Capítulo 16

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Alessandro Walker

El problema que me causa Christopher Adams siempre es el mismo y es que nunca aprende ese hombre. Cuando trabajó conmigo se metió en lo que no le incumbia y terminó muy mal. Pero el hijo de perra no se muere, sobrevivió a cada una de las cosas que le hice y cada vez se hizo más fuerte.

Con el trago en la mano izquierda doy vueltas por mi despacho intentando buscar la forma de actuar y de matar sin sobrevivientes. Tengo a toda una organización a mi favor, miles de hombres que trabajan para mí pero Christopher tiene toda una entidad judicial y nuevamente me supera ese maldito.

–Señor

–Diga

–¿Qué va a hacer con la señorita?

–Mándela abajo, pero sin un solo golpe porque esa mujer se muere y la necesito viva.

–Sí señor

Los hombres ser van y mi cabeza sigue divagando. Christopher me jodió una vez, me quitó la confianza de mi padre. Se apoderó de mi familia, mi mujer y luego se hace agente judicial como si nunca hubiese colaborado con nosotros.

–Papá– digo ilusionado por el ascenso que mi padre me prometió.

–Alessandro. Te esperaba– responde mi padre con la misma autoridad de siempre.

–Supongo que conoces a este chico– dice y me percato de que Christopher está junto a él.

–Sí– respondo

–¿Y se puede saber por qué diablos él sabe de la organización y negocio familiar?

–No lo sé, solo trabajaba para mí

–¿Para ti?– dice con ínfulas de superioridad– Trabajaba para mí, porque los negocios y todo lo que tenemos es mío no tuyo Alessandro, no seas imbécil.– sus palabras me golpean.

–Pero padre, tu siempre has dicho

–He dicho que eres mi sucesor, pero no estoy muerto ni he dicho que ahora el poder lo tienes tú.

–Yo solo estaba intentando ayudar en uno de los negocios.

–Ni para eso sirves Alessandro. Porque si uno se da cuenta– señala a Christopher– Todos se darán cuenta. Él ya está advertido.

–Lo siento padre– digo bajando la mirada

–Déjate de disculpas que no me sirven de una mierda. Ve y busca algo en lo que seas útil, de lo contrario no me sirves.

–Soy tu hijo

–Pues qué desgracia la mía Alessandro.

El hombre que siempre ha sido mi ejemplo a seguir sale de la oficina haciéndome sentir como su peor decepción.

–¿Por qué me hiciste esto Christopher?– le digo a quien creía mi amigo

–Me metiste en un negocio que cubre una organización ilegal.

–No tenía porque meterte en mi cosas

–No quiero ser un criminal como tú

–Trabajabas para mí como cualquier otro. Nadie sabía nada hasta que te metiste más de lo que debías

–No quiero ser parte de esto

–No tenías que venir con mi padre

–Si pierdo yo pierdes vos, yo ya estoy fuera.– dice Christopher y se va.

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