Capítulo 16

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Capítulo 16. Puro instinto

Jimin se despertó sobre un sofá desconocido, sus párpados pestañearon hasta que sus pupilas recuperaron la nitidez de su entorno. Era un salón de aspecto clásico, dos ventanas hasta el suelo, cubiertas por un par de densas cortinas. La mesa llena de trastos, ropa doblada sobre una de las sillas, olor a café proveniente de algún lado. Hacía frío, tenía la nariz helada, sus piernas estaban cubiertas por una manta. En cuanto trató de incorporarse, una punzada de dolor atravesó sus costillas.

No pudo evitar soltar un jadeo, cayó hacia atrás de nuevo, advirtiendo la proveniencia de su terrible punzada. Miró hacia abajo descubriendo una venda bajo la camiseta cortada y manchada de sangre seca. Y de repente, percibió una segunda presencia.

—Eh, eh, cuidado con eso.

Yoon se inclinó ante el sofá, apartó sus manos de la herida y comprobó que seguía bien vendada y sin aparentes rastros de sangre bajo la venda. Jimin le miró jadeante, con los ojos desencajados y una ligera capa de sudor cubriendo su frente.

—No lo toques, te cosí hace cuatro horas —agregó Yoon—. Dejaste de sangrar, por suerte.

—¿Q-qué...?

Jimin giró la cabeza lentamente. Estaba en el hogar de «esa persona», el mismo que le había atracado unos días antes, dejándole inconsciente en mitad de la calle. Yoon se sentó en la pequeña mesa, frente a él, su rostro era cansado, como si no hubiera pegado ojo en toda la noche.

—¿Crees que no sé quién eres? —formuló Jimin con voz rasposa—. Estás muy jodido...

—Oye, esto es tu culpa, n-no la mía.

—Iban a apuñalarte —suspiró el sub-alfa—. Y no me refiero a eso, m-me atracaste...

—Y tú fuiste el apuñalado, te felicito.

Jimin exhaló una carcajada insonora, se incorporó cuidadosamente en el sofá, bajo la atenta mirada del peliazul. Su desconocido compañero giró para rebuscar algo entre el montón de objetos acumulados sobre el desorden de la mesa. Alzó una cartera de piel marrón reconocible para el sub alfa.

—Ten —le ofreció el peliazul—. Te pagaré.... lo que te debo, te lo prometo.

El rubio se encontraba pálido, recuperó su cartera entre los dedos con indecisión. Sus iris se encontraron con los grisáceos de Yoongi, en un extraño silencio. En realidad, él no parecía nada amenazante. Jimin comprobó el contenido de su cartera, encontrado sus tarjetas y carnet de identificación. No quedaba ni un billete.

—Te traeré algo caliente, espera unos minutos.

Yoongi desapareció de su vista, salió por la puerta para alcanzar la cocina. Jimin giró la cabeza en cuanto le perdió de vista. Por supuesto, no iba a quedarse allí, el olor a sopa caliente acarició su olfato cuando se levantó del sofá. Tenía un agudo dolor sobre el abdomen, pero eso no le dificultó caminar. Caminó por el salón cuidadosamente, como un lobo moviéndose por terrenos peligrosos. Asomó la cabeza en el corto pasillo; vislumbró un gran espejo en la entrada, dos muebles con cajoneras, una puerta iluminada desde dónde provenía el olor a comida. Una tos seca llamó su atención, Jimin se dirigió hacia allí sin hacer ni un ruido, el dormitorio se encontraba abierto, era pequeño, con una cama pegada a la pared y un armario cerrado. El escritorio estaba lleno de cajetillas con medicinas que desconocía, Jimin arrugó la nariz, había una mujer echa un ovillo bajo un puñado de mantas. Su aroma le hizo creer que era beta.

Dusk Till Dawn (Vol. 1) ☪ Kookv [Chispasrojas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora