03 ⤖ ❝Amor letal❞

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—¿Cómo es eso de que juegas con sapos? —preguntó. Luego de que almorzaran todos juntos (Louis no pudo escaparse de esa), los dos fueron a caminar por un campito alejado del todo el pueblo.

—¡Había un sapo detrás de mi casa y he intentado agarrarlo! ¡Nada más! —se cruzó de brazos, reprimiendo una risa.

—Mmm, no lo sé. Creo que te abandoné demasiado tiempo y te has vuelto loco.

—Probablemente.

Louis negó con la cabeza, observando algunos pájaros revoloteando encima de su cabeza. Harry miró el césped bajo sus pies. De repente quedaron sumidos en un silencio un tanto incómodo.

—Te he extrañado, Lou. ¿Por qué no has venido?

—Bueno, como sabes mi familia ha venido desde muy lejos. Y mi padre anda histérico, vigilando cada uno de mis pasos para que no arruine todo como la última vez.

—¿No te ha dejado salir en ninguno de estos días?

—No. Intenta meterme en el mundo político, porque dentro de poco pasaré a asumir su puesto, pero la verdad no le he escuchado en ningún momento —observó la mano de Harry y la tomó con delicadeza—. También te he extrañado.

—¿Tanto que te has vuelto loco también?

—Loquísimo, desquiciado —Harry soltó una carcajada—. He matado a mil hombres por tu ausencia.

—No seas tonto —dijo—. ¿Cómo escapaste del almuerzo?

—Cuestioné la existencia de Dios.

—¡Vaya, chico malo! —bromeó—. Seguro tu padre se puso rojo.

—Parecía un tomate. Me echó a los diez segundos de conversación.

—Y fuiste por el pasillo.

—Exacto —entrelazó sus manos y suspiró—. Esto se vuelve más difícil cada día. En cualquier momento no podrás verme de nuevo porque me tendrá encerrado, enseñándome como liderar el pueblo.

—¿Él te enseñará a tí? No me lo creo —Louis soltó una risa. Subieron por una montaña, una bastante grande, pero a la cual ya estaban acostumbrados a subir. Observaron el pueblo entero desde allí; desde el palacio gigante que Louis conocía perfectamente de arriba a abajo, el pueblo que subsistía con muy poco dinero, y más allá, las personas que dormían en el pasto. Aquellos que con suerte, en un día recibían la mitad de un pan duro.

—Cuando sea rey... te prometo que las cosas no serán así.

Louis más que nadie sabía la rabia que sentía Harry al ver la injusticia en todo eso, al notar como los Tomlinson de alguna manera siempre intentaban quedarse con el mayor dinero posible. Y Louis sentía lo mismo, claro, pero él lo cambiaría todo. Él le daría al pueblo todo lo que nunca tuvieron. Y aunque no escuchara los consejos de su padre, sabía que sería mejor rey que él porque Louis era una persona totalmente diferente.

—Sé que será así, que harás de esto un mundo mejor, Lou.

—Creo que eres el único que cree eso...

—¿Qué tonterías dices? ¡Todos en el pueblo te adoran! —exclamó—. Louis, hasta escuché por allí que querían envenenar a tu padre únicamente para que asumieras su puesto.

—Deberían matar a mi familia entera, porque mis incontables tíos tendrán más poder sobre mí al ser un rey tan joven. ¡Aparte apenas tengo diecisiete, ser rey ahora es una locura!

—¿No estás listo aún?

—No es eso. Creo que estoy listo pero... no quiero. Debería... casarme con alguien y esas cosas.

—Ah...

—Creo que eso es a lo que más temo...

—Príncipe Louis William Tomlinson, ¿acaso usted acaba de admitir que le teme a una mujer?

—¡No! Ay, eres un idiota. Bueno... a tu madre sí le temo.

—¿Luego de diecisiete años? 

—Harry, lo decía por nosotros —el rizado inmediatamente dejó de sonreír y fijó su vista en algún lugar del pueblo, incapaz de ver a Louis a sus ojos—. No quiero perderte tan rápido... ¿lo entiendes?

—Por supuesto. Pero en cualquier momento sucederá.

—Sí, y por eso necesito más tiempo para comprenderlo —se calló un momento y luego de unos cuántos minutos dijo—: ¿Me abrazas?

Se sumieron en un abrazo que les hizo olvidarse de todo lo que sucedía en sus cabezas, que alejó por un rato las nubes grises que cada vez los encerraban individualmente y los alejaban del otro. Se abrazaron y por un momento Louis reconsideró esa pequeña idea que un día, entre llanto y furia, se le ocurrió.
Una vez que se separaron, observó los ojos del chico que una vez había sido su amigo y ahora lo era todo. Vió ese color verde que de niño no prestó atención, pero que ahora bastaba con verlos para volver a ser felíz.

Harry siempre sería todo lo contrario a lo que vivía diariamente. Cada persona tiene a ese alguien especial, ese alguien que sin importar cuántos errores cometiese, jamás podrías dejar de quererla. Harry era ese alguien, o al menos esperaba que lo fuera. Hasta ahora no existía persona que pudiera hacerlo más felíz que él.

Una vez volvieron a sus hogares, Louis se lanzó sobre su ancha cama con una gran sonrisa dibujada en su rostro, con un humor y una felicidad tan intensa que ni su padre podría quitársela. 

Ese día, fue el último día tranquilo que tuvo.

La sensación de correr bajo la lluvia - [Larry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora