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~ Tierra Media ~
Harry miraba seriamente a su Mokona y ella tenía el ceño fruncidito mientras parecía concentrarse. De repente, sus ojos se abrieron junto con su boca.
"–" /Aquí estoy, Eze. ¿Qué pasa...?/ Se escuchó una voz proveniente desde el interior de la mascota blanca del niño.
"–" /Ey ahí Elda. Nada muy importante. Solo que.../
– ¿Tancave...?
"–" /Creo que mi padre y mi profesor van a casarse.../
– Oh...
Normalmente, esto podría llegar a asustar a una persona, pero Morë, después del susto inicial, hace ya unos cuatro años, había aprendido que las mascotas de su pupilo y el hijo del Rey de Gondor, Eldarion, estaban conectadas por un tipo de magia que permitía comunicarse entre sus dueños. Casi como un teléfono muggle.
El profesor sonrió y cerró la puerta del príncipe para dejarlo charlar con su amigo. Miró el anillo que hace solo tres horas había recibido de su pareja... para quedar comprometidos en matrimonio. No sabía cómo lo había descubierto, sospechaba que la Mokona tenía mucho que ver en que su amo supiera ya del compromiso, antes que cualquier otro miembro de la familia, ya que pensaban anunciarlo recién durante la cena.
Suspiró y se recostó por unos de los pilares que separaban el pasillo del jardín, maravillado una vez más por la hermosa vegetación que rodeaba la Casa de Rivendel. Flores de todos tipos y colores estaban presentes, en su gran esplendor en esta época primaveral llena de paz. Sus ojos vagaron hacia la fuente de agua que su ubicaba en el centro y no pudo evitar recordar.
~ Flashback ~
Regulus acababa de darle su primera lección a su alumno, luego de llevar cuatro días en Rivendel. Ya su mentor había partido, dejándolo rodeado de elfos y, sobre todo, de ese elfo. Desde entonces lo había vuelto a ver unas tres veces y esa tensión de la primera vez que conectaron ojos estaba siempre presente. El mago no sabía bien que pensar de ello.
Caminó por el hermoso jardín, del cual había quedado enamorado desde la primera vez que lo vio. Su madre pudo haber sido una loca despiadada, pero eso sí... tenía gusto de la naturaleza y su manía era cultivar todas las flores preciosas del Mundo Mágico, gusto que compartía con su hijo menor. De pequeño hasta la ayudaba en el invernadero. No era lo mismo que en su casa de Grimmauld, porque la vegetación de Rivendel era mucho más hermosa... y no le traía tan malos recuerdos. Porque fue en ese mismo jardín donde su propia familia lo atacó por traidor, y donde él convocó el hechizo que lo trajo a este mundo.
Llegó hasta la fuente y se sentó, mirando su reflexión en el agua. Estaba alegre que el único rasgo característico de los Black que conservaba ahora que estaba crecido eran los ojos y el cabello negro-azulado lacio, esperaba que su hermano tuviera los mismos rasgos... porque ambos repudiaban a su familia. Sería un gran castigo para ellos ver cada mañana lo que los rostros de los que aprendieron a odiar.
Su cuerpo se tensó al sentir que ya no estaba solo en el jardín, su inquietud creció al reconocer quien se acercaba. Es como si estuvieran conectados y algo en sus cuerpos los hicieran reconocer el aura del otro.
– Este jardín siempre me pareció hermoso... y estando tú aquí solo lo acrecientas –
Regulus se ruborizó furiosamente y agachó la cabeza, sintiéndose absolutamente tímido. Estando en el colegio había tenido un par de novias y un novio, pero nada fue más allá de besos y caricias, porque él sabía que su familia iba a contratarlo con alguien de su clase social y estaría casado sin poder dar su opinión. Así que era inútil enamorarse de las personas que le gustaban en Hogwarts... que no eran nadie que su familia aprobaría. A eso se sumaron todas sus clases de magia negra que apenas le dejaban tiempo y ganas de romance.
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Ezellahen
FanfictionCuando Lily Potter convocó la magia de protección para su hijo, antes de morir a manos de Voldemort, no solo logró salvarle la vida, sino que también lo transportó a otra dimensión. Esta dimensión no es otra que la Tierra Media. En este lugar, dos e...