Capítulo 9

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Samantha

El conductor va lo más rápido que puede pero no es suficiente. Tengo Christpher prácticamente desangrándose y ejerzo presión pero nada detiene la hemorragia de su pierna. Lleva 6 minutos inconsciente y su pulso es débil, casi indetectable.

–¡Más rápido!

–Sam, ¿cómo está?–pregunta Erick

–Mal Erick, necesitamos un hospital ya.

–¿Cuánto falta?–Le pregunta Carte al conductor

–Menos de dos minutos.

–Puedo relevarte si quieres

–No Carter, yo lo hago.

–Sam, no seas terca y deja que Carter te releve, el sabe lo que hace.– Dice Christian

–¡DIJE QUE NO!

La camioneta va a alta velocidad, gira y acelera incontables veces. Yo solo pienso que tengo a Christopher en mis manos y perderlo no es una opción. Fui entrenada para esto, mi madre es cirujana y me enseñó cómo hacerlo, puedo con esto.

La camioneta frena, frente a la sala de urgencias del hospital más cercano y abren las puertas de la camioneta. Nos esperan dos doctores junto con una camilla.

–Llamen a la doctora Isabella Carter. ¡YA!

–La doctora no está disponible.– Informa la enfermera

–Llamenla, dígale que Samantha está aquí y la necesito a ella en el quirófano. ¡AHORA!

La enfermera se va corriendo a hacer lo que pedí en lo que los doctores entran a la camioneta a evaluar a Christopher. No preguntan, solo revisan la herida, su pulso y no se que más antes de ver cómo lo van a sacar.

–Señores, necesito que me ayuden a pasarlo a esta camilla– indica el médico– con el máximo cuidado posible y con lo más rápido que se pueda.

–De acuerdo.

–Señorita– alzo la mirada y me dice– puedo cambiar de posición con usted para controlar yo el sangrado...

–No. Si me muevo un milímetro el se desangra y no es un riesgo que estoy dispuesta a correr.– Me mira, me mira hasta que dice.

–Bien, entonces deberá mantenerse a su lado con sumo cuidado de no mover las manos de donde las tiene. Cuando lo tengan en la camilla deberá subirse sobre él para hacer más presión, hasta llegar a quirofano.

–Bien

Entre Erick, Derek y Carter lo sacan de la camioneta con cuidado como lo pidió el doctor. No me muevo de su lado ni un solo segundo y sigo presionando su herida como si mi vida de ello dependiera.

Cuando lo ponen en la camilla, Erick me ayuda a subir sobre él. Mi mano sigue sobre su muslo y mis piernas a ambos costados. Los doctores comienzan a mover la camilla a toda prisa. Hacen llamadas, piden el quirófano y llegan al ascensor. Mi corazón se me va a salir del pecho.

Cuando llegamos al piso que debemos llegar sacan la camilla a toda prisa. Abren la entrada al quirófano y posicionan la camilla junto a una que hay en el centro de la habitación. Hace frío adentro pero lo único que capto es como su sangre se derrama entre mis manos.

–¡SAM!

–¡Madre! Él es el general Christopher Adams. Le dieron dos tiros en la pierna, entrada y salida. No ha dejado de sangrar. Perdió la conciencia hace unos 12 minutos y su pulso es débil.

–Yo me encargo.– Me dice y asiento– Pasenlos a otra cama.

Nos rodean y varios de los doctores, enfermeros y demás personal cogen los extremos de la camilla en la que estamos.

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