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Katsuki cerró sus ojos dispuestos a dormir después de aquella conversación con el dulce chico pelirrojo que se había ocupado de mantenerlo a salvo. Su tobillo aún dolía y su cabeza también, había sido una jornada agotadora después de todo.

Sólo deseaba estar en su cuarto, con Jirou y Denki a su costado consintiéndolo. Probablemente esos dos estaban en la habitación de la chica guapa de la fiesta.

Definitivamente éste no era su día.

Era demasiado aún para procesarlo, se había molestado con Shinsou, se había enredado con Hanta y luego Izuku había aparecido tal tornado se tratase. A todo había que sumarle que Eijiro le había admitido su notoria atracción y había tenido que rechazarlo, siendo que estaba en este minuto enredado en las sabanas de aquel mismo hombre.

Se sentía como el peor, se sentía sumamente culpable al recordar el rostro de Eijiro cuando lo rechazó.

''¿Si yo fuese Izuku me corresponderías?''

Katsuki suspiró ante el recuerdo. Se había tardado en responder aquello, más de lo que le hubiese gustado.

''No, Izuku ya no me gusta, nadie me gusta.''

Eso había respondido, porque aquello quería creer.

Era innegable que algo sintió al escuchar a Izuku reclamándolo en la contienda con Hanta. Pero era complejo, pues lo mismo sentía cuándo Sero decía que era suyo.

Sentía como si realmente una parte de su corazón le pertenecía a Izuku, pero a la vez otra parte mucho más antigua le pertenecía a Sero; probablemente también otra porción le pertenecía a Tetsu, y así podría continuar.

Porque Katsuki es alguien sentimental, alguien sensible que se abruma de solo pensar en sus propios sentimientos. Es débil y lo odia, necesita afecto constante y también reconocimiento; es dependiente de quienes demuestran interés en él; se le hace difícil olvidar cuando se enamora de alguien, y a la vez es rencoroso.

El rubio se avergüenza de si mismo.

No podía permitir que otros chicos se entrometieran en su corazón ahora, ya tenía muchos problemas. No quería herir a más personas, no quería involucrar más a Shinsou, no quería meter en medio a Eijiro.

Se comenzaba a convencer de quien fuese que se le acercara o presentara interés por él terminaría herido. Ya sea por una pelea o porque en realidad no es capaz de retribuir aquellos románticos sentimientos.

Tiene miedo a enamorarse de nuevo, tiene miedo de que se enamoren de él, tiene miedo de seguir pegado en sus pasados amores, tiene miedo de que noten sus debilidades.

Está asustado.

Está cansado, no quiere más.

Quizás nunca fue buena idea dar rienda suelta a sus impulsos sexuales con chicos desconocidos.

No servía para esto, se sintió inútil, tonto e iluso de creer que podría llevar a cabo una vida despreocupada y feliz como sus amigos le recomendaban.

Necesitaba afecto sincero. Un afecto que pudiese retribuir sin salir dañado.

Pero todos lo dañaban, y los que no le hacían daño salían heridos por su culpa.

Quizás no es alguien posible de amar.

Con aquel pensamiento se durmió, dejando que el alcohol en su sistema lo llevara a un profundo sueño entre aquellas sabanas que olían al pelirrojo de Leyes.

El rubio de Artes // DKBKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora