Capítulo 5

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Víctima
Alessandro POV

Me desperté junto a una bella pelinegra al otro lado de la cama. Normalmente no traigo a este tipo de mujeres a casa, pero el lío en el que me ha metido mi padre ha destruido completamente mi razonamiento, que ni siquiera me detuve a considerar mis acciones.

—Vístete, toma tus cosas y sal de mi habitación. —Cuando la vi abrir los ojos, le dije inmediatamente.

La chica solo asintió con la cabeza, aun algo somnolienta, mientras se disponía a salir de la cama en busca de su ropa.

Anoche en el club, mientras esperaba a mi escolta después de obligar a mi hermano a completar una tarea en beneficio de la familia, me encontré con esta mujer que salía de la sección del V.I.P. Todas entienden que este es un juego de una noche, sin ataduras ni compromisos en el medio. Saben que cuando salga el sol, tendrán que partir y que esto será solo un recuerdo borroso, y una vez que la habitación esté vacía, seremos simplemente dos extraños.

Extendí la mano para tomar un paquete de cigarrillos de la mesa de noche y encendí uno mientras admiraba las hermosas curvas y la figura bien definida en el cuerpo desnudo de la mujer mientras que ella se ponía la brillante falda ajustada de lentejuelas.

—No tengo efectivo para tomar un taxi. —La chica rebuscaba en su bolso como loca—. Debo haber dejado caer mi billetera en el club porque estaba segura de que la tenía conmigo cuando salí de casa.

Me levanté de la cama, me puse los pantalones, saqué la billetera y le di un par de euros sin mirar la cantidad ya que el dinero no es problema cuando tus cuentas bancarias están a reventar y te estás pudriendo en dinero. Todo lo que quería era que finalmente se fuera.

—Toma esto y lárgate.

—Eso no está ni cerca de mi precio. —No hizo ningún intento por quitarme el dinero de las manos, solo lo miró con desaprobación.

—¿Qué mierda estás buscando? ¿Un millón de euros? —me reí de su absurda demanda—. ¿Querías un pago por tus servicios sexuales o dinero para el taxi?

—Podría ser ambos.

—Después de todo, no es como si hubieras brindado el mejor de los servicios. Es esto o nada, tú decides.

Mi pecho fue arañado por sus largas uñas mientras que con su otra mano me arrebataba el dinero de las manos; obviamente era una cantidad que no iba a desaprovechar.

—Puedo mejorar eso ahora mismo, puedo hacerte cambiar de opinión. —Sus manos trazaron un camino para llegar a mi longitud.

Sin previo aviso, la puerta se abrió de golpe.

—Alessandro... —Mi prometida entró en la habitación como si esta fuera su casa, su mirada centrada en mí y en lo que estaba por suceder.

—¡A ti no te enseñaron a llamar a la puerta antes de entrar a una habitación ajena! —espeté.

—Te guste o no, Alessandro, soy tu prometida y no me hace ninguna gracia verte dando la paga a una de tus muchas mujeres. —Se volvió hacia la chica y la miró fijamente, proyectando una actitud de superioridad por su título.

Le hice un gesto a la pelinegra para que se fuera sin decir un solo comentario, ya bastante jaqueca tenía con tan solo escuchar la voz de Katerina como para soportar una discusión de chicas a estas horas.

—El ser mi "prometida" no te da derecho de pasearte por toda la mansión y mucho menos entrar a mi habitación —me aproximé un cigarrillo a la boca.

—Realmente no entiendo tu mentalidad. ¿Puedes invitar a esas zorras a tu habitación, pero a mí no? —Katerina me lo arrebató de las manos y lo lanzó al lado opuesto de la habitación.

En Contra del Tiempo (Nueva edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora