Capitulo 23

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El lugar había quedado en completo silencio después de que McGonagall había dicho esos nombres.

Harry y Ron se había quedado ambos de piedra al escuchar el nombre de Ginny y Beth salir de los labios de McGonagall, Harry pudo observar cómo Snape sujetaba con fuerza el respaldo de la silla, al ver sus nudillos blancos.

—Tendremos que enviar a todos los estudiantes a casa mañana —dijo la profesora McGonagall—. Éste es el fin de Hogwarts. Dumbledore siempre dijo. . .

La puerta de la sala de profesores se abrió bruscamente, Harry tenía la vaga esperanza que por ella entrara Dumbledore. Pero era Lockhart, y llegaba sonriendo.

—Lo lamentó. . . , me quede dormido. . . ¿Me he perdido algo importante?

No parecía darse cuenta de que los demás profesores lo miraban con una expresión bastante cernada al odio. Snape soltó la silla bruscamente, asustando a Madame Hooch, dando un paso adelante.

—He aquí el hombre —dijo—. El hombre adecuado. El monstruo ha raptado a dos chicas, Lockhart. Se las han llevado a la Cámara de los Secretos. Por fin ha llegado tu oportunidad.

Lockhart palideció

—Así es, Gilderoy —intervino la profesora Sprout—. ¿No decías anoche que sabías donde estaba la entrada a la Cámara de los Secretos?

—Yo. . . , bueno, yo. . . —resopló Lockhart

—Sí, ¿y no me dijiste que sabías con seguridad qué era lo que había dentro? —añadió el profesor Flitwick

—¿Yo. . . ? No recuerdo. . .

—Ciertamente, yo sí recuerdo que lamentabas no haber tenido oportunidad de enfrentarte al monstruo antes de que arrestaran a Hagrid —dijo Snape—. ¿No decías que el asunto se había llevado mal, y que deberíamos haber dejado todo en tus manos desde el principio?

Lockhart miró los rostros pétreos de sus colegas.

—Yo. . . , yo nunca realmente. . . Deben de haberme interpretado mal. . .

—Lo dejaremos todo en tus manos, Gilderoy —dijo la profesora MaGonagall—. Esta noche será la ocasión excelente para llevarlo a cabo. Nos aseguraremos de que nadie te moleste. Podrás enfrentarte al monstruo tú mismo. Por fin está en tus manos.

Lockhart miró en torno, desesperado, pero nadie acudió a su auxilio. Ya no resultaba tan atractivo. Le temblaba él labios, y en ausencia de su sonrisa radiante, parecía flojo y debilucho.

—Mu-muy bien —dijo—. Estaré en mi despacho, pre-preparándome.

Y salió de la sala.

—Bien —dijo la profesora McGonagall, resoplando—, eso nos lo quitara de delante. Los jefes de las Casas deberían ir ahora a informar a los alumnos de lo ocurrido. Díganles que el expreso de Hogwarts los conducirá a sus hogares mañana a primera hora de la mañana. A los demás les ruego que se encarguen de asegurarse de que no haya ningún alumno fuera de sus dormitorios.

Beth y la Camara SecretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora