Ezellahen

27.- El nuevo destino

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Hubo tanta preocupación entre los padres de los implicados en la "aventura" que los muchachos se salvaron de recibir un castigo. Claro, todos excepto Ron, que se ganó unos cuantos tirones de orejas y gritos de su sobre protectora madre.

"–" /No me mires así, Eldarion/ Masculló Ezellahen, poniendo los ojos en blanco, mientras se vestía, ya que hoy le habían dado de alta en la Enfermería del Colegio.

El príncipe miraba a Harry con el ceño fruncido y los brazos cruzados, con una expresión enfadada en su cara.

"–" /¿Qué no te mire así?/ Preguntó con incredulidad y enojo. /¡Pudiste haber muerto! ¡¿Cómo te atreves a arriesgarte de esa manera?!/ Chilló. Tomo varias respiraciones y después le mandó una mirada rencorosa y dolida al adolescente. /No sé qué hubiese hecho si te perdía.../

La cara de Harry se ablandó y le dio una sonrisa de lado al ojiazul. Terminando de abotonar su camisa, se acercó al niño más bajo y tomó su rostro entre sus manos.

"–" /Agradezco tu preocupación, pero... ¿No te parece que es mejor festejar que salí vivo de eso, en vez de estarme echando bronca?/ Susurró sensual.

Eldarion bufó y puso mala cara, sonrojándose quedamente.

"–" /Eres un idiota.../

"–" /Pero aún así me quieres.../ Sonrió, antes de descender sus labios, para compartir un dulce beso con el joven príncipe.

Ezellahen tenía trece años y Eldarion casi doce, pero después de descubrir que estaban destinados a estar el uno con el otro por el resto de sus vidas, ellos no se negaban el tener estos gestos de cariño. No pasaban de simples roces de labios, puesto que siendo tan jóvenes sus hormonas no les pedían más. Y ellos lo disfrutaban, les gustaba tocarse de esta forma, porque los hacía sentirse pertenecientes el uno del otro.

– ¡Oh, no! ¡Mis ojos virginales! –

Ambos muchachos se separaron, rojos hasta las orejas, solo para ver a Elboron en la puerta, simulando estar enfermo, pero con una sonrisa maliciosa en su rostro.

– ¡Hmph! – Gruñó Ezellahen, fulminándolo con la mirada. – Como si fuera que nunca has visto a alguien besarse antes –

– ¡Pero no a mis pequeños amigos! ¡A quienes considero mis hermanos! – Exclamó, con falso dramatismo.

Eldarion puso los ojos en blanco y giró para ayudar a su ¿novio? ¿Prometido? A terminar de poner todas sus cosas en la mochila que tenía en la cama.

– Tu discurso inocente no se vería mal, si yo no te hubiese visto asechando a esa pequeña Ravenclaw hace unos días... – Bufó Ezellahen.

Elboron sonrió vergonzosamente.

– ¿Qué puedo hacer...? – Se encogió de hombros. – La pequeña Luna tiene un discurso que me resulta altamente atrayente –

– Algunos la llaman lunática –

– Y esos idiotas probarán el filo de mi espada si los escucho diciendo tales palabras – Masculló, con los ojos angostados.

– ¡Oh, mi héroe! – Chilló Eldarion.

Los tres chicos se miraron entre sí y después se largaron a reír.

– Ya... ya... – Dijo el moreno, después de un rato. – ¿A qué viniste, Elboron? –

– Me hieres, querido amigo – Dijo Elboron, simulando dolor. – ¿Qué otro motivo podría tener yo que solo querer ver si estabas mejor? –