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—Regresaré pronto, cuida de casa y se amable con los Kakushi. Te quiero.

Kyojuro revolvió mi cabello con energía, le abracé con fuerza mientras el reía y correspondía mi abrazo únicamente colocando una de sus manos al rededor de mi nuca. Le miré despedirse e ir por el mismo camino por donde Tanjiro se había ido hace poco y entré a la casa. Miré todo al rededor y me senté un segundo en el piso en el medio del pasillo. Odiaba tener que estar sola en casa, aunque me sentía cómoda la luz que Kyojuro irradiaba me hacía sentir que todo estaría bien. Así su risa te despertara a las 7 de la mañana o en la noche cuando el resto de pilares venía a casa a convivir y solo querías ir a dormir, ahí estaba la ruidosa voz de él. Sin duda era un ejemplo tanto para Senjuro como para mi. Miré la puerta y me levanté, abriéndola con rapidez y corriendo por el sendero dejando la casa detrás. Me dirigí a la entrada de la finca mariposa por inercia viendo como las pequeñas niñas despedían al trío de amigos que se encaminaban a su misión. Me acomodé entre ellas sujetando mi Haori con fuerza y preguntándome si lo que hacía era lo mejor.

—¡Tanjiro! —solté corriendo a donde él y lanzándome a abrazarle, pude sentir su cuerpo hacerse hacia atrás, dando unos paso para recuperar el equilibrio. Le rodeé fuertemente mientras sentía las intensas miradas de Zenitzu y a un desconcertado Inosuke— Buen viaje, cuida de ti. Espero verte pronto.

Al igual que antes, sus brazos rodearon mi cintura sin permitir que mis pies tocaran el suelo, escondió por unos segundos su rostro entre mi hombro y mi cabello sintiendo su respiración. 

—Regresaré en cuanto pueda, tu también cuídate —lo ultimo lo dijo casi en susurro, soltándome y dejándome en el suelo, a su vez le dejé de abrazar alejándome unos pasos de él. Moví mi mano despidiendo a los tres y fui de regreso a casa.

Minako, ven mencionaba la voz de mi madre mientras se encontraba frente a un cumulo de flores en el patio. Detrás mía estaba Kyojuro peinando mi cabello. Senjuro apenas y nos tomaba atención, pues estaba jugando en el patio pudiendo moverse de a poco pues estaba aprendiendo a caminar—. Mira estas flores, son tan anaranjadas y rojas como tus ojos. 

Mis hermanos comenzaron a jugar juntos mientras mi madre me seguía hablando ¿acaso estos eran recuerdos?

Mina ven, Senjuro puede caminar más lejos sin caerse gritó mi hermano detrás mío.

giré a ver a mi madre una vez más y observé sus rojos ojos una vez más, su rostro brillaba con la luz y su cabello se movía por el viento.

—Protege a tu hermano, Minako. 

Desperté sin poder respirar bien y sudando como la vez anterior, me encaminé al cuarto de Kyojuro recordando al abrir la puerta que se encontraba ahora en una misión y no regresaría hasta pasado mañana. Me senté en el balcón, era temprano que apenas el sol se asomaba por el horizonte, comenzaba a hacer frío y la vista se me nublaba repentinamente por la sensación de adrenalina. Decidí bajar para refrescarme un poco en el estanque y así lograr despejarme. A este paso iría a la villa de los herreros solo por las aguas termales. Todo lo que hacía en el día me tomaba tiempo realizarlo. Al punto de tener que buscar un nuevo uniforme dentro de casa porque había roto el mío de la manera más tonta. Me generé diferentes cortes en la pierna teniendo que ir a ver a Aoi y recibir un sermón de por qué no debería correr con la katana desfundada. Después Sanemi me llamó a practicar junto con Iguro, cosa que no salió bien, ya que en un ataque rompí sus ventanas. Salí corriendo de ahí antes de que Iguro me lanzara al rio que pasaba cerca.

Redecorate - Twenty One pilots

La noche cayó con rapidez, todo era confuso. Mis extraños sueños me confundían, así como mis ganas de descansar. Decidí ir a la finca de Mitsuri a cenar y aproveché a quedarme a dormir con ella, ya que tal vez así calmaría mis nervios. Lo logré por un momento hasta que desperté a una hora de la noche muy confusa nuevamente. No había salido el sol y la luna aún se veía algo alta para pensar que amanecería en pocos minutos. Me acosté mirando el techo inconforme por la decisión que había escogido mi hermano, definitivamente acompañarlo era mucho mejor que quedarme ahí. Entre mis reproches apareció el rostro de Tanjiro, el cual ignoré casi al instante. Volví a intentar dormir lográndolo por momentos.

A la mañana siguiente mientras Mitsuri preparaba sus famosos panqueques con miel, me senté en la entrada de la finca. Iguro entro mirándome con odio, después de lo de ayer no me sorprendería por qué. A pesar de eso, no hubo ningún reproche de su parte y el desayuno fue más ameno de lo que pude imaginar. Cuando él se fue salimos al patio a hablar un poco y mientras eso pasaba vimos un cuervo venir a nosotros. 

—Mina-chan. Creo que ese cuervo es tuyo —dijo señalando en su dirección, notando al instante la dorada correa que tenía al rededor del cuello. Levanté mi brazo para que se posara en el. Probablemente anunciaría una nueva misión. 

—Hola ¿Qué noticias traes? —esperé curiosa a que comenzara a gritar, cuando noté que no lo hizo...

—Rengoku-san, Rengoku-san murió contra la luna superior tres. 

No habló más, Mitsuri cubrió sus labios con su mano evitando hablar, solo soltando un chillido de preocupación. Mi cabeza dio vueltas y miré al cuervo con la expresión triste. Me levanté deprisa y sentí mi cabeza girar, sin importar eso caminé hacia la entrada con la pilar del amor detrás mío cuidando que mi cuerpo no se golpeara con algo. Sanemi llegó al momento sujetando mi cuerpo y pegándolo al suyo, estaba mareada, confundida. No podía expresar ni un solo sentimiento. Mi mente seguían en shock. Kyojuro no podía estar muerto. 

Separé con fuerza mi cuerpo del cuerpo de Sanemi y me dejé caer al piso, el dolor que sintieron mis rodillas fue casi nulo pues mi mente no podía pensar en otra cosa que mi hermano diciendo que volvería, que regresaría para cuidar de mi como siempre había hecho. Recordé que tendría que tomar su lugar como pilar, pero no estaba lista, aún no. 

—Kyojuro —susurré inaudiblemente y sujete con más fuerza mi cuerpo— ¡KYOJURO NO PUEDE ESTAR MUERTO! NO PUEDE ESTARLO ¿¡CÓMO PUDO PASAR ESTO!? ¡ÉL ES EL PILAR DE LA LLAMA, ÉS UNO DE LOS PILARES MÁS FUERTES! —a cada grito que daba mi garganta se des...

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—Kyojuro —susurré inaudiblemente y sujete con más fuerza mi cuerpo— ¡KYOJURO NO PUEDE ESTAR MUERTO! NO PUEDE ESTARLO ¿¡CÓMO PUDO PASAR ESTO!? ¡ÉL ES EL PILAR DE LA LLAMA, ÉS UNO DE LOS PILARES MÁS FUERTES! —a cada grito que daba mi garganta se desgarraba con más dolor— ¡EL NO ESTÁ MUERTO!

Fue lo ultimo que pude mencionar antes de que mi cuerpo perdiera fuerza y nuevamente Sanemi interviniera, sujetando mi cintura y abrazándome, sin importarle ensuciarse por estar sentando a mi lado en el suelo. Me acurruqué sobre su pecho mientras seguía llorando desconsoladamente, mis manos no tenían siquiera fuerza para llevarlas a su cuello y abrazarle mientras lo necesitaba.

—Ni siquiera Rengoku pudo contra una luna superior —Sanemi no me soltó ni un solo minuto y su voz resonaba cada vez más con esa frase. 




—Minako, Tanjiro regresó a la finca. Está muy herido y se desmalló apenas los Kakushi los traían de regreso, pensé que querías verle antes de irte. 

No dije nada cerrando frente a mi la puerta del cuarto de mi hermano. Sus cosas estaban intactas, incluyendo su cama con aparentes arrugas ya que él odiaba "desperdiciar" tiempo tendiendo sus sabanas correctamente. Retiré las rebeldes lagrimas que mis ojos aún tenían y miré a Shinobu-san al final del pasillo. 

—Iré en un segundo. 

Seguí a Shinobu fuera de mi finca, cerrando la puerta lentamente y recorriendo el sendero que conectaba muchas de las fincas de otros pilares. Caminé con pesadez recordando todos los momentos que pasé con mi hermano mayor. Al llegar a la sala donde se encontraba Tanjiro mis lagrimas volvieron a salir y miré a todos los que me rodeaban.

—¿Fueron a la misma misión, cierto?

nadie dijo nada y me acerqué al cuerpo de Tanjiro. Acaricié su frente que ahora llevaba vendajes siguiendo la forma de su marca a como yo la recordaba. Sonreí delicadamente al pensar que había cumplido su palabra de volver y solté una risa corta, para después tocar su mano. Apreté con fuerza mis labios mientras buscaba las palabras adecuadas para hablar mirándole una vez más.

—Gracias por mantenerte con vida, Kamado. 

Me levanté y salí en camino a la casa de mi padre. 

𝙆𝙤𝙞𝙨𝙝𝙞𝙩𝙚𝙧𝙪. (𝙏𝙖𝙣𝙟𝙞𝙧𝙤 𝙭 𝙤𝙘)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora