Colina abajo decidió darle unas cuántas monedas a cada familia que realmente lo necesitara, recibiendo abrazos y bendiciones por parte de todos ellos. Se sabía que para la gente de clase baja, los Tomlinson eran la peor escoria que podía existir, pero todo el pueblo adoraba profundamente a Louis. Tan diferente y noble, haciendo cosas sin pensar y sin importarle lo que dijeran los demás o como afectaría su imagen en eso.
Además de buena persona, era un chico encantador, realmente precioso. Las facciones de su rostro eran delicadas, su sonrisa brillaba y esos ojos de color azul llamaban la atención de cualquier chica cerca de su edad. Era alto, delgado, entraba en los estereotipos de chico perfecto.
—¡Príncipe Louis, príncipe Louis! —gritó una niña desde la puerta de su casa, y caminó ligero hacia allí con una mirada curiosa y cariñosa.
—¿Cómo estás, pequeña? —se inclinó hasta quedar a su altura pero volvió a enderezarse cuando su madre se asomó—. Madame Collin —hizo una reverencia y sonrió.
—¿Cómo está, príncipe? Hace mucho tiempo no nos visitaba, ¿gusta pasar?
—Me encantaría pasar pero tengo que ver a un amigo. Y respecto a lo que usted dijo, prometo volver más seguido. ¿Necesita ayuda con algo? ¿Dinero o...?
—Oh no, no, no. Estamos bien por ahora —suspiró—. He preparado pancitos hoy, ¿quiere uno?
Sacó una moneda de su pantalón y se lo extendió.
—Deme dos, por favor —reovlvió el cabello de la niña y se fue.
Le dejó algunas monedas a personas de mayor edad que no tenían hogares y no recibió más que insultos, pero no le importaba el hecho de que lo insultaran con tal de poder ayudarlos. Sabía que algunos del pueblo no lo querían, que lo tomaban como un falso pero también sabía que no era su culpa, sino la de su familia.
—¡Louis! —un niño corrió y se subió a su espalda—. ¡Has venido!
—¡Reg! —lo tomó de sus piernas y dió un salto para acomodarlo—, ¿cómo estás, eh?
Reg tenía ocho años, sin embargo era lo más cercano a un mejor amigo. El niño era muy maduro para su edad, y le encantaba tener largas charlas con él mientras caminaban por los campos de cosecha. Además, era una de las muy pocas personas que lo trataba como un igual y no como un príncipe. No le gustaba que le dijeran "Príncipe Louis", le parecía demasiado formal.
—¡Estoy bien! ¡Se me ha caído otro diente! —exclamó, bajándose de su espalda y caminando a su lado.
—¿Otro más? ¡Vaya! A este paso quedarás como el señor Miles —el niño rio a carcajadas y Louis sonrió, mirando a las demás personas que le mantenían una mirada llena de cariño—. ¿Sigue así de loco?
—Loco y enfermo.
—¿Enfermo? —preguntó, curioso.
—Sí, ha tenido una tos terrible últimamente. No ha salido de su hogar más que para comprar frutas —alzó los hombros—. Mamá dice que quizá muera.
Louis frunció el ceño.
—¿Quieres que vayamos a visitarlo?
—¡Claro, me encantaría!
—Podríamos comprarle una bolsa de papas y jarrones de agua, ¿qué te parece eso?
—No tengo dinero...
—Descuida, yo pago todo —revolvió su pelo y doblaron en una calle hacia los puestos de vendedores ambulantes. Louis le compró unas galletas a Reg, y algunas provisiones al señor Miles. Se dirigieron inmediatamente a su casa.
—¡Señor Miles! —tocó su puerta tres veces.
—¿Quién es? —preguntó una voz raposa y vieja, con cierto tono amargo y seco.
—Señor Miles, somos Louis y Reg.
—¡Ah! —de repente su tono de voz pasó a uno lleno de amabilidad. Abrió la puerta y los dejó pasar—. Pasen, tranquilos. Tengo agua, pan, mermelada y...
—Descuide —dijo Louis—, hemos comido algo en el camino para no robarle su comida. Reg mencionó que estaba enfermo, y de hecho hemos venido a traerle algunas provisiones.
—¿Provisiones? —sus ojos se llenaron de brillo—. Vaya, yo... no sé que decir.
—Sé que a muchísima gente de aquí le falta dinero, así que acéptelo por favor —Louis le tendió la canasta y el señor lo tomó, con una débil sonrisa.
—Muchísimas gracias, Louis. Estoy en deuda contigo de por vida —a Louis le agradaba muchísimo, pues nunca se le ocurrió decirle "príncipe" antes de su nombre.
—No es nada —sonrió—. Bueno pues, solo estoy de pasada. Voy a visitar a Anne, ¿sabes si está en casa?
—Siempre está en su casa —comentó, regalándole una lata de arvejas a el niño.
—¡Gracias! —exclamó, realmente feliz—. Estas cosas están muy caras y hacía mucho no las comía, le mostraré a mi madre. Adiós señor Miles, adiós Louis.
Salió corriendo totalmente emocionado y Louis lo observó por la ventana hasta que desapareció de su vista.
—Bueno, debería irme. Fue un gusto haberlo visto, señor. Le he comprado, además, un poco de miel para su tos.
—Gracias Louis, que Dios te bendiga —le dió dos palmaditas en el hombro y Louis se fue.
Caminó ligero. Este camino se lo sabía de memoria; giraba a la izquierda, derecha, izquierda, dos cuadras a la derecha y allí estaba. Una pequeña casa, con un jardincito al frente donde habían algunos girasoles escondidos entre el pasto ya crecido.
Louis tocó la puerta dos veces y esperó. Anne le sonrió ampliamente cuando lo vió después de tantas semanas y lo abrazó con cariño; con un cariño que su madre nunca le había demostrado.
—Hola Anne, gusto en verla.
—Louis, pasa, pasa. Estoy preparando un guiso, ¿gustas quedarte a comer?
—Ya he almorzado, pero gracias.
—Él está atrás jugando con algunos sapos, o algo así. Espera que lo llamo. ¡Harry!
♧
Holaa
Ya apareció Harry :D
¿Les va gustando la historia? Prometo que más adelante se pone más interesante.
Gracias por leer.
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La sensación de correr bajo la lluvia - [Larry]
FanficEl príncipe Louis y Harry fueron amigos desde toda su vida, y algo más en la adolescencia. Pero vivían en un pueblo donde la homosexualidad era condenada con la muerte. ¿Qué pasaría si descubrieran su amor y tuvieran que correr lejos para poder ser...