—¿Se podrá beber? —preguntó Louis por milésima vez, sentado en una curva de una alta montaña, mientras observaba el lago.
—No Louis —respondió Harry, cansado de tener que contestar eso una y otra vez—. Por las dudas, no lo hagamos.
Llevaban dos días allí. Usaron uno para llegar hasta ahí y otro para descansar del viaje. Se estaban muriendo de hambre, y lo único a su alrededor eran flores, pasto, y agua del lago. No había nada más. Estaban por volverse locos, en especial Louis.
—¿Por qué no seguimos el recorrido, Lou? Quizá encontremos un manzano o algo por el estilo —Louis negaba—. Por el amor de Dios, no hagas esto más difícil. Caminemos un rato, por favor... ¿sí?
—No.
—Bien. Iré yo solo —Harry se levantó, notablemente molesto y bajó hasta el camino de tierra junto al lago, para llegar hasta su destino—. ¡Todavía tienes la oportunidad de venir conmigo! —tomó la bolsa y dejó toda la ropa sobre el suelo, para recolectar comida por si se topaba con algo.
Louis no se movió. Estaba como en shock. No quería hacer nada, ni siquiera podía levantarse de ese sitio. No podía creer todo lo que había sucedido en tan poco tiempo, como su vida estuvo a punto de arruinarse cuando los guardias casi los atrapaban.
—¡Volveré al anochecer! Si ningún animal me ataca y me destroza —murmuró esto último para sí mismo y comenzó a caminar. El Sol brillaba sobre su cabeza, pero la realidad es que no sentía el clima caluroso. Incluso con dos abrigos, seguía temblando.
Era una mierda que justo le tocara esta época del año, pues las cosechas de comida son demasiado escasas por el frío. Sin embargo, como el invierno apenas llega, quizá algo de las cosechas se haya salvado.
Estar allí no le daba miedo. Incluso a pesar de que pudiera aparecer un oso o un tiburón.—Los tiburones están en el océano, Harry —se recordó. Los tiburones le asustaban de sobremanera. Los había visto por un dibujo, una vez, porque un joven pasajero había visitado su pueblo y se lo había mostrado. Hasta ahora no sabía si eso era cierto, pero pensar en ellos le generaba pánico.
Caminó por detrás de las montañas, más lejos de lo que pudo haber imaginado hasta poder divisar el pueblo. Estaba ahí, estaba a unos pasos pero debía volver con Louis. No podía abandonarlo.
Regresó con un cuarto de la bolsa cubierta de manzanas. No era demasiado, pero los satisfacería por un rato. Era mejor que nada.
No pudo notar a Louis por la oscuridad de la noche. La luna brillaba tras la montaña, y los grillos se oían en cada lugar.—¿Louis?
—Aquí —Louis no se había movido de allí. Harry llegó y se sentó a su lado, recostó su cabeza sobre el hombro de Louis y le dió un pequeño besito—. ¿Encontraste algo, amor?
—Estuve cerca del pueblo. Está más cerca de lo que pensábamos —respondió—. Y encontré algunas manzanas —le dió una, y Louis la acabó casi al instante.
—¿Estuviste cerca del pueblo? ¿Por qué no fuiste?
—No pensaba abandonarte aquí mucho más tiempo —dijo, acercándose a él un poquito más.
—No te acerques mucho que huelo mal.
—Yo también huelo mal, no me importa —dio un suspiro—. Te quiero, Louis.
—¿A qué viene eso?
—¿No puedo ser cariñoso contigo y ya? —soltó una risa.
—Es que no es común en tí ser tan cariñoso, solo eso. ¿Sucede algo? Además de... todo esto.
—Estoy triste, Lou. No quiero morir.
—No vas a morir. No voy a dejar que nos encuentren —susurró Louis.
—¿Y si lo hacen?
—No sucederá, lo prometo —dijo—. Todo estará bien ahora, Harry. Al amanecer iremos al pueblo y...
—¿Y si tu padre lo divulgó? Para encontrarnos más rápido.
—Él no haría eso. Como te decía, llegaremos allí, pediremos alojamiento, eso será fácil porque soy un príncipe, y ya está.
—Tengo la sospecha de que todo será mucho más complicado que eso, Lou.
—Prometo que no.
—Prometes demasiadas cosas.
—Lo sé.
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La sensación de correr bajo la lluvia - [Larry]
Fiksi PenggemarEl príncipe Louis y Harry fueron amigos desde toda su vida, y algo más en la adolescencia. Pero vivían en un pueblo donde la homosexualidad era condenada con la muerte. ¿Qué pasaría si descubrieran su amor y tuvieran que correr lejos para poder ser...