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-Mátame, Rengoku, sé que darías lo que fuera por hacerlo.

-Aunque quisiera, hacerlo me buscaría muchos problemas, Sanemi ¿Qué rayos haces aquí?

Bajé mi espada lentamente mientras Sanemi sonreía victorioso y me miraba desvergonzado, sacudía con elegancia su uniforme lleno de hojas por haberse arrastrado por el suelo hacía un momento. Seguía sin vociferar una sola palabra y aún sin guardar mi arma lo miraba esperando el por qué se encontraba en mi finca. No separé mi vista de él ni un segundo cuando nos nuestros ojos se encontraron.

-Deja de mirarme como si me odiaras, Mina, ahora vamos a dentro te traje la cena.

Sonrío nuevamente y soltó una risa ahogada mientras subía por los escalones que daban al pasillo principal. Le seguí con cansancio y esperé a que diera más explicaciones. Del otro lado justo en la entrada estaba uno de los Kakushi, nuevamente con comida en las manos y esperando por el intruso de mi finca, quien tomó las cosas y vi al hombre retirarse entre la oscuridad. Sin vergüenza ni pena se sentó en la sala de estar de la finca y comenzó a comer. Tomé lugar a su lado, y un bocado de lo que fuera que habían en la cantidad de platos que había dejado en la mesilla.

-Aún no me dices que haces aquí, Nemi...

-Mina, Mina, te lo he dicho, te traje la cena. Rengoku dijo que cuidara de ti, además de que esto esta delicioso, no sabes la cantidad de veces que intenté comerlo mientras venía aquí -dio un sorbo a su bebida y con la boca llena continuo hablando-, vamos come algo, no te voy a regañar como Shinobu si te acabas tres platos enteros, traje mucha comida porque no sabía cuanto comías y no quería que te quedaras con hambre.

le sonreí por primera vez en lo que llevaba aquí, tomé los palillos con más confianza y comencé a comer. Sanemi siempre fue un buen amigo nuestro. Cuando llegamos a la finca por primera vez fue uno de los pocos que hablaron con nosotros, aunque siempre sintió que podía ser un pilar tan poderoso y capaz como mi hermano. Si bien, Sanemi tenía el titulo de pilar, muchas veces actuaba por impulso y si tenías un plan te obligaba a romperlo para emboscar sin miedo. Odiaba entrenar con él porque siempre terminaba llena de moretones por lo grotesco que era, sin embargo, nunca fue razón para que dejáramos de hablar. Lo quería mucho y él lo sabía, aunque a veces casi nos matáramos con la mirada y estuviéramos en más de una ocasión a punto de cortar la yugular del contrario.

-Gracias, Nemi-San -le escuché atragantarse con el soba por un momento y reí con tantas fuerzas que solo pudo sacarme de mi trance un golpe que recibí de su parte-. Eres un idiota, me dolió.

-Deja de reírte, boba-chan.

Ambos nos quedamos hasta tarde riendo, le invité a quedarse a dormir, pero negó mientras tomaba algunos de los platos de la mesa y los lavaba con delicadeza en la cocina antes de tirar el agua sucia al patio. Se despidió con un abrazo y al igual que con el Kakushi lo vi alejarse por el sendero. Estaba tan llena y cansada que al tocar las cobijas quedé totalmente dormida.


La mañana estaba fresca y podía sentir el viento rozar más fuerte contra la ventana, al igual que el resto de la semana vi a Kyojuro entrar a casa solo a cambiarse el uniforme e irse. Con las pocas ganas que tenía camine en dirección a la finca mariposa para ir a desayunar en compañía de Aoi ya que Mitsuri había hecho mucho por mi esa semana. Mi mente se vio interrumpida por los pasos de Tanjiro quien corría en mi dirección tratando de respirar con regularidad, le miré por unos segundos confundida, pensado que iría donde yo, pero solo siguió corriendo, perdido en su propia mente. No hacía mucho el sol salió, por lo que confundida miré en su dirección, tal vez no me había visto, pero era una premisa falsa, hasta el más tonto me había visto. Con miedo di dos pasos y suspiré.

𝙆𝙤𝙞𝙨𝙝𝙞𝙩𝙚𝙧𝙪. (𝙏𝙖𝙣𝙟𝙞𝙧𝙤 𝙭 𝙤𝙘)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora