24.- Cuatro Merodeadores enamorados

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Habiendo tanta gente en la mansión, ahora que la mayoría de los nobles de la Tierra Media parecían querer conocer este Universo, en la mansión de los Merodeadores se tuvieron que hacer algunos ajustes para que cupieran todos. Eldarion, por supuesto, ocuparía la habitación en donde primero habían puesto a Harry y Neville. Las dos habitaciones de huéspedes ya la ocupaban Elladan, Regulus y sus niños y la que ocupó Remus en un principio ahora pertenecía al Rey de Rohan. Sin embargo, se presentaba un problema al querer ubicar a Boromir... porque no había más lugar.

– Que duerma en la mía – Dijo Frank, no notando el conflicto de emociones que causó en el gondoriano. – Podemos agregar una cama más... no me molestaría compartir el lugar –

Él no sabía, por supuesto, que ese hecho cambiaría su vida.

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~Hogwarts~

– Te digo que hay algo raro allí... deberíamos investigar –

Ron y Neville le mandaron una mirada de duda al príncipe de Rivendel. Hermione frunció el ceño.

– No sé... – Dijo el castaño. – Si el tercer piso está prohibido es por algo –

– Pero... sé que hay algo ahí. Lo siento... es algo malo... y creo que tiene que ver con ese artículo del periódico que me comentaron cuando vine la primera vez –

– ¿Crees que se relacione a Nicolás Flamel? – Preguntó Hermione. Harry asintió. – Pero no sabemos que puede ser... nuestras búsqueda en los libros ha sido infructuosa –

– Podría pedirle a Remus que me dé detalles – Habló Draco. – Él no me negará información al respecto y, si por esas casualidades se llega a negar, puedo convocar a algún elfo doméstico de mi casa y pedirle que busque en nuestra Biblioteca. No hay nada en el mundo mágico que se escape a los millones de libros que tenemos allí –

– ¿Por qué debemos hacer esto? – Bufó Ron. – ¡Es más importante la Copa de Quidditch! – Miró al moreno con un brillo especial en sus ojos. – Wood te ha escogido como nuestro nuevo buscador... vuelas excelente y creo que tenemos oportunidad de ganar la Copa este año contigo –

– ¡Oh, por Dios, Ronald! ¡El Quidditch no es tan importante! –

Eso causo que los dos Gryffindors comenzaran otra ronda de sus familiares peleas. Por eso, los otros tres los ignoraron.

– ¿Y por qué estás tan interesado en esto, Potter? –

Ezellahen fulminó con la mirada al rubio, por el uso de su apellido.

– Creo que hay algo raro allí – Murmuró, tocando su frente. – Por alguna razón, cada vez que estoy cerca de ese pasillo me duele la cicatriz y he tenido sueños muy raros desde que llegué a Hogwarts –

– ¿Se lo has dicho a tu papá? – Quiso saber Neville.

– No, a ninguno de los tres. Cada uno está en sus cosas ahora y no deseo disturbarlos. Especialmente James... lo noto raro últimamente –

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~Oficina del profesor de DCAO~

– Mmmhhh... Eómer... –

James Potter se encontraba actualmente sentado en su escritorio con el rubio Rey de Rohan entre sus piernas. Ambos se besaban con fervor, dejando que sus manos vagaran por el cuerpo del otro con tranquilidad, no queriendo dejar nada al tacto en descuido. Cuando al fin sus labios se separaron, Eómer no perdió tiempo en atacar el cuello del menor, obteniendo ronroneos satisfactorios de la boca hinchada del mago. Una de las manos del rubio frotaba la espalda de James y la otra se estaba encargando de desabotonar la camisa blanca de algodón que tenía el profesor, su túnica de mago ya era un montón de tela en el piso y ahora solo estaba en pantalones y camisa, aunque pronto le siguió la camisa.

EzellahenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora