POV Chase #2

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Había algo adictivo en lo prohibido que siempre me gustó.

Lo sentí la primera vez que desafié a mi padre.

Lo sentí la primera vez que tuve sexo.

Lo sentí cuando Mika, Jax y yo empezamos a intercambiar favores en Jackson.

Y lo sentí en la universidad, corriendo con el culo al aire por el pasillo hacia mi dormitorio, con mi ropa como taparrabo.

A Michi este hecho le causó tanta risa que no pudo parar de reír por varios minutos después de encerrarnos en la habitación. Pato el gato consideró que su estrepitosa carcajada era suficiente como para que la odiara de por vida. Qué va, mejor dicho, a ambos. Acabábamos de despertarlo de la siesta, así que, con las orejas hacia atrás, se metió al armario de Pol y no salió de ahí hasta dentro de un buen rato.

Lo que dejó las risas fue unos segundos de silencio.

Era un silencio diferente al de su habitación, antes de que tuviera el impulso de besarme, pero un silencio en el que por fin pudimos tomarnos el tiempo de observarnos como lo hacíamos antes. Lucía igual de hermosa que antes, sus ojos cafés se achicaron formando una sonrisa. Si existe algo que siempre la delató, pues esas son las expresiones. A diferencia de mí, Michi no sabía ocultarlas, eso demostraba que era una persona transparente y honesta, sin nada por ocultar. No había malas intenciones, por eso podía ser libre de ser yo mismo con ella.

Di un paso hacia su encuentro y ella dio otro hacia mí. La desesperación de volver a encontrarnos ya no estaba, pero las ganas no se fueron. Coloqué mis manos en su cintura para que mis dedos disfrutaran del calor que su cuerpo mantenía y ella se colocó en puntillas para besarnos. Esta vez no hubo prisas, sabíamos que no tendríamos interrupciones. Nos fundimos en un beso pasional en el que ninguno de los dos buscaba más. Mis manos acariciaban su piel; recorrí su espalda como si acariciara la pieza de museo más fina encontrada jamás y empecé a calentarme con sus curvas. Nuestra respiración se fue acelerando a medida que ahondábamos en la boca del otro y nos quedábamos sin aire suficiente para continuar. Después de unos minutos nos volvimos a mirar; estábamos con la boca hinchada y roja, agotados de afrontar un éxtasis que apenas iniciaba.

No necesitó palabras para que entendiera que quería seguir. Esta vez yo tomé la iniciativa y la besé. Devoré sus labios como si fuera la última oportunidad de hacerlo y, al mismo tiempo, mis manos se ocupaban de buscar la cremallera de su falda para quitársela de una maldita vez. Entonces el mismo fuego abrasador que nos atacó en su cuarto tomó posesión del momento cuando sus manos fueron a mi vientre para acariciarme. La piel se me erizó; su toque era condenadamente mágico. El control poco a poco salió de mis casillas y en mi pecho algo se empezó a inflar. El tiempo anduvo más rápido.

Primero le saqué por completo la falda y luego seguí con su braga. Ni siquiera supe dónde la lancé, solo quería despojarla de esta para ser libre de complacerla. La besé otra vez llevando mis manos a su culo. Ella no era consciente de lo loco que me volvía escuchar su respiración detenerse ante mis caricias o la manera en que reprimía los gemidos con mi boca. A continuación, me relamí dos dedos y los llevé entre sus piernas. Estaba mojada, pero me gustaba ver cómo cerraba sus ojos haciendo frente al placer. Era tan linda y ella ni siquiera se lo creía, ¿cómo era posible?

—Ay, Chase... —murmuró, aferrándose a mi cuello en busca de estabilidad—. Si sigues así, yo...

Sus gemidos los escuchaba de cerca, en mis oídos, y eso me prendió más. La llevé contra el escritorio del pobre Pol y la subí. Allí le saqué las prendas de arriba. Llevó un dedo a su boca para morderlo, todavía le avergonzaba quedar desnuda frente a mí, pero me gustaba hacerle saber que para mí era un completo deleite. Toda su figura me enloquecía. Era perfecta y era solo para mí, así como yo era solo de ella. Ahora el ángulo era mucho más cómodo para poder satisfacerla y como ya sabía lo que le gustaba, me senté sobre la silla de escritorio y coloqué sus piernas sobre mis hombros. Fui besando la parte interior de su muslo derecho hasta llegar a su centro y me agaché para lamerla. Mientras más mi lengua escarbaba en su interior, más jadeaba. Una mano en mi cabeza guiándome y la otra sobre la mesa. De vez en cuando me jalaba el cabello y eso me sacaba una sonrisa que no podía contener. El momento en que sus piernas soltaron espasmos, decidí que esto no debía acabar tan rápido. Así como la primera vez, la fui llenando de besos, pero esta vez subiendo por su cuerpo hasta llegar a sus pechos. A ese punto estaba tan caliente que me lancé sobre uno para chuparlo como si fuera comida, al mismo tiempo que apretaba el otro con mi mano y acariciaba su zona más sensible. Eran suaves y blandos, apretujarles. Michi echó la cabeza hacia atrás para disfrutar con plenitud mientras abajo me ponía más duro de lo que ya estaba. Tuve deseos de recorrerla con mi lengua hasta su barbilla y probar su piel. Se veía tan apetecible...

Después de ocuparme del otro pecho, la besé en el cuello y olí su piel. Había un sutil rastro de su perfume que se combinaba con el olor de su cabello. Ella encogió los hombros, probablemente porque mi respiración le causó cosquillas y yo sonreí ante su gesto. Cuando busqué su rostro, tenía las mejillas hinchadas y rojas. Bastó una mirada para entender lo que deseaba, así que la tomé en brazos y la dejé sobre mi cama para seguir con los besos sobre ella. Luego me hice a un lado para acariciar sus brazos, su cintura, su vientre, su cabello, sus labios. Pronto no tardó en hacer lo mismo conmigo poniéndome todavía más cachondo. Fui hasta mi velador y saqué un condón que no tardé en colocarme. Teníamos todo el tiempo del mundo, pero deseábamos hacerlo rápido.

Michi se arrastró hasta el centro de la cama y estiró sus brazos para abrazarme. Mi pecho rozaba el suyo ante cada inhalación, pero ella contuvo la respiración cuando me agarré la polla e introduje la cabeza dentro de su cavidad. A medida que entraba más se estremecía; la espalda arqueada y sus dedos enterrados en mi espalda. La sensación de que su interior me apretara era deliciosa, pero fue en el primer roce cuando conseguí el placer deseado. No tardé en empezar a moverme; primero con lentitud para que su cuerpo se acostumbrara, buscando su rostro para ver si le dolía o incomodaba. A juzgar por su expresión, todo iba de maravilla, por lo que fui tomando el ritmo y a profundizar las embestidas. Al llegar al final sus gemidos eran más audibles y se combinaban con el rechinido de la cama. Michi me rodeó con sus piernas, abriéndose más para mí. La cama se movía entera, por lo que no nos quedó de otra que colocar una de mis almohadas detrás del respaldo. El instante en que Michi se dejó llevar y dejó caer sus manos por encima de la cabeza, tomé cada una para entrelazar mis dedos con los de ella. Tras tanto tiempo por fin nos volvíamos a unir.

Bajando la velocidad de los movimientos, me tomé un instante para apoyarme sobre un codo y saborear sus labios. Su rojo era intenso y se veían apetecibles. Una probada y sería el impulso para llegar al paraíso. Los labios de Michi eran lindos, con una curva que los volvía besables, suaves, perfectos para estar así un buen rato. Con mi mano libre acaricié su cuerpo, la curva de su pecho, el hundimiento de su cintura, la forma de su cadera. Ella me acariciaba la cara y a veces sostenía mi mano mientras no dejaba de moverme.

Me tomó por sorpresa que tomara la iniciativa de darme la vuelta y ponerse sobre mí. Tenía la respiración acelerada y en sus ojos percibí un atisbo de inseguridad. Mi forma de decirle que todo estaba bien fue acariciando su mejilla y haciendo a un lado un mechón de cabello. Puso sus manos sobre mi pecho y empezó a moverse despacio, con mucho cuidado, hasta conseguir el ritmo deseado. Coloqué mis manos en su cintura para ayudarla. De vez en cuando se arrastraba sobre mi vientre bajo y agarraba el tronco de mi polla para acomodarla dentro de ella. Estaba aprendiendo, y yo le permití que se tomara el tiempo que quisiera. Verla saltando sobre mí y que sus tetas se movieran al compás no hizo más que apresurar las cosas. Me gustaba la forma en que su cuerpo se movía, en cómo exhalaba su aliento cargado de placer, en la forma que me miraba.

Todo iba perfecto. Demasiado para ser verdad. Unos golpes en la pared nos pusieron en alerta. Michi agrandó los ojos, espantada, pero no dejé que nos volvieran a interrumpir. Me incorporé sobre la cama, la acomodé sobre mí y, con mis manos bajo sus nalgas, retomé el vaivén para llegar a nuestro estado más extasiado. El calor nos invadió cuando me vine dentro de ella, lo que causó que curvara la espalda y, reprimiendo el orgasmo, tembló sobre mí.

Caímos en la cama agotados, con la respiración agitada y asimilando lo que acabábamos de hacer. Ella todavía estaba temblando y no dude en abrazarla. No quería dejarla ir, no quería que todo lo que estaba pasando terminara tan pronto.

Antes de que el sueño le ganara la batalla, le di un último beso. Uno inocente, igual al que nos dimos en la fiesta de cumpleaños aquella vez cuando los dos éramos pequeños.

Su primer beso. Y el mío también.



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Aquí esta el nuevo POV de Chase. 

Nunca más propongo narrar una escena +18 desde la perspectiva del chico porque me cuesta demasiado D': Más si es un pj como Chase que es más "tierno" en ese aspecto.

Espero que les haya gustado y la próxima vez que se me ocurra alguna cosa así péguenme una cachetada y díganme que reatzione.

Los quiero muchio <3

Rompiendo tus reglas ✨Nueva versión✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora