Cry For Me [Tokyo Revengers]

36

—Kanu, tienes que comer algo. —Pidió mi mamá desesperada.

—Después. —Dije escribiendo en mi cuaderno.

—Kanu, no has comido nada desde ayer.

—No quiero.

—Kanu, por favor hija, come algo, te vas a enfermar.

—Mejor para mí, así me muero pronto.

—¡No digas estupideces!

—¿Mamá... soy un juguete?

—No, ¿Por qué lo dices?

—Porque parece que la gente piensa que no tengo sentimientos. —Reí sin gracia. —Deja la comida ahí, ya veré si me la como.

Mamá se fue pero no habían pasado ni diez minutos cuando la puerta se volvió a abrir.

—Ya te dije que comeré cuando quiera. —Gruñí soltando el bolígrafo para girarme hacia la puerta.

—¿En verdad has dejado de comer? —Cuestionó.

—Hanma. —Dije con sorpresa. —¡Hanma!

Corrí hacia él y lo abracé con fuerza, aunque las lágrimas no salieron estaba muy feliz de verlo.

—Estas aquí, ¡Estás aquí! —Chillé emocionada.

—Ven aquí. —Me cargó y fue a sentarme en la cama, después tomó el plato con comida. —Abre la boca.

—No tengo hambre.

—Nadie te pregunto mugrosa, ahora abre.

Gruñí pero le hice caso, Hanma metió la cuchara con sopa en mi boca y... Debía admitir que me sentó muy bien comer algo finalmente.

Hasta que no acabe él no me dejó levantar, incluso el jugo me lo dió él, no quiso que yo tocará algo.

—No voy a preguntar qué pasó, pero no puedes estar haciendo tonterías. Porque mira que ya te permití por un tiempo comer todos los días sopa instantánea, antes no te dio alguna enfermedad.

—¡Estás aquí! —Chillé feliz abrazándolo por el torso. —¡Podemos estar juntos de nuevo!

Él me abrazó de vuelta y luego nos lanzó a la cama, comenzó a hacerme cosquillas por lo que reía cuál loca.

—¡Me voy a hacer pis! —Chillé dando patadas a lo loco.

—Quieta fiera. —Rió él, poniendo su rodilla sobre las mías para seguir con las cosquillas.

—¡Aaahhh, mami! —Chillé y le solté un puñetazo a Hanma en el estómago haciéndolo soltarme. —Te voy a matar.

—¡No, era broma, lo juro! —Exclamó divertido corriendo por toda mi habitación.

—¡Ven aquí Hanmita!

—¡No, suelta ese bate!

—¡Obligame!

—¡Señora mamá de Kanu, su hija me quiere matar!

—¡Kanu, no lo molestes! —Exclamó mamá desde el otro lado de la puerta.

—Te salvaste por la campana mugroso. —Bufé soltando el bate y haciendolo rodar debajo de mi cama.

—Vengache pa' acá. —Hanma me tacleo en la cama y rodamos ahí. —Extrañé ver tu fea cara y tus ojos raros de Husky.

—Te voy a patear. —Le dije sofocada. —Iu, ¿Hace cuanto no te bañas?

—Como dos meses, ¿Puedo bañarme aquí? Mi madre me corrió de mi casa.

—Ya sabes dónde está el baño, y te puedo prestar mi falda, sin compromiso. —Dije burlona.

—Sabes que me veo mejor que tú en falda. —Dijo levantándose y dándose una nalgada. —Estas nachas se ven increíbles.

—¡Hanma! —Chillé divertida.

—¿No te quieres venir a bañar conmigo? Para ahorrar agua.

—No, ya estamos en otros tiempos.

—¿Vas a dejar al amor de tu vida bañarse solito?

—Pero me quedo afuera.

—Si hombre, vente.

Hanma se desnudó una vez estuvimos dentro del baño, y se metió a la regadera. Y comenzó a cantar una canción extraña.

—Kanu, luz de mis ojos, pásame una toalla.

—Todo quieres imbécil.

Tomé una toalla del mueble y se la acerqué, pero él me jaló del brazo metiendome con él a la regadera.

—¡Imbécil! —Chillé sintiendo cómo mi pijama se pegaba a mi piel.

—Ah, regresamos a los buenos tiempos. —Sonrió pegando mi cadera a la suya.

—Hanma, atrevido. —Me reí.

Él me quitó la ropa, y me ayudó a bañarme según él.

—¿Cuándo te crecieron las bubis?

—Idiota. —Lo golpeé y él se quejó.

—Era una pregunta sana. —Dijo adolorido.

—Yo que sé, en el embarazo supongo. —Me encogí de hombros.

—¿Me dejas hacerte un hijo?

—¡Hanma!

—¿Qué?

—Payaso. —Gruñí.

Nosotros terminamos de bañarnos y nos secamos para después salir a la habitación y buscar algo de ropa, una vez estuvimos cambiados nos metimos a la cama. Pero Hanma se levantó a buscar mi secador y después venir a secarme el cabello.

—Aún me debes un celular. —Me dijo burlón.

—Callate, ya tengo tu número, es mucho.

Después de algunas horas de no hacer nada mamá nos llamó a comer, y ahí le entre con ganas porque Hanma me había amenazado con un zapato.

Y en la noche Hanma se quedó a dormir conmigo.