La peor pesadilla

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No sabía donde estaba. No era la misma habitación, estaba en un salón. Quizás todo había sido una pesadilla, pero no, allí estaba él. Sentado en el mismo sofá que yo, lo curioso es que yo estaba tumbada boca abajo sin camiseta.

-Losiento.-empecé a llorar en silencio.

-Te lo dije. Estabas borracho y no sabías lo que hacías.-dije- Pero aún así, te quiero y te perdono.-intenté levantarme, pero un dolor imposible de soportar me recorrió toda la espalda.

-Será mejor que no te muevas, tienes la espalda llena de latigazos.-solté un gemido de dolor al recordar lo poco que me acordaba de lo ocurrido anoche.

-No pasa nada.-totalmente llena de dolor conseguí pronunciar aquellas palabras. <¿No pasaba nada? En cuanto tenga fuerzas te hago lo mismo y hablamos, loco pirado> pensé. No me gustó mi pensamiento, pero sin embargo, me parecía algo correcto.

Tenía la espalda totalmente llena de latigazos y apenas me podía mover. Apenas me acordaba de lo ocurrido. Los recuerdos borrosos de Tom dándome latigazos atormentaban mi cabeza y hacían que perdiera el control de mis lágrimas. Una vez hubo terminado Tom, me puso algunas vendas y consiguió que mi espalda dejara de sangrar.

Tom se fue a la cocina para lavar los trapos y traérme algo de comer y beber, aunque como había hecho anteriormente, no me comería nada. Intenté levantarme, pero el dolor era demasiado grande y apenas podía mover un músculo de mi cuerpo. Mis brazos no funcionaban y mis piernas no me servían de mucho.

Hice un esfuerzo más para intentar levantarme y conseguí sentarme aunque inmediatamente me tumbé porque volvía Tom y no quería que viera que podía levantarme. Esto serviría para reunir fuerzas y un día poder huir de este sitio.

-Come algo, por favor. Me mata verte así.-<ojalá te matara realmente> pensé.

-No tengo hambre.-giré la cabeza hacia el otro lado del sofá para no mirarle a la cara.

-Después de lo de ayer necesitas reponer fuerzas... Sigo si explicarme como no pudiste gritar ni una sola vez.

-¿No grité?

-No. ¿No te acuerdas?

-Tengo recuerdos borrosos que me gustaría que desaparecieran.

-Está bien. Pero solo te pido que comas algo, por favor.- pensé.

-Tom, te he dicho que no quiero nada.-dije con la voz gastada.

-¡Que comas algo, joder!

Dejó la bandeja en la mesa y me cogió del pelo, tiró de él e hizo que me levantara a la fuerza. Me tiró al suelo de espaldas y yo no pude soportarlo. Solté un grito bastante sonoro y Tom mientras tanto, cogía parte de la comida y se colocaba encima de mí para metérmela en la boca a la fuerza.

***

Vomité todo lo que me obligó a comer, no quedó nada en mi estómago. Mi espalda había vuelto a sangrar y no paraba. No solo recibió el impacto del suelo, si no que también el de la mesa, la pared, y todo lo que había en aquel salón.

Tom había salido y yo no tenía fuerzas para moverme. Me obligué a levantarme del suelo del baño y a caminar hasta el salón. Allí había muchos materiales que me podrían ayudar a hacer algún tipo de trampa y salir corriendo lejos de su casa o de donde quiera que esté.

Minutos después conseguí hacer una trampa más o menos estable. Apenas me podía mantener en pie y mi espalda había estado sangrando todo el tiempo mientras se me caían agunos trozos de piel. Según entrara Tom por la puerta le daría con un trofeo en la cabeza y caería al suelo donde estaba situada la red que por un mecanismo se levantaría y se mantendría en el aire colgando de una cuerda.

tantas personas en el mundo y tenías que ser tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora