Capitulo 21

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        Aragog

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        Aragog



   En medio de la gran telaraña salió, muy despacio, una araña del tamaño de un elefante pequeño. El negro de su cuerpo y sus piernas estaba manchado de gris, ocho ojos que tenía en su cabeza horrenda y llena de pinzas eran de un blanca lechoso. Era ciega.

—¿Qué hay? —dijo, chasqueando muy deprisa sus pinzas.

—Hombres y una mujer —dijo la araña que había llevado a Harry.

—¿Es Hagrid? –Aragog se acercó, moviendo vagamente sus múltiples ojos lechosos.

—Desconocidos —respondió la araña que había llevado a Beth.

—Mátenlos —ordenó Aragog con fastidio—. Estaba durmiendo. . .

—Somos amigos de Hagrid —gritaron al unísono, Beth y Harry.

Aragog se detuvo.

—Hagrid nunca ha enviado hombres a nuestra hondonada —dijo despacio.

—Hagrid está metido en un grave problema —comenzó Harry, respirando muy deprisa—. Por eso hemos venido nosotros.

—¿En un grave problema? —dijo la vieja araña, se escuchaba preocupada—. Pero ¿por qué los ha enviado?

—En el colegio piensan que Hagrid se ha metido en. . . en. . . algo con los estudiantes. Se lo han llevado a Akzaban —hablo Beth sujetando a Ron, ella se había incorporado un poco mirando al rededor había demasiadas de ellas.

Aragog chascó sus pinzas enojado, y el resto de las arañas hicieron lo mismo, Beth contuvo un estremecimiento, aunque no pudo controlar el de Ron.

—Pero aquello fue hace años —dijo Aragog con fastidio—. Hace un montón de años. Lo recuerdo bien. Por eso lo echaron del colegio. Creyeron que era el monstruo que vivía en lo que ellos llaman la Cámara de los Secretos. Creyeron que Hagrid había abierto la cámara y me había liberado.

—Y tú. . . ¿tú no saliste de la Cámara de los Secretos? —dijo Harry.

—¡Yo! —dijo Aragog, enojado—. Yo no nací en el castillo. Vine de una tierra lejana. Un viajero me regalo a Hagrid cuando yo estaba en el huevo. Hagrid sólo era un niño , pero me cuidó, me escondió en un armario del castillo, me alimento con sobras de la mesa. Hagrid es un gran amigo mío, y un gran hombre. Cuando me descubrieron y me culparon de la muerte de la muchacha, él me protegió. Desde entonces, he vivido siempre en el bosque, donde Hagrid aún viene a verme. Hasta me encontró una esposa, Mosag, y ya ven como ha crecido mi familia, gracias a la bondad de Hagrid. . .

—¿Así que tú nunca. . . nunca atacaste a nadie? —Beth reunió todo el valor que tenía, «¡Vamos Godric por algo quede en tu casa!»

—Nunca —dijo la vieja araña con voz ronca—. Mi instinto me habría empujado a ello, pero, por consideración a Hagrid, nunca hice daño a un ser humano. El cuerpo de la muchacha asesinada fue descubierto en los baños. Yo nunca vi nada del castillo salvo el armario en que crecí. A nuestra especie le gusta la oscuridad y el silencio.

—Pero entonces. . . ¿sabes qué es lo qué mato a la chica? —Beth dio un paso al frente, siendo jalanda por Ron—. Porque, sea lo que sea, ha vuelto a atacar gente. . .

Sintió a Harry acercarse a su lado mientras las arañas chasqueaban furiosas.

—Lo que habita en el castillo —dijo Aragog — es una antigua criatura a la que las arañas tenemos más que a ninguna otra cosa. Recuerdo bien que le rogué a Hagrid que me dejara marchar cuando me di cuenta de que la bestia rondaba por el castillo.

—¿Qué es? —dijo Harry enseguida.

Beth comenzaba a unir piezas, todo estaba allí, escuchaba a Harry diciéndole que ya nos íbamos a ir pero las arañas comenzaron a rodearlos.

—Mis hijos e hijas no hacen daño a Hagrid, esa es mi orden. Pero no puedo negarles un poco de carne fresca cuando se nos pone delante voluntariamente. Adiós, amigos de Hagrid.

Beth ahogó una exclamación, miraba hacia todos lados mientras repasaba mentalmente cada libro que había leído de criaturas mágicas ya lo tenía en la punta de la lengua. Pero en aquel instante se oyó un ruido fuerte, y un destello de luz iluminó la hondonada.

El choche del padre de Ron rugía bajando la pendiente con los faros encendidos, tocando la bocina, apartando las arañas al chocar con ellas. El coche se detuvo con un chirrido delante de ellos, y abrió las puertas.

Beth reaccionó rápido.

—¡Coge a Fang! —le gritó a Harry mientras empujaba a Ron al auto, se puso detrás del volante sin tener ni la menor idea que hacer.

Ron le gritó que presionara el acelerador, ni bien Beth puso su pie allí el motor dio un rugido, y el coche salió atropella arañas. Subieron la cuesta a toda velocidad, salieron de allí internándose en el bosque chocando contra todo lo que se les ponía enfrente.

Beth se giró un poco para ver a sus amigos. Ron se veía como si quiera vomitar, Harry la miro preocupado mientras ella trataba de no chocar contra un árbol.

—¿Estás bien? —le dijo preocupado, sosteniéndose del asiento.

—Lo mejor que se puede estar, creo que voy a vomitar pero todo bien.

Cuando llegaron al final del bosque, todos salieron a trompicones del coche, Fang el primero en bajar fue corriendo hacia la cabaña de Hagrid.

Se dejó caer en el suelo unos momentos observando como el coche regresaba al bosque, escuchó como Harry entraba a la cabaña por la capa regresando con ellos.

Beth se levantó cuando escuchó a Ron vomitar y le sobó la espalda haciendo una mueca.

—Sigan a las arañas —dijo Ron sin fuerzas, limpiando su boca con la manga—. Nunca perdonaré a Hagrid. Estamos vivos de milagro.

—Supongo que no sabía que Aragog pudiera hacer daño a sus amigos —Beth soltó un bostezo, increíble que pensara en su cama después de eso.

—¡Ése es exactamente el problema de Hagrid —Ron pateo la puerta de la cabaña —. ¡Siempre cree que los monstruos no son tan malos como parecen, y mira adónde lo han llevado esa creencia: a una celda en Azkaban!

—No seas tan duro, las criaturas mágicas no siempre son mala, mi tía Andromeda conoce a un Magizoologista que ha luchado por sus derechos. —Beth le frunció el ceño a Ron recordando cuando conoció a dicho personaje.

—Bueno, eso no importa —le quitó peso con un deje de su mano—. Me gustaría saber que es lo que hemos averiguado.

—Que Hagrid no abrió nunca la Cámara de los Secretos —dijo Harry, echando la capa sobre ambos jalando a Beth a su costado—. Es inocente.

—Y que la criatura nació en el castillo, y que las arañas le temen, quisiera ir a la biblioteca ahora para buscar ese libro, estoy segura que puede haber una criatura mágica que encaje en la descripción.

—¿De que hablas? —dijo Ron enredando su brazo al suyo—. Suenas como Hermione.

—Ya lo sabrás, mi querido Ron, ya lo sabrás. Ahora muévanse que tengo sueño.

Beth y la Camara SecretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora