Ezellahen

7.- Manuscritos

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– ¡Tío Sidius! –

Un pequeño castañito corrió hasta estrellarse contra las piernas del adulto. Sirius Black sonrió y levantó al pequeño que había traído un poco de luz a la vida de los Merodeadores.

– ¿Cómo estas, Neville? –

– ¡Bien! ¿Juamos? –

– Seguro, peque. Deja que me saque la túnica Auror y jugamos todo lo que quieras –

Desde que ocurriera aquella terrible desgracia hace tres años atrás. Sirius, James y Remus se fueron a vivir juntos en una gran casa que no llegaba a ser Mansión, pero era inmensa. La misma había pertenecido a una de las tantas familias de la luz que perecieron en la guerra, antes de la derrota del Lord Oscuro. La habían comprado entre Black y Potter. Tomaron esa decisión porque cada uno, por diferentes razones quedó devastado luego de los acontecimientos del Halloween de 1981, de esta manera era un forma de contenerse entre ellos... no estando solos, sino juntos... como hermanos. Acompañándose en el dolor y continuando con la difícil tarea de vivir.

Fueron ocho meses después de que se instalaran definitivamente en la casa que empezaron a salir y frecuentar al viudo Frank Longbottom. Entre ellos se entendían, porque se vieron afectados por las mismas dolorosas circunstancias. Frank vivía solo con su niño, es por eso que ellos decidieron "adoptarlo" de alguna manera. Y el pequeño Neville era mimado por los cuatro hombres de la casa. Para los tres Merodeadores era bastante doloroso y nostálgico, ya que no solo es niño les recordaba a Harry, sino que también era extraño festejar el cumpleaños de Neville el mismo día que el de Prongsie.

Sin embargo, poco a poco se fueron acostumbrando, no era que se olvidaran de Harry, pero el niño Longbottom traía sonrisas y cierta paz a la casa.

Llegó la hora del almuerzo y todos estaban llegando a la casa.

Remus Lupin estaba estudiando para ser un experto en Defensas contra las Artes Oscuras, siendo un licántropo no tenía muchas posibilidades de obtener un trabajo y se sentía una carga al tener que ser mantenido por sus amigos, ellos, por supuesto se encargaron de decirle que no había problemas y al no poder encontrar un trabajo tuvo que resignarse... por ahora.

James Potter, Sirius Black y Frank Longbottom habían seguido con sus carreras de Aurores. Los tres eran los más expertos, más temerarios y apuestos del departamento... despertando cierta envidia en sus compañeros. James era el más temerario de todos, porque había refugiado en su trabajo el dolor de su pérdida, intentando olvidar. Siempre aceptaba los trabajos más duros y peligrosos, por lo que Sirius y Frank se veían en la necesidad de acompañarlo para que no se matara. Era por eso que los tres se ganaron la fama de osados.

Ahora se encontraban comiendo los ricos alimentos que sus elfos había preparado. Los hombres se miraban entre sí al ver el silencio en que se encontraba inmerso James. Su ceño estaba fruncido, su comida apenas tocada y parecía reflexionar profundamente en algo. Hace tres días que estaba con esa actitud taciturna y los Merodeadores ya estaban un tanto preocupados.

– ¿Ocurre algo, Prongs? – Preguntó amablemente Remus.

El de anteojos levantó la cabeza y pudo ver tres caras muy preocupadas, sonrió de lado. Estaba agradecido por tener amigos tan buenos.

– He decido visitar mi antigua casa... en el Valle de Godric –

– ¿Perdón...? – Preguntó Sirius, incrédulamente.

– ¿Estás seguro, James? – Quiso saber Remus.

– Si, desde aquella noche que no regreso, porque me dolía tener que ver mi casa devastada... donde fui tan feliz. Pienso que es una actitud infantil de mi parte no querer ir. ¡Ni siquiera fui allí para buscar mi ropa! – Negó con la cabeza – Deseo ver si hay alguna pista que me ayude a encontrar a mi hijo... –