Capitulo 26

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                   Fin del segundo año.

Beth había permanecido todo el banquete de esa noche en la enfermería, para su desgracia Madame Pomfrey no la había dejado dormir, así que cuando Hermione abrió los ojos sentándose en la cama desorientada lo primero que vio fue la sonrisa de Beth

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Beth había permanecido todo el banquete de esa noche en la enfermería, para su desgracia Madame Pomfrey no la había dejado dormir, así que cuando Hermione abrió los ojos sentándose en la cama desorientada lo primero que vio fue la sonrisa de Beth.

Su padrino y Andromeda habían salido, la última despidiéndose pues tenía que volver a casa.

—¿Beth qué haces aquí? ¿Y los chicos? ¿Lo descubrieron? —se había levantado de la cama, corriendo a la Beth mientras Madame Pomfrey le reñía por tantas preguntas.

—¡Calma, calma Hermione! Estamos bien, ya te contarán ellos qué pasó. —sujetó su mano viéndola feliz de verla despierta y como ella misma, aunque tenía un deje de tristeza todavía en la mirada.

—¿Que sucede? —Hermione notó su mirada, y la miró con preocupación.

—Les dije que Snape es mi padrino, no sé si están molestos conmigo —explicó—, ellos dijeron que no, pero tengo miedo de perderlos.

Hermione la abrazo y se permitió llorar un poco, Beth se la había pasando llorando mucho ese año y no le gustaba, después de que Hermione le prometiera que todo estaría bien y que sólo eran ideas suyas la dejó sola para buscar a los chicos.

Elizabeth se quedó viendo el techo de la enfermería cuando escuchó cómo abrían la puerta, no se molestó en girarse cuando escucho la voz de Fred detrás de ella.

—¿Frederick? —lo miro confundida, mientras esté le sonreía asintiendo sentándose a un costado suyo.

—Ese mismo, Lizzie escuche que estabas aquí por los chicos —se estiró tomando su mano—. Me preocupe al no verte con ellos, parecen que nacieron pegados.

—¡Pff! Mira quien lo dice, el que no se separa de su clon —bromeó Beth—. Aunque puede que ahora nos separemos.

—¿A que te refieres? —hizo un mohín que a Beth le pareció adorable.

—Les dije sobre Snape, ¿y si me odian? ¿Y si ya no quieren saber de mi?

—Eli, entonces ellos serían muy tontos, —Fred se rio, pero se puso serio—. Mira ellos son inteligentes. . . en parte, y te quieren por quien tú eres, quienes sean tus familiares no debería ponerse entre ustedes. Y si ellos no entienden, pues te juntas conmigo y George, nosotros si te queremos.

—¿Eres un bobo lo sabías? —Beth le sonrió—. Acepto, ustedes son geniales.

  Se quedaron un rato más hablando, hasta que Madame Pomfrey lo descubrió corriéndolo de la enfermería.

• • •

Para el lunes ya habían dado de alta a Beth, tenía miedo de regresar a la sala común, pero cuando entró por el retrato Harry que fue el primero en verla, se acercó a grandes zancadas, abrazándola en el acto, levantándola un poco haciéndola reír.

—¿Parece que alguien me extraño? —bromeó sonriendo.

—No sabes cuánto —la dejo en el suelo, mirándola —, tuve tiempo para pensar, y no me importa que Snape sea tu padrino.
Tú eres Elizabeth, mi amiga, la que siempre ha estado cuando la necesito, la que siempre me apoya en mis locuras, y me hace reír con sus travesuras.

Beth lo miro sonriendo, dejando una caricia en su mejilla antes de volverlo a abrazar con fuerza.

—¡Oigan! Yo también quiero abrazar a Beth —les llego la voz de Ron, se separaron algo sonrojados mientras la azabache abrazaba a su amigo pelirrojo y a Hermione que había bajado al escuchar que Beth había regresado.

El resto del último trimestre transcurrió con normalidad, con sólo unas pequeñas diferencias: las clases de Defensa Contra las Artes Oscuras se habían suspendido y Lucius Malfoy había sido expulsado del consejo escolar. Draco ya no se pavoneaba por el colegio como si fuera el dueño. Por el contrario, parecía resentido y enfurruñado.

Muy pronto llegó el momento de volver a casa en el expreso de Hogwarts. Harry, Beth, Ron, Hermione, Fred, George y Ginny tuvieron todo un compartimento para ellos. Aprovecharon al máximo las últimas horas en que les estaba permitido hacer magia antes de que comenzaran las vacaciones. Jugaron a los naipes explosivos, encendieron las últimas bengalas del doctor Filibuster de George y Fred, y jugaron a desarmarse unos a los otros mediante Magia.

Hermione casi la deja sorda cuando la desarmó sin usar la varita, encogiéndose de hombros le dijo que había estado recibiendo lecciones privadas, cosa que le ganó un golpe de Harry que la miró frunciendo el ceño.
(«¡Mi brazo! ¿Que tienes con mi brazo? —se le lanzó a la espalda para tirarlo al suelo entre risas.»)

Estaban llegando a King's Cross cuando Harry recordó algo.

—Ginny. . ., ¿qué es lo que viste hacer a Percy, que no quería que se lo dijeras a nadie?

—¡Ah, eso! —dijo la pelirroja con una risita—. Bueno, es que Percy tiene novia.

A Fred se le cayeron los libros que llevaba en el brazo, y Beth no alcanzó a atrapar su rana de chocolate que había dado su último brinco.

—¿Qué?

—Es esa prefecta dé Ravenclaw, Penelope Clearwater —dijo Ginny, mientras Harry le pasaba su rana a Beth ganándose un beso en su mejilla que lo dejó colorado—. Es a ella a quien estuvo escribiendo todo el verano pasado. Se han estado viendo en secreto por todo el colegio. Un día los descubrí besándose en una aula vacía. Le afectó mucho cuando ella fue. . . , ya saben. . . , atacada. No se reirán de él, ¿verdad? —añadió.

—Ni se me pasaría por la cabeza —dijo Fred que ponía una cara como si faltase muy poco para su cumpleaños.

—Por supuesto que no —corroboró George con una risita.

Beth solo negó con la cabeza, iba a tener que pedir actualizaciones rápidas.

El expreso de Hogwarts aminoró la marcha y al final se detuvo.
Harry sacó la pluma y un trozo de pergamino y se volvió a Beth, Ron y Hermione.

—Esto es lo que se llama un número de teléfono —dijo Harry, escribiéndolo tres veces y partiendo el pergamino en tres para darles un número a cada uno—. Tu padre ya sabe cómo se usa el teléfono, porque el verano pasado se lo expliqué —dijo mirando a Ron—. ¿Beth sabes cómo se usa?

—Ya te dije que, soy bruja no tonta —le sonrió tomando el número con una sonrisa.

—Llámenme a casa de los Dursley, ¿de acuerdo? No podría aguantar otros dos meses sin hablar con nadie más que con Dudley.

—¿Y si vienes conmigo? —Beth lo miro

—¿A casa de Snape? —Harry abrió mucho los ojos, mientras Beth negaba con la cabeza.

—No, a casa de mi madrina Andromeda es muy buena y seguro no tiene inconveniente, además esta Dora —alzo la mirada encontrando a la mencionada que le hizo un gesto de manos.

—Si me dejan voy, tenlo por seguro —Harry le sonrió.

Beth se despido de los demás, prometiendo mandar cartas antes de acercarse a Dora con una sonrisa.

—Así que, señorita Slytherin ¿a donde vamos? —Beth le frunció el ceño pero sonrió.

—A casa, vamos a casa.

Fin



    (Beth y el prisionero de Akzaban ya disponible en mi perfil. )

Beth y la Camara SecretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora