CAPÍTULO 9

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Tonam se acomodó al borde de la cama, esperando a que Mean saliera de la ducha y cuando por fin lo hizo, hubo un silencio incomodo y una mirada evasiva de parte de Mean.

- ¿Vas a evitar hablar conmigo? ¿debería buscarlo y preguntárselo?

Mean suspiró, enredando sus cabellos en sus dedos.

- Te dije que terminó. Ya no hay nada entre nosotros dos.

- Ya veo. No me lo dirás, creo que iré a decírselo yo mismo. – Estas siendo un completo cobarde y lo sabes. ¿Qué es lo que te da tanto miedo?

- No tengo miedo

- Te conozco. He observado y presenciado todo el sufrimiento por el que has pasado. ¡No intentes engañarme! ¡Lo sé muy bien!

- ¿Por qué estás haciéndome esto? – preguntó Mean. – no comprendo que es lo que estas tratando de buscar.

Tonam rodó los ojos y sin más rodeo solo la bomba que había deseado talvez no soltar.

- ¡Eres un idiota, cobarde!, todavía lo amas con todo tu ser ¿Por qué estas alejándolo de esta manera, si vas a sufrir y verte tan lamentable?

No era necesario escuchar la respuesta de los labios de Mean porque Tonam fue consciente que cualquier cosa que saliera de sus labios sería una completa mentira. El gesto en su rostro le decía todo lo contrario cuando escuchó detenidamente cada uno de los intentos vagos de dejar en claro que no amaba a ese otro hombre.

Sonrió, sabiendo que debía actuar.

- Si no vas tú a buscarlo, lo haré yo – declaró Tonam muy decidido.

Mean tembló ante aquella aclaración.

- No lo harías –

- Alguna vez me viste dudar – refutó su amigo atacando una vez más. – No pienso seguir siendo tu compañero de copas, no quiero escuchar más, cuanto extrañas a Plan.

- Pero yo ...

- No dudes más. Tu madre quisiera verte siendo feliz con la persona que amas. ¿No lo crees? – Necesitas dejar el paso atrás, es solo pasado. Puedes comenzar de nuevo y construir una nueva vida, un nuevo comienzo y una nueva relación. Una relación en la que los errores del pasado solo te dejen experiencias y enseñanzas. ¿Acaso no es lo que quieres? ¿Estoy equivocado?

Mean asintió, con los ojos llorosos.

Entonces Tonam se dirigió a los pequeños cajones y sacó un pantalón azul, un suéter blanco y una chamarra doble. La tiró sobre la cama y dijo:

- ¿Sabes dónde vive?

Mean negó.

- Vamos vístete, te llevaré a verlo.

- Ahora-

Toman asintió. – Claro que sí. Tienes que ir ahora mismo, no importa cuán noche sea, porque talvez mañana sea demasiado tarde y no tengas ninguna oportunidad – ¡Rápido, vístete!

Mientras Mean luchaba con sus prendas, Tonam hacia una y otra llamada, anotando algo en una pequeña libreta, se mordía los labios y fruncía las cejas seguido de una mueca. Se veía algo alterado, pero después de unos minutos, una llamada sacó una gran sonrisa de sus labios y agradeciendo,  cortó la llamada para mirar a Mean mirándose en el espejo un tanto nervioso.

Tomó del brazo de Mean y salieron en silencio, percatándose que en la pequeña sala ya no se encontraba el padre de este. El auto moderno de Tonam estaba estacionada en el pequeño garaje frente a su casa, abrieron las rejas y partieron.

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