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La mañana siguiente como Tanjiro había dicho, se encontraba donde Nezuko estaba durmiendo. Su haori cubría mi cuerpo, así que aproveché para cambiarme. Nos dieron ropa para usar mientras estuviéramos aquí, ropa que utilicé. Quería quedarme el haori de Tanjiro por un rato más. Escuché la puerta ser tocada acercándome a abrir.

—Buenos días señorita Rengoku-san ¿Quiere que le traigamos el desayuno aquí o prefiere comer en el comedor? —pude notar al Kakushi mirar el haori.

—Oh, yo prefiero comer allá.

Asintió y se retiró. Salí de la habitación, estirando mi cuerpo y sintiendo dolor al hacerlo. Me hizo reír la sensación rara que tenía en mis extremidades, una mezcla entre cosquillas y dolor. Encontré a Mitsuri en el camino, quien estaba cerca de irse ya que su katana estaba a punto de ser terminada. Al igual que el Kakushi, notó el haori, pero prefirió no decir nada. Llegando al comedor pudimos ver al pelirrojo y a su pequeña hermana sentados en una de las mesas. Pedimos el desayuno y comenzamos a comer y a hablar.

—Tokito-san está aquí —habló el pilar del amor—, es muy lindo.

—Casi no hablo con Muichiro-san —dije mientras mordía mi comida—. Solo una vez cuando casi rompo el techo de su casa después de romper las ventanas de Iguro-san.

—¿Rompiste las ventanas de Iguro-san? —habló Tanjiro.

—Ella tiene el récord entre pilares de quien ha roto más cosas de una finca. Creo que la lista empieza en la cerca de la finca de la flama y termina en el jardín de la finca de Shinobu-san. 

Nezuko y Tanjiro me miraron sorprendidos y solo pude guiñarle a ambos, generando sonrojo en Tanjiro y dejando a una Nezuko confundida. Terminando de comer, volvimos a buscar a Haganezuka-san, el forjador de Tanjiro, aunque nos separamos un momento para que así pudiera acompañar a Mitsuri-san.

Durante el camino me hablo con entusiasmo sobre sus gatos, también de como le había ido el fin de semana con Iguro-san. Durante el camino estaba muy atenta a lo que dijera, ya que siempre me apreció interesante la emoción que Mitsuri-san le ponía a cosas tan simples como haber plantado una flor hacía unos días y por fin había florecido.

—Oye, Mina-san ¿Esa capa es de Kamado-kun?

me atraganté con mi saliva y me miró preocupada— ah sí, es de él. La mía eh se, ensucio ayer y me la prestó.

Me callé y ella se detuvo a reír, parecía que el aire de sus pulmones nunca se acabaría pues no paraba de hacerlo. La miré preocupada pensando que se caería en cualquier momento debido al ataque de risa. 

—Si no hubiésemos crecido juntas juraría que estas diciendo la verdad —limpio la lagrimas de sus ojos debido a lo anterior mientras sujetaba su estomago—. Sanemi-san había dicho que ustedes estaban juntos, pero creí que no era verdad. Que envidia, Minako-san, has encontrado a un hombre fuerte que cuide de ti. 

—Creo que ambos podemos cuidarnos. Pero, Tanjiro es alguien diferente. Recuerdas a aquel chico que se quedó en la finca mariposa hace ya varios meses, si no es que un año.

—Oh sí ¿el chico de cabello castaño que Rengoku-san me dijo que preferiría que jamás te hablara y que solo vino a hacerte llorar?

—Demasiada información. Pero sí, Tanjiro comparado con él, es un sol —reí— creo que realmente me gusta. 

La escuché emocionarse y seguir hablando sobre otras cosas antes de despedirme para ir a buscar al pelirrojo, ya que la pilar del amor debía atender otros asuntos. 

Caminé por la villa, observando con cuidado cada parte de ella. Posiblemente me quedaría unos días más porque solo había venido a acompañar a Tanjiro y a disfrutar de las aguas termales del lugar. Caminando por los senderos escuché los gritos de alguien, asustada corrí a donde provenían encontrándome con Muichiro-san pidiendo una llave a uno de los pobladores. Detrás de ellos venía Tanjiro. Todos ignoraron mi presencia siguiendo su camino hacía una extraña muñeca de varios brazos. No los seguí, pero les miré por otro rato hasta que Muichiro-san comenzó a entrenar con ella. Pasó al rededor de una hora cuando rompió su espada, tomando una de la muñeca y yéndose por un lado totalmente contraría a donde les había visto venir. 

Por primera vez me acerqué al grupo, observando con delicadeza la muñeca de entrenamiento.

—¿Cómo se supone que funciona esto?

—Meu —habló Tanjiro mientras el niño que venía en su compañía gritaba del susto.

—Hola, vengo a dejarte tu haori, creo que lo he usado demasiado hoy —miré al niño—. Hola, Soy Rengoku Minako. Solo estoy de visita. 

—Mi nombre es Kamado Tanjiro.

—Soy Kotetsu. Y esa de ahí es una muñeca que mi padre construyó para entrenar.

—Tiene 6 brazos —mis dedos recorrían la ya desgastada muñeca observando sus detalles— ¿Por qué?

—El espadachín que ayudó a crearla tenía movimientos que fueron capaces de recrearse únicamente con 6 brazos. Pero ahora que está rota y no soy tan hábil como mi padre, supongo que se no habrá manera de raparla. 

—Quiero practicar con ella ¿Podría hacerlo?

Kotetsu comenzó a mover unas cuantas veces las falanges de los dedos, explicando que se debían cambiar por cada espadachín que quisiera entrenar con ella, reforzando aquellos puntos débiles del contrincante. Una vez estuvo lista me posicioné frente a ella. Movimientos rápidos y casi imperceptibles. Inhalé cerrando los ojos, colocando recta la espalda y miré a la muñeca, era como si su velocidad hubiera disminuido y era capaz de mirar donde sus ataques golpeaban. Un ataque tras otro, defensa y correr por detrás de ella para atacar. Se detuvo antes de que pudiera si quiera dar el ultimo golpe. Al parecer se había trabado por lo vieja que era.

Tanto Tanjiro como Kotetsu me miraron sin parpadear, tiré la katana al piso y después pasé mi cabello hacia atrás. 

—Al parecer se volvió a romper. 

—¿Cómo pudiste seguirle el ritmo? Eso fue maravilloso Meu ¿Cómo tú?

—Entrenamiento supongo...

—Quiero hacer eso, enséñame —Tanjiro estaba muy emocionado, toqué la punta de su nariz con mi dedo índice y asentí—. Realmente me gustaría tener la habilidad de un pilar. 

—En ese caso te ayudaré a entrenar —habló Kotetsu—. Utilizaremos la muñeca para hacerlo. Después la arreglaré si necesitamos hacerlo. Vendrás aquí todos los días en la mañana y entrenarás hasta que puedas superar a la muñeca como Rengoku-san. 

—Oh solo dime, Minako, mi apellido se puede confundir.


Tal como habían dicho, Tanjiro entrenó toda la tarde. Me quedé un rato, viendo como era lanzado por la muñeca en varias ocasiones y superado en muchas otras. Mientras él entrenaba me quedé en la sombra de los arboles a cuidar de Nezuko, a quien después llevé en conmigo por un poco de comida después. Así hasta caer la noche. Su entrenamiento duró al rededor de tres o cuatro días, los cuales le iba a ver por ratos cuando Mitsuri-san no me llamaba para acompañarle a otra parte de la villa. 

La mañana siguiente, poco antes de cruzar el puente para ir a donde se encontraba, su cuerpo, débil y cansado se acercaba hacía mí.

—Hola, sol-chan —Saludé con entusiasmo y reí mostrando la pequeña canasta con comida—, ¡Te traje el desayu...!

y Tanjiro cayó al lago. 

𝙆𝙤𝙞𝙨𝙝𝙞𝙩𝙚𝙧𝙪. (𝙏𝙖𝙣𝙟𝙞𝙧𝙤 𝙭 𝙤𝙘)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora