Capítulo 12

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Alice estaba como loco en el inframundo buscando respuestas a sus preguntas, a sus dudas, pero todo parecía indicar que serían en vano, en la biblioteca de su casa no había otro libro que hablase de los humanos y sus vínculos con los demonios, no ...

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Alice estaba como loco en el inframundo buscando respuestas a sus preguntas, a sus dudas, pero todo parecía indicar que serían en vano, en la biblioteca de su casa no había otro libro que hablase de los humanos y sus vínculos con los demonios, no había otro escrito que hablara o tuviera una solución acerca de su vínculo con Iruma, no quería dejarlo o separarse de él, le gustaba y mucho. Y aunque su madre se empeñara en separarle de él no lo conseguiría.

Tampoco encontró alguna respuesta del ¿Por qué sus dos únicos amigos vivían en el mundo humano? ¿Cómo llegaron hasta ahí? Quería preguntarle a su mamá, pero temía que ella le volviera a decir que no los conocía.

No podía pedir ayuda a sus sirvientes puestos que solamente seguían las órdenes de su mamá, no tenía a nadie más a quien pudiera pedirle la mínima información para poder resolver ese problema, esas dudas que lo atormentaban cada día.

—Joven amo — uno de los tantos sirvientes apareció ante él.

—¿Qué es lo que quieres? — pregunto.

—La señora Amaryllis lo busca — contestó mientras agachaba la cabeza. Sin responder comenzó a caminar.

—La señora se encuentra en el salón principal. — Con ello en mente se fue a ver a su progenitora. Alice tenía muchos pensamientos en su cabeza y uno de ellos era Iruma, hace ya varios días que no lo había visto, tampoco había intentado hablarle mentalmente por miedo a que no pudiera escucharle, tampoco lo quería ir a ver por miedo a que no pudiera verle, Alice ya no sabía qué hacer en ese momento.

—Siéntate — dijo Amaryllis en cuanto noto a su hijo llegando al salón principal.

El peli-rosa se sentó sin demorarse, pues sabía que, aunque su mamá era una mujer cariñosa con su hijo, también podría ser realmente cruel si se lo proponía.

—¿Qué quieres? — hablo Alice mirándola directamente a los ojos.

—Ya lo sabes perfectamente — ambos se miraban fijamente a los ojos.

—No lo haré, no quiero.

—Tendrás que hacerlo Alice, ese chico va a morir en cuanto cruce al mundo demoniaco.

—¿Y si no es él el que tenga que cruzar? — dijo y con ello se levantó de su lugar para dejar a la señora Amaryllis con la palabra en la boca.

La peli-rosa suspiro con cansancio para después colocar una de sus manos en la frente y mirar al techo, la angustia de perder a su hijo era tan grande, no quería perderlo por un simple humano, aunque ella sabía lo que se sentía, no quería que su hijo pasara por ello, su pequeño Alice no tendría que estar viviendo aquella situación tan desagradable, si tan solo ese chico fuera un demonio todo estaría bien.

Después de algunos minutos se levantó de su lugar para dirigirse a su habitación, tenía que arreglar esa situación lo más pronto posible antes de que se complicara más de lo que ya estaba.

—Tendré que darte estas cosas Alice — susurro mientras veía los distintos papeles que guardaba en una pequeña caja que se encontraba oculta en su habitación.

Ya no tenía más opciones que solo esa, quería tener a su hijo a lado suyo por más tiempo, pero no quería quitarle su felicidad, así como así, quería que su hijo fuera feliz con alguien del mundo demoníaco, se preguntaba la razón de que su hijo fuera emparejado con un humano, ¿No podría ser un demonio? Eso es lo que ella quería para su hijo, después de algunos minutos sintió como algunas lágrimas bajaban por sus mejillas de la peli-rosa.

—Señora — habló unos de los sirvientes más fieles de los Asmodeus — es momento de decirle la verdad a su hijo.

—Me odiara por ocultarle las cosas.

—No diga eso señora, su hijo sabrá comprenderla, yo lo sé — el sirviente trataba de reconfortarle.

—Estoy segura de que no lo hará — el verla de aquella manera le recordaba la primera vez que la vio llegar con Alice de apenas algunos meses de nacido.

—Verla de esta manera es como verla cuando era joven señora — le dijo mientras la ayudaba a levantarse — usted puede hacerlo señora, es fuerte y confiada, no tiene que temerle a nada porque su hijo sabrá entender lo que paso y como se siente. 

Si solo Amaryllis pensara de esa forma las cosas serían más que distintas, pero la desconfianza y el miedo al rechazo comenzaban a embargarle hasta el punto de hacerla temblar.

—En aquellos tiempos era tan joven e inexperta con la vida — decía mientras se secaba las lágrimas.

—Usted ahora es una mujer fuerte que puede con ello y más. 

—Lo haré — dijo mientras tomaba algunos hojas sueltas que con anterioridad estaba buscando —¿Dónde está mi hijo? — pregunto ya repuesta.

—Salió de la casa, supongo que a ver al joven Iruma.

Amaryllis solo asintió a lo dicho por su sirviente, ya estaba decidida en lo que tenía que hacer, aun si eso la llevará a estar lejos de su hijo, al menos él podría ser feliz.

—Cuando venga le dices que quiero verlo — el sirviente solo asintió saliendo de la habitación de la peli-rosa.

Era ahora o nunca, tenía que aclarar y saldar cuentas con su pasado.


El miedo a perderte es tanto, que mi anhelo por ti crece, cierro mis ojos y sueño contigo, en la esperanza de tenerte y no perderme

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El miedo a perderte es tanto, que mi anhelo por ti crece, cierro mis ojos y sueño contigo, en la esperanza de tenerte y no perderme.

El miedo a perderte es tanto, que mi anhelo por ti crece, cierro mis ojos y sueño contigo, en la esperanza de tenerte y no perderme

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Lo Que Oculta La Noche | IruAzz || EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora