Capítulo 4

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Estando de regreso en casa, mi meta fue ser menos apática con mis padres, así que conversé un poco durante la cena y reí de algunos comentarios hechos por mamá, haciendo que volviera a los ojos verdes que admiraba y adoraba un poco de su brillo habitual. Y si bien no podía decir que habíamos vuelto a la normalidad, estaba en el aire mi disposición de aprovechar el tiempo que nos quedaba juntos... aunque fuera poco. Sacudí mi cabeza y arranqué de ella tan inconveniente pensamiento, suplantándolo con mis ganas de sonreír y alegrar un poco a mi padre.

Cuando el momento de retirarme llegó, le di un profundo abrazo y un beso, sacándole una sonrisa rebosante de agradecimiento que me llenó el alma y calmó mi sentimiento de culpa, para poder partir a mi aventura un poco más tranquila.

Al subir a mi habitación, cerré la puerta con pasador y enfrenté las miradas animadas de mis doncellas, con el fin de confesarles mis planes para ir a la Sociedad de la Fruta Prohibida esa noche.

―Bien, espero que puedan brindarme su ayuda para cumplir este pequeño capricho mío.

Ambas asintieron y mostraron sonrisas de emoción que se fueron ampliando a medida que fui avanzando. El uso de un carruaje de alquiler hubiera sido lo más idóneo, sin embargo, por la falta de tiempo y los peligros de la noche, no lo creí pertinente. Así que me valí de la disposición de Daisy para enviar por su hermano, después de todo, no sería la primera vez que el muchacho conducía un carruaje y podríamos usar el más pequeño de nuestra familia para no atraer miradas.

―Y dile que ponga el precio que él crea conveniente. Yo lo pagaré ―dije con las emociones a flor de piel.

―Iré de inmediato entonces y estaremos de regreso en unos treinta minutos a lo mucho. ―Realizó una inclinación de cabeza y partió a paso presuroso.

Me senté en la cama y cerré mis ojos, imaginando por un momento lo que me esperaría en la Sociedad; tantos escenarios posibles, ¡tantas personas por conocer! Y desde luego, la imagen enmascarada de un caballero apareció. ¿Sería posible encontrarme con Asher Blackwood? ¿Realmente sería un hombre o podría ser una atrevida mujer? Mi corazón latía desbocado porque estaba a un paso de descubrirlo, aunque siendo sincera no importaba, ya que lo que yo admiraba del personaje era su habilidad literaria. Deseaba con fervor saber cosas de su yo creativo: como su fuente de inspiración y sus técnicas para concebir historias tan grandiosas.

―¿Qué usará la señorita? ―preguntó la rubia que se quedó conmigo, sacándome de mi ensimismamiento. Ella estaba en la puerta de mi armario, esperando mis indicaciones, pero yo tenía otra cosa en mente.

―Necesito algo que refleje la osadía de la mujer que escribe detrás de Raymond Hayden ―fue mi respuesta y esbocé una sonrisa traviesa―. Mi madre tiene vestidos preciosos...

―Especialmente los últimos que adquirió ―añadió, correspondiendo mi gesto.

No hizo falta más.

Tomada de las manos y tratando de retener nuestras risas, cruzamos el largo pasillo y entramos en los aposentos de mis padres, tras verificar que nadie estuviera allí.

―¿Qué tiene en mente? ―preguntó en un susurro; el silencio fue mi respuesta.

Fui al armario que correspondía a mi madre y allí busqué y busqué hasta dar con lo que quería: un precioso vestido de seda azul marino, cubierta con una vaporosa tela traslúcida que le otorgaba el brillo de pequeñas estrellas; y el escote resaltaba por el magnífico color de la plata.

―Este es.

―Veo que quiere impactar en su primera visita.

―¿Crees que iré más veces?

La dama de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora