Primer día de instituto

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Me levanté, era temprano. Aún me sentía cansada y notaba el jet lag. Me lavé la cara, me vestí y bajé a la cocina para desayunar, pero allí me encontré con el hijo de mi padre y aquella mujer.

-Hola-me dije en tono amigable, pero no le respondí.-. Oye, sé que para ti esto es muy duro pero...-no le dejé terminar.

-¿Tú crees? Veamos, he tenido que dejar toda mi vida atrás porque el imbécil de mi padre me reclamaba con la custodia. He tenido que dejar toda mi familia, mi amiga, mi madre... y la persona que de verdad se merece que le llame padre-dije resaltando esta última palabra-. Mi padrasto, Carlos.

-Oye yo quiero llevarme bien contigo. ¿Empezamos de nuevo?- Me tendió la mano. 

Tarde unos segundos en decidirme, pero me dí cuenta de que aquel chico no tenía la culpa de los actos de su madre y mi padre. Asentí levemente y le estreché la mano.

-Me llamo Keyla.

-Yo Sam. Oye el instituto empieza en una hora, ¿te llevo?

-Tenía pensado ir andando. Debería irme ya.-dije mirando el reloj que había en la cocina.

-El instituto está a un cuarto de hora de aquí.

-Pues daré una vuelta hasta que empiecen las clases. Me voy, hasta luego.

-Oye espera, ¿qué te parece si nos vemos en la puerta para que te acompañe a tu clase? He visto que estamos juntos en algunas.-no me gustaba ese tono autoritario, pero necesitaba ayuda para llegar a mis clases sin perderme.

-Esta bien, nos veremos en la puerta del insti diez minutos antes. Adiós.-me fui sin darle tiempo a que me respondiera.

Estuve dando vueltas un buen rato y cuando me di una vuelta por el barrio decidí ir al insti para empezar las clases y conocer un poco el recinto. Nada más llegar en la puerta pude ver a Sam, quien esperaba sentado en un banco cerca de la entrada con unos amigos. Me acerqué a él y le hice un gesto con la cabeza para ir dentro, se levantó y me acompañó hasta la que sería mi taquilla, donde nada más llegar cambié la combinación para que nadie pudiera abrirla. 

Estuve hablando un rato con Sam hasta que llegó la hora de ir a clase y sonó la campana. Me acompañó hasta mi clase y se fue a la suya, nos veríamos en la siguiente hora donde tendríamos clase de mates. Cuando vi que doblaba la esquina del pasillo respiré hondo y entré en clase donde la gran mayoría de los alumnos estaban sentados en las mesas y sin prestar atención a la profesora, quien mandaba a toda la clase que se sentara y se callara.

-Vaya una nueva alumna, busca un sitio y siéntate.-dijo señalándome unos asientos que habían al final de la clase. Me dirigí hacia la última fila y dejé la mochila en el suelo. Fui a sentarme, pero me caí de culo debido a que una chica rubia me había quitado la silla. 

-¿Por qué has hecho eso?-dije levantándome del suelo.

-Porque este es mi asiento, nueva.

-No lleva tu nombre.

-Sí, lo lleva aquí grabado ¿lo ves?-me dijo señalando el respaldo de la silla en el cual no había nada.

-Ahí no hay nada, pero si te quieres quedar con el sitio no voy a discutir con una ciega.-le dediqué una sonrisa falsa y sarcástica, cogí mi mochila y me senté en el asiento que había cerca pero una fila más adelante. 

Después de aquello el resto de las clases se pasaron deprisa y pude salir a comer a un restaurante que había cerca de mi casa. Fui hasta aquel restaurante y me senté en una mesa lejos de la puerta, donde estaba tranquila y no había mucha gente en aquella parte. Pedí un plato de pasta y para beber agua. Terminé pasada la media hora, pagué y me fui a casa. A mitad de camino notaba que alguien me seguía, no sabía si era uno o varios,pero aceleré mi ritmo y doblada la esquina comencé a correr hasta que sin darme cuenta acabé en un callejón sin salida y aquel chico logró acorralarme. La valla no era muy alta así que si conseguía inmovilizarlo unos segundos conseguiría escalar la valla y escapar.

 Aquel chico se acercó a mi y me tocó la mejilla con una de sus manos. El tacto era suave. Aproveché que estaba embobado para darle un  puñetazo en el estómago y cuando conseguí algo de espacio, le di un rodillazo en la entre pierna. En cuanto me aseguré de que le había dolido, me di media vuelta y escalé la valla a duras penas. Por suerte no era muy alta y no me dolió al caer. Estaba en la misma calle antes de doblar un par de calles y meterme en el callejón, pero desde allí apenas sabía donde estaba y se me estaba haciendo tarde. Dentro de poco mi padre llegaría de trabajar y tuve que prometerle que le ayudaría a recoger el trastero y ordenar el sótano, así que tenía que volver a casa como me fuera posible.

Horas después, conseguí llegar a mi casa. Ya era tarde y me dolía el cuerpo entero. Mi padre estaba sentado en el sofá, se había quedado dormido junto con la mujer con la que todavía no había pronunciado palabra. Con mucho cuidado subí las escaleras hasta llegar a mi cuarto, pero Sam me estaba esperando apoyado en el marco de la puerta. Pasé de él y me metí en mi cuarto cerrando la puerta de golpe pero él entró antes de que se cerrara.

-¿No vas a decirme nada? Quizás, ¿dónde has estado desde que saliste de clase?

-No quiero hablar de ello, ¿vale?-dije dejando la mochila tirada en una esquina de mi enorme cuarto y quitándome la chaqueta y los pantalones, quedándome en camiseta y ropa interior.

-Vas a coger frío deberías ponerte algo más de ropa.-noté como aquella situación le incomodaba y se ponía rojo. Eso solo hizo que soltara una pequeña risa. Después de tantos años, se me había pegado algo de Marina. Y no me avergonzaba de ello, pero recordarla me provocó una sensación de añoranza de la que me quería librar.  Tenía que llamarla.

-¿En Miami? Debe ser una broma. Si te incomoda esta situación ahí está la puerta.-dije señalándole la puerta,pero antes de poder bajar el brazo Sam ya me había cogido la mano y la estaba examinando. Salió escopetado de mi cuarto y volvió antes de que pudiera parpadear un par de veces. Traía un botiquín. No volvimos a pronunciar palabra el resto del tiempo. Sam me vendó la mano, parecía un médico experto. Después de terminar, se fue a su cuarto sin decir nada. Estaba feliz porque ya estaba sola otra vez, pero también estaba triste por como le había tratado. Miré una última vez por mi ventana y me senté en un pequeño asiento que había al lado de ella. Aquel había sido mi primer día de instituto y mi primer día estando con mi padre, conviviendo con él y con otras dos personas a las que apenas conocía. Aquel sin duda fue mi primer día en el infierno que me esperaba durante unos meses hasta cumplir los dieciocho y poder volver con mi madre y Carlos.

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Holaaaaa!!!!!!!!! A partir de ahora subiré un capitulo todos los sábados. 

tantas personas en el mundo y tenías que ser tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora