1. Nuevos amigos

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(T/N)

En algún momento de mi vida, llegué a pensar en cómo sería vivir durante algún hecho histórico. Con la llegada de la Segunda Guerra mundial concluí que no es el mejor deseo que alguien pudiera tener.

Las autoridades ordenaron que todos los niños del Estado evacuar an a lugares donde la guerra no era tan latente. Así que aquí estoy, en la estación de trenes, con un montón de niños a mi alrededor despidiéndose de sus madres, con una mano en mi maleta y la otra sosteniendo la de mi madre.

-No debes preocuparte-me dijo con voz tranquila y sus ojos cristalinos-, ésto acabará pronto y estaremos juntas de nuevo.

Nos abrazamos y en ese momento sentí un gran nudo en mi garganta y lágrimas descender de mis ojos.

-Te quiero, mamá.

-Yo también, mi niña.

Tomé mi maleta y me fui. Una vez que verificaron mis datos, subí al tren. Lentamente, empezó a andar. Fui a la ventana y me despedí de mamá por última vez sacudiendo mi mano.

Una vez alejados de la estación, caminé por los pasillos buscando un vagón vacío. Puse mi maleta en la parte de arriba, con dificultad pues la repisa era alta.,cuando lo logré me senté al lado de la ventana para fijarme un rato en el paisaje, luego saqué un libro de mi bolso que tenía colgado al hombro y lo leí para distraer mi mente.

Poco después, la puerta del vagón se abrió mostrando a cuatro chicos:uno era rubio, dos eran pelinegros y la que supuse era la más pequeña del grupo era castaña.

-¿Te importa si nos sentamos aquí?-preguntó el rubio con cierta timidez.

-No. Adelante.

Los cuatro entraron y tomaron asiento, el chico rubio se sentó al lado de mí y los demás enfrente.

-¿Cómo te llamas?

-(T/N).

-Mucho gusto. Soy Peter-dijo extendiéndo su mano y yo la estreché-. Ellos son mis hermanos:Susan, Lucy y Edmund.

Las dos chicas me sonrieron, incluso Lucy sacudió su mano a manera de saludo. Edmund se limitó a mirarme un par de segundos y luego regresó su vista a la ventana. Entablamos conversación en ese momento. Resulta que ellos también se alojarán en el mismo lugar que yo:en la casa del profesor Digory Kirke.

Nos alistamos cuando uno de los oficiales se acercó a decirnos que pronto llegaríamos. Bajar mi maleta sería igual de díficil. Ví que alguien me había ayudado, cuando volteó veo que se trata de Edmund.

-Gracias.

El chico no respondió, sólo asintió con la cabeza y se fue. Decidí restarle importancia. Metí el libro al bolso, me lo colgué al hombro y bajamos.

La estación no parecía estación, solo había una pequeña plataforma con una banca y unos cuantos escalones. Escuchamos que se acercaba un auto y nos apresuramos a bajar suponiendo que se trataba del profesor, pero el auto pasó de largo.
Era un gran campo, muy bonito a decir verdad, pero se veía muy solitario.

-El profesor sabía que vendríamos, ¿no? -pregunté.

-Tal vez nos pusieron las etiquetas mal. -opinó Edmund viendo su etiqueta.

De repente llegó un carruaje, el caballo se detuvo cuando la mujer que conducía le indicó. La mujer, cuyo nombre era Macready, era algo mayor. Subimos al carruaje y el caballo dió la vuelta para dirigirse a la casa del profesor.

Cómo dije, el lugar es bonito, tal vez en otras circunstancias estaría feliz de estar aquí. Al llegar, vimos que la casa era enorme. La señora Macready metió el caballo al establo y nos introdujo a la casa mientras nos explicaba las reglas:no gritar, no correr, no usar el monta platos...

Our lifetime || Edmund Pevensie x Reader Donde viven las historias. Descúbrelo ahora