (T/N) había empezado a leer y que tuvo que dejar en Cair Paravel.

Fui a su habitación con el libro en mano y toqué antes de entrar. (T/N) estaba sentada en la cama, su cabello estaba suelto e igual de limpio que su rostro. La bata que le dieron era color turquesa y de manga corta. Al verme sonrió.

Me acerqué y la besé, feliz de que estuviera bien. Me pidió que me sentará junto a ella; la cama era grande así que había lugar para los dos. Después de un rato, noté que una lágrima resbaló por su mejilla y (T/N) se apresuró a quitarla.

–Cielo, ¿qué sucede? –le pregunté.

–Hoy rompí mi récord de lo cerca que he estado de morir.

–Procura no romperlo la próxima vez. –dije comprendiendola y tratando de aligerar la situación.

(T/N) sonrió mientras otras dos lágrimas salían de sus ojos. La abracé y besé su cabeza.

–Mira lo que encontré. –dije cambiando de tema.

Le mostré el libro y se emocionó. Le pregunté en qué capítulo se había quedado, me dijo en dónde y empecé a leer para ella con su cabeza recargada en mi pecho.

Poco después, (T/N) se durmió. Me sentí tranquilo al ver que ella lo estaba. Continué leyendo para mí mismo pues el libro se me hizo interesante, hasta que sentí mis ojos pesados. Dejé el libro en la mesita que había al lado de la cama. Tuve que despertar a (T/N) para acomodarnos y luego nos dormimos.

Al amanecer, el primero en despertar fui yo. (T/N) aún estaba dormida. Hice a un lado el cabello que estaba en su cara y la miré. Empecé a pensar en esa pregunta que ha estado rondando en mi cabeza desde hace tiempo. Me sentía listo. Pero dejé el anillo en Cair Paravel y siempre surgía alguna circunstancia que me impedía hacerlo.

  ***

Seis meses después...

Llegó el rumor de que el ciervo blanco había sido visto. Terminamos yendo todos, yo, mis hermanos y (T/N) en búsqueda del mítico animal.

Le había platicado al señor Tumnus anteriormente de lo que quería hacer y también a los castores. Mientras nosotros íbamos de cacería, los que se quedaban organizarían un banquete en el jardín más grande del castillo. Durante el banquete le pediría matrimonio a (T/N).

El anillo estaba dentro de una cajita cubierta de terciopelo. La puse en el bolsillo de mi pantalón y constantemente metía la mano al bolsillo para asegurarme de que ahí estuviera la cajita.


Mi caballo empezó a ir más lento hasta detenerse completamente

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Mi caballo empezó a ir más lento hasta detenerse completamente.

–¿Qué tienes, Phillip?

–Ya no soy tan joven como antes.–respondió jadeando.


-¿Todo en orden, Ed? –preguntó (T/N) regresando hacia dónde estaba yo.

-Sí, solo descanso un momento.

-El ciervo blanco se está alejando, chicos. -dijo Susan acercándose a nosotros al igual que Lucy y Peter.

-¿Qué es lo que dijo, Susan? -preguntó Lucy divertida refiriéndose a mí.

-"Esperen en castillo. Yo solo iré por el ciervo".

Todos rieron ante la imitación y yo solo rodé los ojos.

-¿Qué es eso? -preguntó Peter confundido, bájandose del caballo para acercarse a lo que estaba frente a él:un farol. Recordaba el nombre, pero no sabía por qué-. Creo que lo he visto.

-Es como de un sueño. -opinó (T/N).

-O el sueño de un sueño. -agregó Susan.

En silencio, tratábamos de recordar en dónde lo habíamos visto, hasta que Lucy pareció recordar.

-Bitación.

Caminó hacia su izquierda y, confundidos, decidimos seguirla. Llegamos a un punto profundo del bosque en el que las ramas impedían un poco nuestro paso. Entonces, entre las ramas, encontramos algo peludo.

-Éstas no son ramas. -comentó Peter. Un vago recuerdo cruzó por mi mente.

-Son abrigos.

El espacio ya era reducido, lo que nos hacía chocarnos y pisarnos. Tan apretados estábamos que, después de un momento, nos caímos, uno tras otro, pero estábamos en otro lugar:la casa del profesor.

Habíamos salido del ropero dejando Narnia como consecuencia. Ya no éramos adultos, sino niños. Nuestras ropas no eran narnianas, sino inglesas.

Escuchamos pasos, dirigimos nuestra vista a la puerta y vimos entrar al profesor.

-Oh, aquí están-se acerca a nosotros sonriendo-. ¿Qué hacían escondidos todos en el ropero?

-Si se lo contamos, jamás nos creería, señor.

Our lifetime || Edmund Pevensie x Reader Donde viven las historias. Descúbrelo ahora