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''Es tarde para aceptar ese café?''

Izuku sonrió al ver la pequeña pantalla de su móvil iluminarse con el nombre de Katsuki enmarcando aquel mensaje de texto.

Miró su reloj en su muñeca, y efectivamente notó que era tarde como para ir por un café a la cafetería.

Pues eran las dos de la tarde, y el espacio compartido de Yuuei estaba repleto de gente ocupándose de almorzar antes de volver a las últimas clases restantes para finalizar el agotador semestre de primavera.

Pero tenía café en las habitaciones, y la costosa cafetera que el padre de Todoroki le había regalado al heterocromático en un intento fallido de ganar su cariño hacía un café de maravilla.

''Es tarde para ir a la cafetería por uno, pero puedes venir a mi habitación'' Envió, algo nervioso ante la invitación.

Era la primera vez que invitaba al rubio a acompañarlo en aquellas habitaciones que, sin embargo, ya conocía bien.

El peliverde revolvió su cabello en un intento por borrar aquellas memorias de su cabeza, tu mejor amigo cogiéndose al chico del que estás enamorado no es algo lindo.

Pero quizás se lo merecía, después de todo aquello lo hizo ser mas consecuente con su sentir.

''Numero?''

''La 41''

Izuku se puso de pie apresurado ante la confirmación de Katsuki, probablemente ya venía de camino, y el aún estaba desarreglado.

No es como si tuvieses que arreglarte sólo para beber un café, pero Izuku al creer que no saldría de las habitaciones este día ni siquiera se había peinado, y pareciera que aún tiene la almohada incrustada en medio de todas esas retorcidas hebras verdes.

Dejó el cuaderno en el cual estudiaba sus apuntes de litigación sobre la pequeña mesa de estar y corrió a ponerse algo más decente.

Katsuki estaba en el mismo edificio, la habitación de Sero estaba sólo unos cuantos pisos más arriba que la de Izuku.

Presionó el brillante botón del elevador y esperó, sintiendo un leve temblor en una de sus manos ante las confusas y tristes emociones que lo estaban llenando poco a poco después de Sero.

Suspiró, deseando por un segundo poder despojarse de sus emociones en aquella bocanada de aire que salió de sus pulmones.

Las puertas del elevador se abrieron, y sin prestar mucha atención a su entorno entró apoyándose en una de las paredes cubierta por un gran espejo.

Presionó uno de los circulares botones y no fue hasta cuándo levantó la vista que notó que era aquello que sin saber le daba una amarga sensación en la lengua.

Yo Shindo lo observaba atento apoyando en la pared de en frente, sin hacer nada. Sólo lo analizaba, como si buscara algo distinto en aquel rubio con el que se agarró a golpes en más de una ocasión.

Katsuki no estaba de humor, aquello sumado a su pésimo carácter lo hizo reaccionar; a pesar de que Yo no le había dirigido la palabra.

''Que miras estúpido, ¿te gusto?''

Shindo no pudo evitar, pero reír ante la hostil reacción de Katsuki.

''Te hizo mal dejar el club de atletismo, mírate, todo debilucho.'' El pelinegro sonrió pesado, hablando con desagrado.

Katsuki era consciente de que había perdido algo de peso, ya no ejercitaba como antes y últimamente comía menos, porque su cabeza estaba la mayor parte del tiempo hundida en oscuros pensamientos que no le permitían disfrutar un acto tan simple como es el comer.

El rubio de Artes // DKBKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora