13 ⤖ ❝Era incorrecto❞

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Cuando Louis tenía doce años, fue cuando comenzó a preguntarse por qué no le gustaban las niñas de su edad. Esas jovencitas perfectas, de la realeza, educadas, femeninas, adorables. A Louis simplemente no le llamaba la atención.

Es decir, le parecían bonitas. Porque todo mundo las veía bonitas —incluso los adultos mayores, algo que ponía a Tomlinson totalmente incómodo—. Pero no se veía con ninguna de ellas en un futuro, cuando fuera un rey.
Quizá todavía no había llegado a esa etapa. Quizá ninguna de ellas era la indicada. Pero debía ir eligiendo, pues su coronación sería en muy pocos años.

Luego comenzó a preguntarse por qué no se sentía feliz, excepto cuando pasaba tiempo con Harry.

Harry fue su amigo desde los cuatro años. Se conocieron en el castillo, pues la madre de Harry era una de las mujeres que limpiaba, y la mayor parte del tiempo ellos se divertían escapando de monstruos imaginarios, de zombies, burlándose de los bailes que hacían en el castillo y la forma de actuar del rey Tomlinson. Siempre tan amargado desde un principio.

Y un año después, lo entendió. No quiso aceptarlo, pero lo entendió.

Se repetía a sí mismo que no podía sentir eso de lo que tanto hablaban los adultos, por un chico. No le podía gustar un chico, porque él era uno.
Sus padres repetían que estaba mal, que ese tipo de personas que lo aceptaban estaban condenadas al sufrimiento eterno en el infierno. Y durante bastante tiempo tuvo muchísimo miedo de haber nacido "enfermo".

A los trece comenzó a juntarse con varias niñas del pueblo —de esas que se morían de amor por él—, y a bailar con cualquier niña de la realeza en los bailes. Comenzó a alejarse de Harry, y el rizado no entendía por qué Louis hacía eso, pero jamás le preguntó al respecto.

Pasaron de verse todos los días de la semana, a saludarse de vez en cuando los martes cuando Louis hacía una visita semanal a la gente del pueblo.

Harry, por otra parte, estaba confundido. Tenía sus sentimientos claros, los tuvo desde los nueve y poco a poco iba aceptándolos. Pero Louis cada día se alejaba más, y cada noche al irse a dormir se preguntaba si había hecho algo mal, recordaba cada conversación por si había dicho algo malo, pero nunca lo había descubierto.
Él era tímido. Le daba mucha pena preguntárselo, como si algo tan simple como eso pusiera más "furioso" a Louis.

Llegó a un punto donde dejó de responder a sus saludos cortantes. Se concentró en ignorarlo para ver como reaccionaba, para ver si al menos seguía interesándole su amistad. Algo patético e inmaduro ¡pero tenía solo doce años! era obvio que no actuaría de manera madura.

Hasta que llegó ese día precisamente. El día de su cumpleaños.

Se había despertado alegre. Por fin tenía trece, la misma edad que Louis. Y esto era un problema, pues Louis siempre se burlaba de ser mayor durante los meses entre sus cumpleaños. Y a Harry no le molestaba realmente, pero aún así se sentía emocionado por tener la misma edad nuevamente.
Trece años. Número impar... ¿significaba que algo malo pasaría? No le importaba mucho eso, era algo que su madre creía.

Estuvo esperando todo el día a que Louis apareciera. No importaba un regalo o la forma en que saliera de su boca, quería un "Feliz cumpleaños" de su parte. Estaba anocheciendo, y él no aparecía.

Apareció a la hora de la cena.

—Hola Harry. No tuve tiempo de comprarte un regalo pero... Feliz cumpleaños.

—Gracias.

No, no sonreiría falsamente esta vez. Quería que Louis se diera cuenta de lo enojado que estaba.

—Okay, entonces... Creo que debo volver a mi casa y...

—Sí, vete con las niñas ricas, no me importa un carajo.

Louis estuvo a punto de dar el paso para irse pero se detuvo abruptamente.

—¿Te encuentras bien?

—¡Eso debería preguntártelo yo a tí! —apoyó su índice en su pecho y lo empujó levemente. Se cruzó de brazos y sopló un rizo rebelde que estaba en medio de su rostro.

—¿Eh?

—¡Me has estado ignorando durante casi un mes!

—Oh...

—Louis, si hice o dije algo mal, dímelo. No soy un puto adivino.

—Yo tampoco. No sabía que esto te afectaba tanto.

—No, Louis. Eres mi único amigo y de repente me trataste como un total desconocido sin ninguna explicación, me miraste mal algunas veces y casi que ni te apareces en mi cumpleaños. No me afectó —dijo sarcástico, alzando las cejas. Formó una línea con sus labios y mordió pedacitos de su labio inferior para calmar la ansiedad que le estaba invadiendo.

—Harry, yo... lo siento, ¿sí? Tengo muchas cosas en la cabeza.

—¿Como piojos?

—Probablemente... Mi primo pequeño no se ha despegado de mí —alzó los hombros—. Es que han estado pasando... cosas extrañas conmigo.

—¿Y eso me incluye a mí?

—Sí. Y no quería... Necesitaba mi espacio. Lo siento en serio. Ya lo arreglé.

—¿Ah sí? ¿Y qué era lo que ocurría?

—Nada relevante. ¿Me invitas a pasar? Aquí afuera hace frío.

Bebieron chocolatada caliente, leyeron un libro en la habitación de Harry y rieron a carcajadas contándose todo lo que no habían hablado en esas tres semanas y media. Se necesitaban. Necesitaban del otro para estar completos, para ser totalmente felices. Era estúpido, pero era la realidad.

Louis no pudo aceptarlo hasta un año después, cuando descubrió que ya no podría cambiar eso que sentía, que Harry te besaba y te llevaba a otro mundo, y que le gustaba un chico. Le gustaba un hombre, era la verdad. No se sentía orgulloso, las primeras veces solo podía tener miedo de que los descubrieran. Pero todo el pueblo sabían lo cercanos que eran, y verlos más juntos que de costumbre no levantaba ninguna sospecha.

Aún así nunca le dijeron a nadie. Mantuvieron el secreto todo el tiempo que pudieron, pero al fin y al cabo sabían que en algún momento todo se iría al carajo.

Louis no sabía que este destino les tocaría mucho más antes del que Harry y él tenían planeado. Nada había salido bien.

La sensación de correr bajo la lluvia - [Larry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora