Capítulo 12

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Capítulo 12. Centinela

*Prohibida la distribución de este fanfic sin permiso de la autora. Puedes descargar esta historia completa en Patreon.com/chispasrojas

Cenaron brochetas de pollo con salsa de cacahuete, ramen picante y un cuenco de arroz que compartieron. Jungkook llevaba mucho tiempo sin cenar en un local de comida casera. Cuando se sentó junto a Tae, se quitó el abrigo y también la chaqueta (no quería llamar la atención con su vestimenta). La calefacción se encontraba alta, con una camisa era suficiente. Disfrutó de estar en compañía del omega, compartieron un rato sin tensiones, sin sarcasmos, sin palabras afiladas. Para Jungkook, estar con Tae era revitalizador, se sentía muy feliz. El peligris comía un montón, tenía un apetito admirable que hablaba de su buena salud pese a ser un omega. Cuando terminaron de cenar, Jungkook le pidió encargarse de la cuenta. Tae esperó sentado, tenía el estómago lleno de mariposas, ¿eso que existía entre ellos era una química natural? ¿Conversaciones sobre todo y sobre nada?

Se sintió extrañamente complacido. Era como si su ser estuviese intentando sobrevivir a un oleaje de emociones dispares, que amenazaban con tragarle. Pensando en ello, se quedó ligeramente pasmado con los iris atravesando la cristalera, estaba nevando afuera, la gente que pasaba por la avenida se cubría con paraguas transparentes, de colores, y las capuchas de sus abrigos.

Jungkook regresó a su mesa, se dejó caer a su lado y contemplando su despiste, pasó un brazo por encima de los hombros de Tae, le atrajo cuidadosamente hacia él con un plan mucho más apetecible. El omega giró la cabeza, su nariz se topó con su mejilla, Jungkook y él se miraron en la corta distancia.

—¿Tienes sueño?

—Uhmn, no.

Estaban en público, pero el azabache extinguió los escasos centímetros que existían entre ambos para darle un besito. Fue un movimiento de labios lento, dulce, cálido. Se extendió durante un minuto, donde sus respiraciones se enlazaron. Jungkook necesitaba aprovechar esas horas de la madrugada para volver a besarle, no podía creerse que Taehyung lo aceptase, que sus besos surgieran de forma tan genuina, y ambos se preguntasen con labios sellados y ojos brillantes, por qué sentían que, de repente, todo encajaba.

Afuera en la calle, pasearon frente a un parque donde habían montado una pista de patinaje sobre hielo. Había una cola enorme, pero a Jungkook le apetecía patinar, y tiró de su mano para ponerse al final de la cola.

—No sé patinar.

—¿Cómo qué no? ¿Nunca tuviste patines de pequeño?

—Huh —Tae evocó a su memoria, y prefirió mentir—. Una vez, me fracturé una pierna al caer por una escalera.

—¿Qué dices? ¡Venga ya! —sonrió Jungkook—. Eso es mentira. No sabes mentir.

—¡No es mentira! —se defendió Taehyung.

—Sí que lo es.

—Vale, no me gustan los patines —reconoció rápidamente el omega—, nunca he patinado antes.

Jungkook se mostró encantado.

—¿Crees que voy a dejar que te caigas? —le preguntó con una sonrisa—. Es muy fácil patinar, sólo tienes que dejarte llevar, y no ser un palo inmóvil.

—Esa frase es muy absurda —valoró levantando el dedo índice—. Suenas a político corrupto.

El pelinegro le mantuvo junto a él durante toda la cola con un brazo por encima de sus hombros para que no escapase. Tae no se resistió, sólo porque a Jungkook le hacía ilusión patinar con él, los turnos de entrada no eran de más de veinte minutos, y, además, estaba muy calentito bajo su brazo.

Dusk Till Dawn (Vol. 1) ☪ Kookv [Chispasrojas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora