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El día estaba soleado, Katsuki algo ansioso había empacado en su mochila una manta, unos sándwiches y un par de jugos para pasar la tarde en compañía de su modelo de proyecto. Al llegar al lugar acordado lo encontró de pie sonriente, con un par de gaseosas y galletas en cada mano. No había dudas, Izuku era adorable, no podría ser malo. El efecto que el peliverde causaba en su cuerpo era de tal magnitud que el incómodo dolor de los moretones en su estómago había cesado de repente.

''No pude soportar la idea de comerme todo lo tuyo, así que traje un par de cosas.''

Katsuki rodó los ojos ante el comentario, su pureza le causaba gracia, era demasiado.

Ambos estiraron la manta en el pasto de la facultad de Derecho, usualmente en aquel sector no había mucha gente por lo que Katsuki se sentía cómodo a pesar de ser aquella la facultad de su exnovio y de aquellos bullys que tanto lo hartaban.

Katsuki sacó de su mochila ambos sándwiches y el bebestible. No lo diría nunca en voz alta, pero se había esmerado haciendo aquellos pancitos. Quizás hoy podría tantear el terreno y hasta actuar si las circunstancias se daban. 

Aquel día el peliverde lucía radiante.

''Wow, Kacchan se esmeró, ¿no? Estos sándwiches lucen muy bien.'' Izuku tomó uno de los panes comenzando a comerlo al instante.

''Eso es porque a diferencia de ti, soy bueno en todo.'' Katsuki sonrió como un ganador acomodándose sobre la suave tela. Tomó con cuidado su libreta de sketches y miró al chico que tenía en frente disfrutando apasionadamente aquel pan.

Izuku al notar que Katsuki comenzaría al instante a trabajar tragó lo que tenía en la boca con rapidez y limpió las migajas de sus labios con el dorso de su mano. ''Lo siento, ¿debo posar o algo así?''

''Solo haz lo que estabas haciendo y podré trabajar.'' Katsuki negó sonriente, no se percataba, pero aquella sonrisa no se había borrado de su rostro desde el momento en que se encontró con Izuku. Estaba feliz de poder compartir tiempo con él fuera de la enfermería o del club de atletismo.

El rubio comenzó su trabajo, era fácil llevar a cabo sus tareas si aquellas estaban relacionadas con el chico que le quitaba el sueño de una forma irritante. Trazó las finas líneas de sus grandes ojos verdes y sus finos labios con gracia; al final de cuentas era cierto, Katsuki era bueno en todo, o casi todo lo que se proponía.

Probablemente si aquella figura que tenía en frente seguía inspirándolo con su sola compañía en un par de años podría convertirse en Da Vinci, y es que sin siquiera notarlo sus bocetos comenzaban a tomar una bella forma, retratando en su propio estilo aquel pecoso hambriento que devorada aquellos sándwiches.

Estaba feliz, disfrutaba el arte, amaba lo que hacía, pero a menudo lo olvidaba por el estrés de profesionalizarse en Yuuei, después de todo su facultad de artes era bastante destacada y por lo mismo exigente con los jóvenes artistas. Ensimismado en aquellas hojas garabateadas y aquella piel dorada que tenía en frente algo lo sacó de sus pensamientos, cagando un poco el buen animo que hace unos segundos presumía.

Y es que no quería hablar de aquello, pero era inevitable; la pregunta ya había sido hecha.

''Kacchan, por que es que Shindo, Sato y el resto te molestan tanto?''

Katsuki levantó la mirada de aquellas hojas que tenía entre sus dedos, dejando caer el portaminas a su costado sobre la suave tela de su manta preferida. Arrugó un poco el entrecejo en señal de incomodidad, no quería cagar su tarde perfecta de esta forma.

''La verdad es que no quiero hablar de eso, me asquea esa mierda.'' Habló sincero sacando una de las galletas que Izuku había traído. ''No me gusta conversarlo.''

El rubio de Artes // DKBKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora